En una clínica llamada El descanso—eufemismo institucional para el encierro—se cruzan tres mujeres. No hay nombres. Hay cuerpos. Uno cargado de ira, otro que fue síntoma de un amor enfermo, y un tercero que aprendió a ser invisible entre glitter, plumas y tul. Tres historias. Tres monólogos. Tres explosiones. Así se presenta la nueva obra escrita y dirigida por Lala Brillos, que se estrena este sábado a las 21 en La Usina Social (Jujuy 2844). La sala abre sus puertas a las 20 y las entradas anticipadas se pueden conseguir en lausinasocial.org.

Las actrices Romi Tamburello, Gaby Bertazzo y Candela Farina son las que encarnan estas voces que no se callan. “El descanso es un acto de amor y de memoria. Son tres monólogos, pero también son tres cuerpos que se cargan de historia, de verdad, de belleza y de contradicción”, dice la directora, que no oculta la emoción al hablar de un proceso creativo donde el teatro fue también refugio, catarsis y pacto.

“Escribir estos textos fue como abrir un diario íntimo y prestárselo a la escena”, explica Brillos. “Fue una manera de responder a todo lo que nos atraviesa: la maternidad, el deseo, el cansancio, la culpa, la ternura, el legado”. El descanso, entonces, no remite solamente a la idea de pausa o fin. También es principio. Otra forma de habitar lo que duele y, a la vez, puede salvar.

En el universo de la obra no se trata de locura. Se trata de aguante. De amor. De soledad. Y de esa dignidad que persiste incluso cuando nadie la mira. La clínica donde transcurre la acción ofrece contención química y silencio blanco. Pero las protagonistas traen palabra, memoria, humor ácido y emoción cruda. Hablan desde lo más profundo. Se enfrentan al mandato de adaptación. Lo incomodan. Lo desarman.

“Dirigirlas fue un privilegio. Más que un trabajo, fue un ritual. Una hermandad”, dice Brillos. Y esa sensación de ritual compartido se vuelve tangible en escena. Porque la obra no busca respuestas ni soluciones, pero sí plantea preguntas incómodas. ¿Qué hacemos con lo que nos duele? ¿Quién decide qué es normal? ¿Cómo nos salva el descanso, si es que lo hace?

El descanso no baja línea ni grita diagnósticos. Se deja habitar por lo incierto. Ahí donde el cuerpo habla, incluso cuando todo alrededor lo niega.