Adriana Lestido es una referente indiscutible de la fotografía argentina contemporánea. En 1979 comenzó sus estudios en cine y fotografía en la Escuela de Cine y Técnicas Audiovisuales de Avellaneda, entre 1982 y 1995 trabajó como fotoperiodista para Página/12, La Voz y Agencia Diarios y Noticias, coordinó talleres y clínicas, y fue la primera fotógrafa argentina en obtener la Beca Guggenheim, la beca Hasselblad y el Premio Mother Jones. En 2010 fue nombrada Personalidad Destacada de la Cultura por la Legislatura de CABA y a lo largo de su trayectoria obtuvo numerosas distinciones como la Medalla del Bicentenario, el Gran Premio Adquisición Salón Nacional de Artes Visuales, el Konex de Platino y el Premio a la Trayectoria otorgado por la Academia Nacional de Artes Visuales, entre otras.

Sin embargo, nada de eso aparece subrayado en Yo y la que fui, el documental de Constanza Niscovolos que podrá verse los sábados a las 20 en el Malba. La directora –colega y amiga íntima de Lestido– decidió poner el foco en la dimensión humana, en la amistad y en los enigmas de una personalidad magnética. Por supuesto que el prestigio forma parte de su camino y está implícito en cualquier abordaje, pero aquí hay algo más porque la propia protagonista confiesa en algún momento del registro que desea dejar atrás a la "fotógrafa consagrada" porque ya no le sirve y necesita pasar a otra etapa.

Cuando se le pregunta a Niscovolos cómo fue retratar a Lestido desde esa cercanía, asegura que fue un desafío: "Me sentía muy privilegiada de conocer a una artista así, pero lo que más me interesaba mostrar era el lado humano de Adriana. Ella no sólo es una gran artista sino también una maestra muy reconocida entonces quería retratar ese lado. Todo lo que logró fue desde su humanidad. Adriana es una persona muy consciente de su deseo, se escucha mucho y se respeta mucho. Eso me parece alucinante. Ojalá todos pudiéramos escucharnos y respetarnos así".

Varios pasajes del documental revelan esa capacidad. Lestido toma decisiones que pueden resultar incomprensibles ante los ojos de los demás, como vender su casa de la costa para viajar al Círculo Polar Ártico. De manera involuntaria y azarosa, Niscovolos logra retratar un pasaje fundamental: la antesala de lo que más tarde sería Errante, el primer film de Lestido que estuvo 12 meses en cartel. De aquella experiencia también trajo un diario de viaje y un libro de fotos: La conquista del hogar (Ed. Planta Alta).

"En 2018 no sabíamos que iba a hacer Errante. Cuando ella viajó por primera vez al Ártico no tenía idea de la película. Este proceso fue muy azaroso. La única certeza que tenía era esa intención de mostrar a la humana", confiesa la realizadora, y aclara que aunque es una persona muy espiritual y está muy conectada con la naturaleza, "no tiene superpoderes, es una mujer de carne y hueso que trabaja muchísimo para todo: una trabajadora incansable". Esa fuerte conexión con la naturaleza y su propia interioridad es algo que Niscovolos registra con sutileza, lejos de las obviedades.

La directora cuenta que Lestido tiene una gran disciplina para la meditación, pero los espectadores nunca la verán meditando; sí sahumando las fotografías antes de la inauguración de una muestra, algo bastante usual para quienes la conocen. Adriana armando su carpita frente al océano, contra viento y marea, aunque los mástiles se doblen. Esa es una imagen con la que Constanza estaba muy familiarizada y, por lo tanto, no podía faltar en el documental: "Yo lo viví muchas veces y me parece increíble. A veces la acompaño pero si no va ella sola y arma su carpa contra el viento de Mar de las Pampas que no es el del Caribe. Admiro esa tenacidad, esa voluntad. Y me parece hermoso que la veamos cerca del agua, contemplando el paisaje".

–La ficción audiovisual tiene estructuras más fuertes y una idea clara para llegar a la instancia de rodaje. El documental es mucho más abierto en ese sentido. ¿Qué descubriste en el proceso, qué te sorprendió por fuera del plan?

–Justo antes del rodaje nos habíamos ido de vacaciones a la casa de un amigo en Bolsón con mi familia, Adriana y su perro Bruno. Ahí se dio la dinámica de que mi hija (ahijada de Lestido) le preguntara muchas cosas; de eso no hay registro pero inmediatamente después nos fuimos a Ushuaia para abocarnos de lleno al documental. Me pareció que estaba bueno darle cauce a ese ida y vuelta entre Julia y Adriana con preguntas y respuestas sobre su vida. No fue un hallazgo mío sino algo azaroso. Hay un montón de cosas que yo ya sé, pero algo se afloja en Adriana al contárselo a Julia y no a mí. No hubiese sido lo mismo.

La obra de Lestido aloja una mirada tierna y descarnada sobre dimensiones de lo humano como la maternidad, la marginalidad, el cautiverio o incluso las pulsiones más primitivas. En su documental, Niscovolos voltea la cámara para mostrar ese ojo que captura con maestría lo que no se puede poner en palabras; lo hace desde la amistad íntima pero sin cruzar los límites. Lestido tiene hoy 70 años y nunca dejó de buscar nuevos horizontes o encarar procesos de transformación. En algún momento del documental habla de su gusto por ser una "aprendiz".

La desaparición de su pareja, Guillermo Enrique Moralli (apodado Willy), el 18 de julio de 1978 es un episodio conocido públicamente. Él era estudiante avanzado de ingeniería y militante de Vanguardia Comunista; Adriana lo había conocido cinco años antes y había sido un flechazo. Hay una foto de esa época que los muestra abrazados y muy enamorados: "Es una fotito así nomás, con Willy, en el medio de un caminito por el bosque. Y me estoy riendo. Hay una cosa de alegría inocente y entregada que nunca más volví a ver en mi cara. Esa alegría no volvió", contó alguna vez a Anfibia.

"A mí siempre me conmovió mucho ese tema en relación a Adriana, es un dato que me pegó mucho. Eso se dio de manera orgánica también, cuando Julia le pregunta algunas cosas. Para mí es muy valioso lo que ella transmite en ese momento porque se quiebra pero, a la vez, no es el tema central. Era importante que eso esté porque gran parte de la obra de Adriana está atravesada por la maternidad. Creo que cuando algunas cosas se mueven también pueden sanarse", explica la directora. En un momento del film, Lestido observa varias fotos de su archivo y reflexiona sobre la ausencia de figuras masculinas en esas imágenes.

Un archivo brilla con la intensidad de lo memorable: es una conversación nocturna al aire libre entre Lestido, Juan Forn y Guillermo Saccomanno, que llegan a la casa de la anfitriona con bebidas y cosas para comer. Los tres hacen chistes, se ríen ante la cámara y Adriana les cuenta con asombro una escena del fabuloso documental de Werner Herzog en el que retrata la vida de un ecologista fanático de los osos llamado Timothy Treadwell, quien se interna en Alaska para convivir con ellos y termina siendo devorado por las criaturas. Grizzly Man es un documental bello y crudo, una síntesis de elementos que también puede rastrearse en la obra de Lestido y que aquí Niscovolos logra capturar con maestría y, sobre todo, con sensibilidad.

*Yo y la que fui puede verse los sábados a las 20 en el Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415) y los domingos a las 17 en Cine Arte Cacodelphia (Roque Sáenz Peña 1150).