En los tiempos actuales, donde las fotografías y las selfies conviven confusamente junto a las imágenes creadas por Inteligencia Artificial, lo visual satura y parece ocuparlo todo. Pero a comienzos del siglo XX, fueron muy pocos aquellos pioneros que crearon su propio registro fotográfico de los hechos sociales, políticos y culturales de la época. Uno de ellos fue Joaquín Chiavazza, nacido en Rosario en 1893 y considerado como uno de los primeros reporteros gráficos del país. Con más de sesenta años de trayectoria, trabajó para la revista Caras y Caretas y su posterior desprendimiento Fray Mocho, entre otras publicaciones. También fue corresponsal de La Razón y El Gráfico. En Rosario, se desempeñó en La Capital y en los vespertinos La Reacción y Reflejos. Además, formó parte de la publicación Tribuna, del Partido Democráta Progresista, que en 1950 fue vendida a sus trabajadores y se transformó en un diario llamado La Tribuna. Revalorizando el imprescindible registro fotográfico de Chiavazza, el viernes 8 de agosto se presentará el libro Allí estuvo, en la Biblioteca Argentina “Juan Álvarez”, realizado por Rubén “Benchi” Chiavazza, su nieto. La publicación incluye más de 260 fotos, la mayoría inéditas, además de notas periodísticas, información de archivos y su propio álbum familiar.

Joaquín Chiavazza.
 
 

 

Entrevistado por Rosario12, el abogado (y fotográfo) Rubén Chiavazza se refiere sobre la idea original del libro: “Durante la pandemia, cuando tuvimos tiempo de hacer y remover cosas que normalmente no hacemos, me encontré con negativos de Joaquín, que no son los que hay también en el Museo de la Ciudad, donde donamos miles de ellos. La pretensión del libro es contribuir a la historia de Rosario, difundir su obra. Son más de 260 fotos que no se publicaron en ningún lado. Así que se me ocurrió publicarlas, y la prueba de galera me sirvió para buscar sponsors. También le interesó la propuesta al intendente Javkin. Conseguí un subsidio que fue exiguo, pero que posibilitó que se publique el libro. Es una edición propia y el diseñador gráfico fue Lucas Mililli, que hizo un lindo trabajo”.

“Yo soy el único nieto de Joaquín y viví muchos años junto a él en nuestra casa de Italia 1750. Ahí vivió él con su esposa (mi abuela Dionisia), mi papá, mi mamá y yo. Era una casa enorme, con un gran laboratorio. El laboratorio es un ámbito mágico, atractivo, con el olor intenso de la hidroquinona y el sulfito de sodio, que aún hoy me parecen sentirlo, remontándome a recuerdos de mi infancia. Yo me crié en ese laboratorio, desde chiquito tuve la curiosidad de ver aparecer las imágenes en blanco y negro, me pareció una cosa como de magia. Y era también muy lindo estar con Joaquín afuera, en la calle, porque él estaba en los hechos noticiables, era casi un fotógrafo de guerra. Fue el primer reportero gráfico y fotoperiodista de Rosario, y de los primeros del país”, sostiene Chiavazza.

Respecto a la infancia y juventud de Joaquín, su nieto recuerda que “su padre era carpintero y la madre cocinera. Vivían en una casa de calle Paraguay y San Luis. La casa tenía un jardín muy amplio, donde una vez encontraron un león que se había escapado de un circo de por ahí cerca. Así era Rosario a principios del siglo XX. El padre quiso introducir a Joaquín en el mundo de las carpinterías, pero a él siempre le gustó la calle. Empezó de canillita y terminó haciendo los diarios, le llamó la atención poner las fotos de los diarios. Fue un autodidacta y contaba que un día, estando en la calle, pasó un tipo con una caja y le dijo que era una cámara de sacar fotos. Lo acompañó a la farmacia, donde en ese entonces se revelaban, y se ve que le gustó”.

“Como empleo formal, empezó en el Ministerio de Obras Públicas. Y el 17 de mayo de 1912, con 19 años, en la revista Caras y Caretas, que fue la primera revista que tuvo fotoperiodismo. Luego trabajó en el diario Reflejos, que empezó a circular en 1915. Ahí fue compañero del artista Julio Vanzo, que le hizo el retrato que ahora usamos como portada del libro. También estuvo en la publicación Tribuna, que cuando era del PDP seguía la campaña de Lisandro de la Torre y de Enzo Bordabehere. Dicen que no le gustaban las fotos a de la Torre, que se tapaba la herida que había tenido en su duelo con Yrigoyen, pero con Joaquín tenía cierta onda”, revela Chiavazza.

