Hay una idea de identidad, de destino inevitable, en el hecho de que Bandalos Chinos haya bautizado Vándalos a su nuevo disco. Como si la banda recorriera un camino secreto pero preestablecido, trazado desde hace mucho tiempo, donde el azar, la ironía y la permanente búsqueda –juguetona, febril, pop– forman parte de un trayecto estético y musical extraño pero previsto.
"Nunca fui un campeón", admite, o tal vez miente, la canción "El único romántico", con dargelósica cadencia, justo en el momento en que Bandalos Chinos sí es, evidentemente, un grupo campeón: hoy la banda tiene la copa en sus manos, construye el sueño del mito propio y una agenda de conciertos literalmente planetaria.
Defendiendo esa vocación de sorprender con la que supo chapear en el NO, la banda está haciendo del vivo, su lugar: acaban de tocar en Córdoba, Rosario y en el Planetario (para la fiesta del canal de streaming Olga), preparan su gala en el Movistar Arena para este jueves 14/8 y paladean un world tour con todas las letras: Chile, Uruguay, Perú, Guatemala, El Salvador, España, México, Costa Rica, Colombia y más de una decena de fechas en Estados Unidos.
Los Chinos se han convertido en Vándalos justo en su momento más refinado, cuando se permiten unir Beccar con New York y Berlín, haciendo de su música un juego de "Mentira", descaro y seducción.
Desde aquellos tiempos en los que el cantante Goyo Degano, con su tatuaje del Profesor Miyagi, le ganara de mano ¡por dos años! al revival karatekidesco que supuso la serie Cobra Kai; hasta aquella residencia de diez sold outs al hilo en Niceto Club, Bandalos Chinos lleva años subiendo a un podio que siempre parece tener un peldaño más.