En Cuidadoras -estreno en El Cairo Cine Público-, las directoras Martina Matzkin y Gabriela Uassouf logran un retrato íntimo, afectuoso, mientras registran el trabajo cotidiano de sus tres protagonistas: Maia Antesana, Yenifer Franco Pereira y Luciana Méndez; mujeres trans, cuidadoras en un hogar de ancianos, que la cámara acompaña con tanta atención como la que dedica a los residentes del lugar. Una película que es un ejercicio dedicado a la ternura; algo que Martina Matzkin comenta en diálogo con Rosario/12: “Hace unos días nos dijeron una frase que nos pareció muy apropiada, y más en estos tiempos: es una película sobre la ternura como gesto político”.
-A propósito de estos tiempos, es una película que pudo contar con un subsidio del INCAA.
-Fue una coproducción con Chile, a través de Ministerio de Cultura de ese país, contó con el INCAA, y también con financiación de Ibermedia.
-Sé que tuvieron que repensarse a partir de la pandemia, ¿cómo fue ese proceso?
-Durante todo el proceso de trabajo, quien estuvo muy presente también, como parte del grupo creativo, fue Rocío Pichirili, nuestra productora. Conocimos un encuentro que se estaba dando con mujeres trans, cuidadoras en un hogar público en Buenos Aires, y nos pareció muy interesante el programa de formación en cuidados; había una historia para compartir, también por las acciones que podía generar eso en la realidad. Después de conocer, investigar, e incluso comenzar a filmar, nos agarró la pandemia y nos cortó el proyecto. Fue durísimo. No pudimos entrar al hogar en ese tiempo, tampoco seguir el contacto con los residentes; y las cuidadoras, por diversas razones, tuvieron que dejar el hogar y volver a sus casas. El proyecto quedó trunco, y nosotras, como muchos trabajadores audiovisuales, nos volcamos como voluntarias del Teje Solidario, que llevó adelante la organización Mocha Celis, que para nosotras es un referente en el trabajo con la comunidad travesti-trans. Durante ese tiempo, empezó a pensarse en otras alternativas de vida, en otras necesidades, con personas que querían estudiar y encontrar algo más estable. Con la Mocha y otras asociaciones, pensamos en organizar otro curso de cuidadoras para personas travesti-trans, y en este curso conocimos a las tres cuidadoras que protagonizan la película. En el Hogar Fontana, que es un hogar público, hicieron sus pasantías, y así resurgió la película, acompañando desde el primer día el ingreso de ellas al trabajo.
-Lograron un retrato íntimo, próximo a las personas; imagino que debió llevar un tiempo importante conseguir esa familiaridad.
-Fue muchísimo trabajo previo. Estuvimos yendo al hogar durante mucho tiempo, antes de empezar a filmar, para conocer y darnos a conocer, para encontrar a quienes les interesaba participar, para que conocieran el proyecto, para conocer el hogar y sus personas. Hay algo que sucede, al menos en este hogar, y es que, al tiempo de ir, uno puede predecir la presencia y las actividades de determinadas personas en ciertos horarios; y eso nos sirvió mucho, porque nos permitió entrar de otra manera, hacernos un poco parte de esa rutina, y no ser unos intrusos. Fuimos un equipo con pocas personas, eso ayudó. Y elegimos trabajar con la cámara en trípode, lo que nos permitió dejar que las cosas un poco sucedan ante la cámara, sin forzarlas. Un poco de todo eso, con tiempo, paciencia y respeto, nos permitió retratar esa intimidad.
-La gente que participa, además de las cuidadoras, ¿pudo ver la película?
-Todes pudieron verla; de hecho, fueron las primeras personas que las vieron; también invitamos a las familias de los residentes. Fue una proyección hermosa y emocionante. Estuvimos un año filmando, y mucho antes conociendo el lugar y las personas, así que es difícil entender cómo va a ser la película para quienes participan; por eso mismo, fue sorprendente para todes verla. Una cosa es actuar, pero otra es que estén retratando tu vida, sin pensar que al estar en una película te va a conocer un montón de gente.
-Entre las muchas personas, me encantó este hombre que está empecinado en volver a caminar para recuperar la actividad que ama: ser mecánico.
-A veces uno piensa la vejez como un tiempo un poco detenido, es decir, ¿hacia qué futuro se mira en la vejez? El tiempo corre un poco distinto adentro del hogar, y la mirada hacia el futuro que tenía él, nos parecía interesante para retratar también la diversidad que se puede dar en la vejez. Nos interesaba mostrar eso y que los personajes que aparecieran fueran diversos. Él era de una diversidad amorosa, muy emocionante.
Cuidadoras cuenta con dirección y guion de Martina Matzkin y Gabriela Uassouf, producción de Rocio Pichirili (Groncho Estudio), co-Producción de Marianne Mayer-Beckh (El Otro Film), fotografía de Florencia Mamberti, dirección de arte de Valentina Encina y Edna Mostyszczer, montaje de Coti Donoso y Valeria Racioppi, sonido de Emiliano Biaiñ y Marcos Zoppi, música de Camila Moreno y Paz Kumelen Berti, y coordinación de Post Producción de Agostina Bryk.
Como distingue Matzkin: “Una película nunca está dada, sino que surge a partir de acuerdos que se van encontrando; y ser más, siempre es interesante; algo que a Gabriela y a mí nos gustó mucho pensar, no solo entre nosotras. El cine es un acto colectivo, y terminar de encontrar la película depende de las muchas personas que están delante y detrás de cámara”.