Es urgente desmontar el clima epocal de la restauración conservadora. No se trata de reducir las palabras de Pablo Cabrera, militar retirado y presidente de La Libertad Avanza en Punta Indio (Buenos Aires), a una mera expresión infeliz de un individuo moralmente descompuesto. Cuando Cabrera afirma que en su familia “todavía había un Ford Falcon verde aceituna y abría el baúl y olía a justicia”, no solo reivindica con morbosa nostalgia un símbolo de los secuestros y el terroLo general es lo peligroso, lo particular solo un episodio que suma, si no cortamos de cuajo el marco que le da sustento y ese marco es el gobierno libertario.