Hay obras que resisten al tiempo y grupos que hacen del tiempo una forma de resistencia. Esse Est Percipi, colectivo teatral rosarino con treinta años de trayectoria, reestrena A la gran masa argentina, una pieza emblemática que vuelve a cobrar vida en el marco de los festejos por el aniversario de la compañía. La cita es todos los sábados de julio y agosto a las 21 en La Orilla Infinita (Colón 2148). Las entradas pueden adquirirse a través de laorillainfinita.com.ar.
Escrita por Gustavo Di Pinto y Enrique Gabenara, A la gran masa argentina es una obra que pone en escena —literal y metafóricamente— los restos y los sueños de una Argentina modelada por el peronismo. Ambientada en una panadería atemporal, la acción se despliega cuando “el patrón” muere llevándose consigo el secreto de la receta. Desde ahí, el elenco interpreta una serie de personajes entrañables que buscan, sin éxito, hacer que la masa leve y se eleve a su destino de grandeza.
“El pan, la masa, la panadería… todo es una gran metáfora de este país”, cuenta Santiago Pereiro, actor, músico y asistente de dirección de esta versión. “Los personajes son reconocibles, cercanos, y van creciendo en expresividad hasta rozar el grotesco. Hay algo muy nuestro en ese modo de narrar”, señala.
No es un detalle menor que quien encarne a la “Evita panadera” sea una mujer que clama por su Juan, mientras amasa con harina real en escena: el costumbrismo convive con lo simbólico, y lo simbólico se vuelve materia teatral.
La obra fue estrenada en 2001 y, desde entonces, ha tenido un recorrido notable en festivales nacionales e internacionales. En 2017 recibió el premio al Mejor Espectáculo de Comedia y la nominación a Mejor Dirección en el Festival Iberoamericano “Cumbre de las Américas” de Mar del Plata. Ahora, con un elenco renovado, vuelve con nuevas capas de lectura. “No es la misma obra. El tiempo, los cuerpos, el contexto y el público la transforman”, dice Pereiro.
La nueva puesta cuenta con Lorena Salvaggio como “La Patrona”, Analía Saccomanno —única integrante del elenco original que continúa—, Laura Fuster, Pablo Fossa, Jorge Ferrucci y el propio Pereiro, también autor de la música original. “Es un reestreno muy especial. Hicimos pequeñas reescrituras en el proceso de ensayo, pero manteniendo la esencia. Hay algo que sigue latiendo con mucha fuerza en ese texto”, señala.
Ese pulso también se refleja en la manera en que Esse Est Percipi concibe sus espectáculos. “Nuestro teatro no es tradicional. Hay una búsqueda constante en la puesta, en los relatos fragmentados, en cómo sostener la atención del público con nuevas formas de ver”, explica. Y agrega: “Muchas veces no seguimos una narrativa lineal, sino que vamos y venimos en el tiempo, superponemos escenas, jugamos con lo inesperado”.
Esa lógica se vio en Adoro esta vida mía, la obra que reestrenaron a comienzos de año, homenaje a la telenovela que llevó al extremo el recurso de la simultaneidad y las escenas fracturadas. En el caso de A la gran masa argentina, el tono se sitúa más cerca del costumbrismo, pero sin abandonar la poética del exceso y la ternura que caracteriza al grupo.
La escenografía reproduce con fidelidad una panadería. Hay harina, hay masa, hay olor a pan. “Es un espectáculo inmersivo, cuidado, que busca conmover y entretener sin perder profundidad. Y ojo: si sos celíaco, te pedimos que consultes antes de venir, porque en escena vuela harina de verdad”, advierte, entre risas, Pereiro.
Instalado en La Orilla Infinita, un espacio teatral que el grupo gestiona y habita, Esse Est Percipi vive un año de celebración con múltiples propuestas. “Nos sentimos muy abrazados por el barrio, la gente viene, se interesa, pregunta qué más va a haber. No siempre es un público teatrero, pero se queda, se entusiasma. Eso para nosotros es un regalo”, dice Santiago.
Treinta años después, el grupo fundado por Gustavo Di Pinto continúa renovando su compromiso con una forma de hacer teatro que combina poesía, cuerpo, política y humor. En ese cruce entre lo colectivo y lo artesanal, entre lo popular y lo experimental, sigue amasando la escena rosarina. Y la masa, por suerte, sigue levándose.