Summer of 69 - 6 puntos
(Estados Unidos, 2025)
Dirección: Jillian Bell
Guion: Jillian Bell, Jules Byrne y Liz Nico
Duración: 100 minutos
Elenco: Chloe Fineman, Sam Morelos y Matt Cornett
Estreno en Disney+
Podrán cambiar los usos y las costumbres de consumo audiovisual y el rumbo de los vientos sociales y culturales, pero el debut sexual continúa siendo uno de los platos predilectos de las comedias sobre adolescentes que transitan sus últimos días de colegio secundario. La lista, que incluye desde Porky’s (1981) hasta Supercool (2007), suma con Summer of 69 -título que no refiere la canción homónima de Bryan Adams ni a la estación de aquel año- una nueva integrante.
Lo particular del debut en la realización de largometrajes de Jillian Bell es que recorre caminos mucho más humanos que sus predecesoras, priorizando el coqueteo con la ternura antes que con la guarrada constante y el doble sentido. Es, entonces, una película tan inocente y sensible como su protagonista. Hay, sí, chistes zarpados, algunos de ellos muy graciosos, pero aquí el principal nutriente son las comedias sobre la improbable amistad de parejas disparejas antes que las high school movies tradicionales.
Escribir que a Abby (Sam Morelos) le gusta Max (Matt Cornett) es quedarse corto. Lo de esta joven estudiante de un colegio religioso con el futbolista estrella del equipo escolar, que además es tan adulto y maduro como para trabajar en una heladería, está más cerca de la obsesión idealizada que de las atracciones más clásicas. Abby es pura imaginación al servicio de lo desconocido. Una imaginación que irrumpe difumando la realidad y trayendo escenas de ensueño, aunque esté despierta. Hace años que le gusta, pero recién ahora, con él recién separado, siente que tendrá su oportunidad. Cuando un informante le diga que a Max le gusta el 69, Abby deberá hacer varias cosas. Dado que su experiencia con el sexo opuesto es nula, lo primero es saber de qué se trata ese número. Si 99 de cada 100 chicos hubieran buscado en el celular, ella, en cambio, opta por un camino muy distinto: ir a un club de strippers.
Allí queda prendada de Santa Mónica (Chloe Fineman, de Saturday Night Live), a quien contrata para un baile privado fingiendo ser un hombre y aprovechando que sus padres están de viaje. Menuda sorpresa se lleva la bailarina al descubrir que su cliente es una chica de 17 años. Aún más sorpresivo le parece que, en realidad, ella no quiera bailes, sino aprender con lujo de detalles los secretos de ese número. A cambio pide veinte mil dólares con los que podrá comprar el local donde baila y salvar a sus compañeras de las garras de un tránsfuga con intenciones de incursionar en el negocio. Santa Mónica también tiene sus propios asuntos con una fiesta de compañeros de secundario a la que no quiere ir.
Como mandatan las comedias, ambas son opuestos perfectos que se atraen. Esa relación funciona como el propulsor principal de una película con diálogos afilados y veloces y una bonhomía generalizada en la que casi nadie tiene un atisbo de maldad. Si hasta Max es encantador y no el ególatra popular que podría haber sido. No le hubiera venido mal a Summer of 69 mantenerse en esa senda en lugar de arrojarse hasta las aguas del sentimentalismo en sus últimos minutos, cuando la verdad sea revelada.