Estallidos de risa se escuchan desde el interior de las paredes del Colegio. Wajdi Mouawad, actor, dramaturgo, director y director del Théâtre de La Colline de París, pronuncia su conferencia inaugural titulada La sombra que escribe en uno mismo, en el marco de su cátedra “La invención de Europa a través de las lenguas y las culturas”. 

Las carcajadas estallan cuando Wajdi Mouawad plantea la paradoja: ¿por qué el Collège de France le pide a él, el vago, que enseñe allí? Tras el exilio de su familia del Líbano y su llegada a París, Wajdi Mouawad, que entonces tenía unos diez años, asistió a una conversación entre su madre y su profesor particular. Le recomienda que deje de “tirar el dinero por la ventana”, porque es “inútil esperar algo” del joven Wajdi. Él “no tiene (en verdad) ninguna chispa de inteligencia”. A pesar de lo “adorable” que es, es simplemente “estúpido” y tiene “algo de vegetal”.

El oráculo ha hablado, se dan las coordenadas de la tragedia y el destino parece estar escrito. Pero la profecía esperada no se cumple. El público está exultante y se ríe de la afrenta de su mera presencia en este alto lugar del saber. Hay un cruce improbable entre el que no es enseñado, designado como un “vegetal”, y el que enseña en el prestigioso Collège de France. 

Al igual que Freud y Lacan, Jacques-Alain Miller enfatiza que la comedia y la risa surgen en un público con la condición de que pertenezca a la misma parroquia. Por lo tanto, los oyentes del Collège de France se reconocen en esta tragedia en curso, al tiempo que se alegran por el giro inesperado que está tomando.

Según Lacan, toda tragedia es la de la “relación del hombre con la palabra, en la medida en que esta relación lo atrapa en su fatalidad”. Es la relación oracular del sujeto con el lenguaje, el modo en que el significante se insinúa en su carne. 

La comedia, por su parte, es “el momento en que el sujeto y el hombre tratan de asumir una relación con el habla diferente de la de la tragedia” recuperando “lo que él mismo se ha de articular como destinado a absorber la substancia y la materia de esa comunión, como el que se aprovecha de ella, goza de ella, la consume”. Por lo tanto, hay una toma trágica, luego un manejo cómico de la misma. Así, en la tragedia se encuentran “la huella y la sombra” de la comedia.

Es el caso de Wajdi Mouawad, que literalmente se “adhiere” a estas palabras de profesor diciendo: “lo maravilloso es que, a diferencia de mi madre, yo le creí”. 

El significante asigna su condición trágica al sujeto al tiempo que le ofrece la cómica posibilidad de liberarse de ella. La materia es la misma, pero el resorte cómico restablece la vida precisamente allí donde el sujeto ha sido arrancado de ella por la mordedura significante. A cada uno le corresponde entonces componer con su propia sombra, encontrar su propio camino, reírse de ella en lugar de llorar por ella, y convertirse de vez en cuando en el poeta -o incluso en el poeta cómico- de su propia tragedia.

 

*Del Blog Psicoanálisis Lacaniano 20/06/2025.