En medio de una jornada marcada por las repercusiones de la aprobación de la ley de reforma jubilatoria en la Cámara de Diputados, las autoridades del Episcopado católico se reunieron ayer con Mauricio Macri y le expusieron sus preocupaciones por la situación sociopolítica, la realidad que viven los jubilados y los pobres y manifestaron su inquietud por los hechos de violencia registrados en las manifestaciones callejeras de los últimos días así como por “la característica” de la respuesta dada por las fuerzas de seguridad.

El Presidente recibió poco después del mediodía en la Casa Rosada a la nueva comisión ejecutiva de la Conferencia Episcopal, encabezada por su titular, el obispo de San Isidro, Oscar Ojea. El encuentro estaba pactado desde noviembre, inmediatamente después de celebradas las elecciones en el Episcopado. Según fuentes eclesiásticas, el diálogo, que duró casi una hora, fue “cordial y sin agenda previa”, con un intercambio “con franqueza y claridad sobre la situación sociopolítica que está viviendo el país”. Los integrantes del Episcopado le expusieron al Presidente sus preocupaciones por la realidad de los jubilados, en particular por el funcionamiento del PAMI, y por “la magnitud de los hechos de violencia registrados y la característica de la respuesta de las fuerzas de seguridad” en la jornada del lunes. En el mismo sentido, los obispos exteriorizaron “la necesidad de que en esta coyuntura económica, el mayor esfuerzo lo realicen los que más tienen”, en línea con lo que han venido exponiendo varios miembros de la jerarquía católica respecto de atender especialmente a los más pobres y necesitados. Los miembros del Episcopado señalaron que la presencia de la Iglesia en medio de los sectores populares, particularmente entre quienes viven en extrema pobreza, “es parte integral de nuestra mirada de pastores”, tomando distancia de las soluciones técnicas.

Los obispos también ratificaron su convicción acerca de “la necesidad de continuar el camino del diálogo, en el marco de las instituciones democráticas y de asociaciones representativas de la sociedad civil y comunidades religiosas”, en consonancia también con un comunicado emitido el lunes por el organismo episcopal en el cual expresaron “el dolor y la tristeza que nos conmueven esta tarde después de lo vivido en ocasión del comienzo del tratamiento de la reforma previsional”.

Los obispos sostuvieron que “ninguna forma de violencia puede aceptarse” y pidieron que “el diálogo y la consiguiente construcción de consensos como el único camino para la convivencia en la amistad social así como para la aprobación de leyes importantes que afectan al conjunto de la población, especialmente a los más pobres y frágiles”. Entonces los obispos habían señalado que “los argentinos esperamos gestos de grandeza y pacificación de parte de los hombres y mujeres públicos”. Tanto el Presidente como sus colaboradores insistieron en que la actitud del gobierno está basada en el diálogo y en la búsqueda de las mejores alternativas para los argentinos.

En la reunión Macri estuvo acompañado por el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y su segundo, Mario Quintana; el canciller Jorge Faurie, la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley; el ministro de Trabajo, Jorge Triaca; el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo; el secretario de Culto, Santiago de Estrada, y el subsecretario del área, Alfredo Abriani. Por parte del Episcopado participaron, además de Oscar Ojea, el cardenal Mario Poli, vicepresidente primero; el obispo de La Rioja, Marcelo Colombo, vicepresidente segundo y el obispo de Chascomús, Carlos Malfa, secretario general.