El consumo se contrajo 5,5 por ciento en noviembre en relación al mismo período el año pasado. El impacto de la aceleración de la inflación sobre la capacidad de compra de los salarios, la destrucción de puestos de trabajo, el desmantelamiento de las capacidades estatales en materia de administración de precios, la política monetaria contractiva, la reducción en la inversión estatal y el parate en la actividad económica son algunos de los elementos que impactan de frente sobre la demanda de alimentos, bebidas y electrodomésticos. 

La caída mensual del Indicador Mensual de Consumo (IMC) elaborado por el Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala es la undécima consecutiva y la más pronunciada del año. En los primeros once meses del año el rojo en el IMC llega a 3,3 por ciento. La serie sin estacionalidad del indicador publicado ayer registró una nueva caída (0,1 por ciento mensual) que ubicó al consumo en niveles similares a los registrados durante 2010. 

Los datos sobre la contracción en los niveles de consumo se repiten en los distintos indicadores de cámaras empresarias, universidades y consultoras privadas. La firma Scentia difundió un informe donde releva una contracción del 5,9 por ciento interanual en noviembre en los volúmenes vendidos en grandes cadenas y mercados de cercanías. En los rubros “Perecedero+frío” y “Limpieza de ropa y hogar” las bajas fueron superiores al 10 por ciento. Para el acumulado del año la baja en las cantidades vendidas asciende hasta 4,5 por ciento. De acuerdo a esa consultora noviembre fue un “mes record en caída de transacciones para las grandes superficies, completando así el peor trimestre”. 

“La caída del consumo se sostiene en el tiempo, y golpea a los más vulnerables”, advierten en su último informe los investigadores del instituto que depende de ATE Capital y la Unión de los Trabajadores de la Educación. El consumo privado es el principal componente del PIB. Alcanza las tres cuartas partes del Producto mientras que la porción restante se divide entre los otros elementos de la demanda agregada: el gasto público, la inversión y las exportaciones netas. Por eso, sin realizar consideraciones sociales ni políticas, el protagonismo del consumo revela que más allá de las iniciativas oficiales para “volver al mundo” (exportaciones) y “seducir al capital” (inversiones), el crecimiento depende de una expansión del mercado interno liderada por la mejora en los salarios y los niveles de empleo.

“Los sectores urbanos medio-bajos, sobre todos en el interior del país, fueron los que absorbieron la mayor parte del impacto del incremento de precios. Esto deja en evidencia la insuficiencia de las políticas compensatorias aplicadas por el Gobierno y la necesidad de repensar la política de ingresos considerando los impactos diferenciales que tiene la inflación sobre los ingresos de los sectores más vulnerables”, sostienen desde el ITE. 

La disparidad existente en términos del impacto de las medidas económicas del Gobierno queda en evidencia con los datos de los concesionarios. De acuerdo a las cifras de Acara la pick up Hilux de Toyota fue el cero kilómetro más elegido entre enero y octubre de este año, con un total de 28.144 unidades patentadas. “Esto se debe a la gran transferencia de recursos que realizó la nueva gestión a principio de año en favor de los sectores vinculados al agro, con la baja de los derechos de exportación y la devaluación del tipo de cambio”, afirman los investigadores de la Fundación Germán Abdala. 

El flamante Índice Hecho en Argentina (IHA) elaborado desde la carrera de Economía del Desarrollo de la Universidad de Quilmes expone una dimensión adicional de la caída del consumo. El datos difiere de las estadísticas públicas y privadas ya que no contempla las importaciones ni las exportaciones y ofrece así una estimación para el consumo interno de “productos nacionales”. Así, durante los primeros nueve meses del año la demanda de productos industriales de fabricación nacional en el mercado interno acumula una caída de 8,3 por ciento en relación al mismo período el año pasado. La caída observada durante los primeros tres trimestres de 2016 se presentan como la más significativa de los últimos doce años. Si la trayectoria observada durante los primeros nueve meses del año se confirma, la merma del consumo superará con amplitud los otros dos episodios de contracción recientes: en 2009 el consumo de bienes nacionales retrocedió 5,4 por ciento y durante 2014 la contracción llegó a 4,6 por ciento. 

“En definitiva, lo que se observa es que  sectores de altos ingresos pudieron sortear  la tendencia generalizada a la caída de los ingresos reales y no bajaron su consumo”, concluyen los investigadores.