A tres meses de las elecciones legislativas nacionales, donde el peronismo santafesino debe renovar tres bancas, la idea es recuperar el terreno perdido, consolidar lo ganado y ofrecer una alternativa real al gobierno libertario. Eduardo Toniolli, referente del Movimiento Evita, anticipó a Rosario/12 que tiene la voluntad de renovar su banca como diputado nacional. Fue uno de los dirigentes que participó en el armado que permitió ganar a Juan Monteverde las elecciones de concejales del 19 de junio en Rosario, y quiere proyectar esa experiencia hacia todo el territorio provincial "como expresión de un modelo político que busca reconstruir el vínculo entre la dirigencia y su comunidad”.
—¿La idea es transpolar en octubre lo que pasó en Rosario al resto del territorio?
-Exacto. Pero no desde una lógica de laboratorio, sino con una consigna simple: hay que recuperar el diálogo con nuestra comunidad. Hay que dejar de pensar la política como un club de dirigentes hablando entre ellos. Hay que abrir el juego a los que militan todos los días desde una escuela, un comedor, una fábrica, una parroquia. Eso hicimos en Rosario, y por eso ganamos con la lista que encabezó Monteverde. Ahora el desafío es replicarlo. Aparte no solo lo que sucedió en Rosario, sino lo que el peronismo hizo la mayoría de las grandes ciudades de la provincia.
—¿Cómo se construye esa amplitud sin caer en una rosca entre cuatro paredes?
-Abriendo el oído y bajando del pedestal. Hablando con el movimiento obrero, con las organizaciones sociales, con las agrupaciones estudiantiles, con el feminismo. El PJ no puede decidir sus listas en un cónclave entre pocos. Y si no hay PASO, como efectivamente no hay, hay que crear otra instancia de participación. Pero si no, al menos un diálogo honesto, maduro, que nos saque de la lógica de “mi lugar” y nos lleve a preguntarnos ¿cómo construimos poder para nuestro pueblo?
—Por estas horas, tanto Agustín Rossi como Omar Perotti han dejado en claro su decisión protagonizar o tallar en el armado de las listas, ¿hay algún diálogo en ese sentido?
-Hablo con todos los sectores. Con los que mencionaste y con muchos más. Y no sólo políticos. Hablamos con la pastoral social, con curas villeros, con el mundo de la producción, con los gremios. Porque hay una expectativa puesta en el peronismo como única fuerza capaz de construir una alternativa. Y eso implica una responsabilidad enorme que no podemos seguir postergando. No alcanza con ser oposición, hay que tener voluntad de vencer. Y para eso hay que romperse el alma todos los días. No quiero hablar de nombres propios en este momento, no me interesa porque no ayuda a buscar soluciones, voy a citar una frase de las que más me gusta de Perón, que es una frase que ahora repite mucho el compañero Monteverde, al que de a poco estamos peronizando (risas): ”Hay que hablar mucho de las ideas, poco de las cosas y nada de las personas”, con esto describo una actitud en todo caso más que a alguien en particular.
—¿Y cómo se salió del escenario de derrota que venía arrastrando el peronismo?
-Con humildad, con audacia y con organización. En Rosario construimos una mayoría social antes que una mayoría electoral. Nos encontramos en el territorio con compañeros y compañeras con los que veníamos caminando desde hace años, compartiendo luchas, trabajo comunitario, respuestas a la emergencia. El salto fue dejar de competir entre nosotros en las elecciones y construir una propuesta común. Y eso no sólo en Rosario: el peronismo ganó en 10 de las 15 ciudades más importantes de la provincia. Eso demuestra que hay fuerza, que hay esperanza.
. —¿Cómo te parás vos, como dirigente, en este proceso?
-Yo tengo aspiraciones, claro. Pero también tengo historia. No me quedé en la zona de confort. Fui al Congreso, hice mi laburo legislativo, recorrí la provincia, articulé con sectores sociales, aporté a la unidad. Y, sobre todo, tengo una obsesión: ganar. Porque si seguimos perdiendo, la Argentina se hipoteca por décadas. Y no vinimos a la política a transcurrir. Vinimos a transformar.
— ¿Querés ser candidato en octubre?
-Sí, tengo la voluntad de renovar mi banca. Pero no es sólo por una continuidad legislativa. Lo que me mueve es sostener y profundizar un proceso de construcción política que arrancó hace años y que en Rosario tuvo una expresión concreta con la victoria de Monteverde. Eso que se gestó desde lo territorial, lo gremial, lo juvenil, lo comunitario, queremos proyectarlo a toda la provincia, porque creemos que ahí hay una clave para volver a ser alternativa.
. —Pero en octubre hay que armar listas. ¿Cómo se resuelve eso sin PASO?
-Es una complicación enorme. Nosotros dimos la pelea en el Congreso para que no se eliminen. Porque las PASO ordenan. Permiten que las diferencias se resuelvan con la participación popular, no entre gallos y medianoche. Hoy hay que apelar a consensos, pero no a cualquier consenso. No puede tener el mismo peso quien sólo aparece para cerrar listas y después desaparece. Tiene que primar una lógica de construcción real, sostenida, con la comunidad.
—¿Cómo ves a Pullaro y a Milei? ¿Son lo mismo?
-No son lo mismo, pero sí son funcionales entre sí. Milei es un dispositivo del capital financiero internacional. Vino a arrasar con los derechos del pueblo y con las expectativas de una vida digna. Y Pullaro, que arrancó como un político tradicional, entendió que no debía enfrentarlo. Lo imitó, asumió su gestualidad, persiguió docentes, empobreció jubilados, usó la represión como respuesta. Es una política de sumisión. Por eso decimos que también tenemos que confrontar con eso.
—¿Y cuál es "la luz de esperanza"?
-Nuestro pueblo. El que se levanta, el que pelea, el que no resigna su dignidad, veamos lo que sucedió en el momento en el cual la Corte Suprema de Justicia de la Nación proscribió a la principal líder de la oposición, que es Cristina, el pueblo salió a la calle. No hubo un solo freno legislativo a las políticas de Milei que no haya estado acompañado por movilización popular: la marcha del 24 de enero, la defensa de las universidades, los jubilados, las personas con discapacidad. No es una fantasía: ahí está la fuerza real para frenar este modelo. Si confiamos en nuestro pueblo, si volvemos a expresar sus demandas, no sólo representarlas, vamos a construir una mayoría transformadora.
—¿Y cómo se hace para no repetir los errores del pasado?
-No se trata de hacer arqueología interna. Se trata de aprender. De construir una política que no sea sólo nombre propio. Que sea programa, proyecto, pueblo. Si el peronismo vuelve a confiar en su gente, si deja de mirarse el ombligo y empieza a mirar a los ojos de quienes lo sostienen cada día, va a volver a ganar. Y no para volver al poder, sino para volver a soñar. Porque no hay política sin sueños. Y no hay victoria sin pueblo.