Entre la marejada habla como si copiara la corriente del río. Parece un fruto salido de esas aguas porque su vida entera sucede a la orilla del Bermejo, un río dibujado en el piso por una línea de luces fosforescentes. En un mismo cuerpo habitan Javi y Yani gracias a las cualidades de la actriz Delfina Colombo. Si bien el que habla es Javi y Delfina Colombo lo interpreta con esa fragancia loca de la juventud donde el chico que se gana la vida poniendo un ladrillo encima del otro se deleita con la cumbia, los demás personajes se asoman como una expresión de su relato, atravesados por él sin mutar hacia una caracterización sino como figuras que lo ayudan a construir la historia.

Entre la miseria, Javi quiere ser feliz, entonces se enamora de Yani y la voz de ella aparece en el cuerpo ágil de la actriz por ráfagas porque, en realidad, tanto Yani como Lupe, la hija que tuvieron juntos, son una ausencia.

Javi nos cuenta de ese amor de uno y otro lado del Bermejo, una frontera cruel que separa Chaco de Formosa y que aquí es la asimilación poética de un drama. Fabián Diaz propone una dramaturgia desde la voz, donde la similitud con ese joven que habla y deviene en narrador de una historia realista y onírica, se expresa en un fraseo poético como si encontrara en la desolación cierta libertad en las palabras o como si quisiera descubrir en ese joven que desordena la paz del río con su moto y sus parlantes para zarandearse con la cumbia, un saber, una poesía que surge de una observación y no de una voluntad mimética.

Hay una felicidad en coger con Yani todo el tiempo y en ver nacer y crecer a esa hija que tuvieron juntos, una fascinación y un enamoramiento frente a esas dos mujeres que vuelve bello el desierto de la pobreza y que demuestra una comprensión del autor y la actriz de ese mundo escindido que hace síntesis en la actuación gracias a la dirección de Iván Moschner.

A la intemperie, con el Bermejo como casa y refugio, los jóvenes bailan y cogen, allí la niña tira sus juguetes como si fuera rica, como si el río la inundara de una abundancia fantasiosa. Fabián Diaz rechaza la idea de poner las condiciones sociales por encima del imaginario de su personaje, prefiere responder a la crueldad del policía que no deja pasar a Javi del otro lado del río para ver a su novia y a su hija durante los meses de pandemia, con una alegría mancillada, con una energía diáfana que no niega la imposibilidad pero que se enfrenta a ella con esa imaginación audaz propia de la inocencia porque estos personajes todavía son adolescentes.

Iván Moschner dirige Pibitxs del río con la musicalidad de ese fraseo que propone la dramaturgia. Moschner fue el actor de Los hombres vuelven al monte, otro texto de Fabián Diaz que, más allá de la diferencia temática funcionaba también desde una voz que hacía surgir los personajes como una forma de diálogo que sucedía en la cabeza del narrador/protagonista. La temporalidad responde a la narración: el presente de la escena es un pasado y la resolución de la trama se da desde lo onírico. El relato trasmuta en epopeya cuando Javi decide cruzar el río Bermejo para pasar del Chaco a Formosa donde están Yani y Lupe. Confía en su conocimiento del río, en cierta complicidad que esas aguas y él establecieron durante toda su vida. La situación se perfila como trágica, intuimos que este personaje no va a lograr su cometido pero en Pibitxs del río importa mucho menos la materialidad de la situación que esa ilusión entre infantil y mágica que es capaz de cambiar los hechos. La escenografía de Mirella Hoijman entiende esta manifestación del lenguaje y plantea, en una pequeña escala, una casita construida con unos pocos ladrillos como si todo el trazado del espacio respondiera a un juego infantil. Asumir la ficción es un hallazgo del diseño del espacio y la puesta en escena.

El cuerpo entregado al río se enreda entre juguetes y se salva gracias a ese ensueño, a esa capacidad de imaginar como si el alma se desprendiera y camina sola hacia la casa de las mujeres amadas para vivir un último encuentro espectral

Pibitxs del río se presenta los jueves a las 21 en el Teatro El Grito.