El libro Allí estuvo, recientemente editado, posee doce capítulos que abordan la apasionante vida y obra de Joaquín Chiavazza. Contiene un exhaustivo registro fotográfico que retrata la vida social, política, artística y cultural de Rosario, desde principios del siglo XX hasta fines de la década del ’60. Huelgas y actos políticos, coberturas de partidos de los equipos rosarinos, bailes populares, procesiones religiosas y hasta las primeras fotografías aéreas de Rosario, donde puede apreciarse la construcción del Monumento a la Bandera. Parte importante de la historia rosarina ha sido eternizada por la inquieta óptica de Chiavazza.

Su nieto rememora la cobertura de un hecho político histórico: “Tenía fotos de Joaquín Penina, no me acuerdo si eran del fusilamiento o la detención. Penina fue un anarquista catalán detenido en el régimen de Uriburu, donde prohibieron toda manifestación y podían ser fusilados los que protestaran. En Rosario detuvieron a cuatro trabajadores, entre ellos Penina, que tenía 25 o 26 años y fue el primer desaparecido, porque nunca apareció su cuerpo. A Joaquín le permitieron sacar fotos porque el gobierno tenía interés en publicarlas, para buscar disciplinamiento”.

“En 1917 hubo una huelga de policías en la ciudad, porque hacía seis meses que no cobraban. Hacían ciertas marchas de protesta, hasta que fueron reprimidos por el Ejército. Hubo un enfrentamiento en inmediaciones de la plaza Sarmiento y murieron seis policías. Joaquín estaba con su bicicleta y la cámara. Y también participó en el Rosariazo, en 1969. El viejo ya llevaba más de cincuenta años sacando fotos”, aporta el realizador del libro.

Las visitas de Evita y Juan Domingo Perón también pasaron bajo la lente de Chiavazza: “Tengo muchas fotos de Perón en Rosario. La más conocida es de cuando vino como coronel a un acto público en la cancha de Newell’s, el 23 de junio de 1944. La gente estaba en el césped y él en la tribuna de la visera. Yo tengo registrado que Perón y Evita vinieron cuatro veces a Rosario”.

Respecto a la cobertura fotográfica de Joaquín en el deporte, su nieto Rubén aporta: “Los domingos eran agitados en nuestra casa de calle Italia. Los partidos empezaban a las tres de la tarde, terminaban a las cinco o seis y veníamos volando a casa, para revelar, empaquetar las fotos e ir corriendo a Rosario Norte, donde venía el tren que llevaba las fotos a Buenos Aires, cosa que al amanecer ya estuvieran ahí. Eso era para los diarios La Razón y La Prensa. Para El Gráfico no había tanta urgencia, porque salía después”.

“Joaquín era hincha de Newell’s, y cuando se jugaba el clásico se ponía a sacar fotos detrás del arco de Central. Cuando se jugaba en cancha de Central lo puteaban, igual que a todos los que sacaban fotos detrás del arco, porque era como que esperaban que les hagan un gol. Cuando Newell’s ganaba, invitaba a los jugadores a festejar con orquesta en vivo de tango a nuestra casa. Así fue como tengo dos tíos que jugaron en Newell’s, porque en mi casa José Fabrini conoció a Ada Chiavazza, hija de Joaquín, con quien se casó. Y Norberto Pairoux se casó con una hermana de mi mamá”, cuenta Chiavazza.

Su gran vocación y dedicación permaneció hasta sus últimos días: “Se jubiló en la década del ‘60, pero después siguió trabajando. Seguía haciendo el diario y sacando fotos. Su gran pasión lo motivaba a no parar. Seguía en el ruedo apoyado por Blas Persia, gran colega y amigo, que era veinte años más joven. Los dos últimos años de su vida estuvo bastante recluido por problemas de salud, y falleció en 1976. Era un tipo de espíritu muy jocoso, irónico, de poner sobrenombres, un tipo muy querido”.

“Joaquín era un personaje de la ciudad. Incluso hay reportajes hechos a él, que yo publico en el libro. Por la calle iba saludando a medio mundo y sacaba fotos también en la cotidianidad, en las calles, a los vendedores. Estaba en las antípodas de los fotógrafos de plaza, que están sentados y con una cámara con trípode. Él era un cohete, estaba en todos lados. De ahí viene un poco el título del libro. Creo que no hubo acontecimiento histórico importante en más de 50 años que Joaquín no haya registrado, ni un día en que no haya sacado fotos”, resume Chiavazza.