“Para ellas siempre era una grata sorpresa que un fotógrafo cayera con un ramo de flores”, recuerda Leo Vaca. El fotógrafo estará presentando nuevamente Un abrazo infinito, su serie de retratos de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, realizado durante la pandemia. Esta vez la exhibición de sus obras será en Proyecto Donado (Donado 1710) y se podrá visitar desde este sábado 2: las puertas estarán abiertas de martes a domingos de 14 a 20, hasta el 24.

Lo que inicialmente era un ensayo fotográfico breve, para suplir la imposibilidad de marchar un 24 de marzo, devino un trabajo de dos años, cuando la potencia simbólica de esos retratos se hizo evidente. “Fue un hallazgo ver esos hogares, a esas señoras en sus casas y descubrir en ellas un color nuevo, ¿no? Porque las conocemos de la militancia, de los actos, pero verlas en sus livings, con los retratos de sus hijos, sus familias, mostrando algún recuerdo...”. Al final del proyecto Vaca había retratado a cuarenta Madres y Abuelas, y la muestra se convirtió en un libro -publicado en 2023- que recoge toda la experiencia. Ahora, la exhibición es itinerante y va donde la memoria lo requiera.

En el proceso también aparecieron anécdotas bellísimas, como esa Madre que conservaba aún una “flor de pájaro”, o “Estrelicia”, el último regalo de su hijo desaparecido, y de la que ofrendaba brotes, como forma de mantener viva la memoria de su hijo. “El trabajo se fue dando muy lentamente, yo accedía a ellas cuando desde la Secretaría de Derechos Humanos me informaban que tal o cual Madre me esperaba. Así que la visita era en sus hogares”, recuerda el fotógrafo. Vaca es consciente que su trabajo es un archivo de memoria indispensable. Muchas de las Madres y Abuelas que retrató, lamenta, ya no están. Para algunas de ellas, las que él les tomó fueron las últimas fotografías públicas.

“Leo tomó un punto de vista que es muy de estas señoras que han sufrido en su cuerpo, en sus historias, en su historización como sujeto, el peor desgarro: que le quiten a sus hijos y a sus hijas, y a sus nietos y a sus nietas”, destaca Alejandro Reynoso, gestor de Proyecto Donado y, además, colega de Vaca. “Pero él no hace hincapié en ese dolor y ese desgarro, que claramente está porque es lo que atraviesa la obra por completo y la historia a las que ellas pertenecen, sino que encuentra el amoroso doméstico, el amoroso espacio doméstico y de contexto vital en el que están. Las casas con las fotos, los cuadros, las casas donde hay prendas y ropas, el contexto por ahí de una sierra cordobesa donde se ve el cielo y se ve el verde y se ven los patios y se ven las poesías que escribieron los seres queridos, y los juguetes, los cigarrillos, el mar, los cuadritos, las ventanas de las luces, las luces de las ventanas de sus casas cálidas y amorosas, sus muebles, su respiración vital", señala y pregunta: "¿Cuál es el entorno donde son como las moradas de amor donde se refugian, se refuerzan y desde las que saltan a la acción pública, a la acción social y a la acción comunitaria que todos conocemos y admiramos? Es como si Leo hubiera encontrado en ese lugar a estas personas, no en la calle reclamando, que eso ya lo conocemos y lo admiramos y lo acompañamos, sino en la intimidad de sus espacios, de sus patios y sus bosques. Encontré una sutileza, un amor y una sensibilidad muy especial. Como fotógrafo encuentro que eso es muy rico y muy sutil y una búsqueda muy linda, poder tener ese material acá en Proyecto Donado es un gran placer, gusto, honor y compromiso”, completa.

Vaca trabaja en medios desde 1990. Pasó por El Día, por La Prensa, La Nación, Clarín, Infojus, Télam, Anfibia, Crisis y más. Acumula menciones y premios. Pero pocos trabajos tan significativos como este, que además va ganando fuerza y valor con el correr de los años. 

(Imagen: Leo Vaca)


El cambio de signo político en el país dota a todo de un espesor más dramático aún. “El cambio de color político le da mucha fuerza a este registro. Por un lado, porque muchas de ellas ya se están yendo y quedan los hijos y nietos, herederos de su lucha, y tantas otras personas de la sociedad que valoran y acompañan su gesta de memoria, verdad y justicia, esa lucha por esclarecer y por lo mantener los juicios y condenar a los culpables y seguir buscando a los nietos. Pero que entonces llegue un gobierno a no solo a negar sino a reivindicar las atrocidades cometidas por los militares, me hace pensar mucho como ciudadano y preguntarme si algo que uno pensaba que estaba cerrado en realidad no lo estaba”.

Vaca enumera los espacios de memoria cerrados, las políticas discontinuadas, "y tantas instituciones que si pudieran las eliminarían, pero están viendo de qué manera dañarlas y debilitarlas”, comenta. “Justamente pese a toda esta este maldad que emergió, justamente por eso me parece que está muy bien mantener vivas a estas mujeres que son luz y amor, y que son las verdaderas protagonistas del dolor. Entonces es un muy buen momento para compartir y poder verles sus caras y darnos fuerzas y seguir con la lucha que entendemos que es la que la que vale”.

¿Y las flores? Un regalo, reafirma Vaca. Más allá de la potencia simbólica de asociarla al “florecerán mil flores” y al “no detendrán la primavera”, el suyo –cuenta- era un gesto simple. “Un presente lindo para cualquiera, y más para unas madres tan especiales”.