Todo documento de civilización 8 puntos
Argentina, 2024
Dirección y guion: Tatiana Mazú González
Duración: 88 minutos
Intérpretes: Mónica Raquel Alegre.
Disponible exclusivamente en la Sala Lugones, Av. Corrientes 1530.
El asesinato y desaparición del adolescente Luciano Arruga a manos de la policía, con la complicidad de muchos sectores del Estado, es uno de los hechos más gráves desde el retorno de la democracia. Emergente de la violencia que reciben los jóvenes de clases bajas y trabajadoras por parte de las fuerzas de seguridad, su muerte se convirtió en un símbolo. Un grito colectivo en el reclamo contra el abuso institucional y la falta de políticas que articulen un protocolo adecuado, para que este tipo de abordajes policiales dejen de representar situaciones de riesgo para los chicos. También es el punto de partida que toma la cineasta Tatiana Mazú González en su documental Todo documento de civilización, ensayo cinematográfico que además es un manifiesto estético revulsivo, y una declaración política expresada fuerte y claro.
El mayor desafío al que se enfrenta Mazú González nace de la necesidad de lidiar con la ausencia de su protagonista, que la obliga a encontrar las herramientas adecuadas para restituir su presencia por otros medios. Con esa intención, la directora crea una red en la que imágenes, sonidos y distintos documentos se cruzan y superponen para articular el perfil de una tragedia. El más notorio de estos recursos consiste en una serie de planos fijos, con los que la película traza un mapa visual del último lugar en el que Luciano fue visto con vida: el cruce entre las avenidas General Paz y Emilio Castro.
Esa intersección no solo marca un punto concreto en el mapa, sino que la película deposita en él un enorme peso simbólico. Ahí queda expuesta una frontera sobre las que se acumulan capas de sentido y de tiempo. Porque la General Paz, en especial en su tramo sur, no solo separa a la ciudad de Buenos Aires de la provincia homónima. También representa una cicatriz cultural, cuyos márgenes dividen de forma muy diáfana los dos términos del díptico sarmientino: a un lado la civilización, del otro la barbarie. La directora rescata documentos de la década del ‘30, cuando la famosa avenida de circunvalación de la ciudad era solo un proyecto, en el que esa idea ya era expuesta sin ambages.
Así como Mazú González es muy consciente del peso de la ausencia en su película, también lo es del valor que tienen las imágenes, y trabaja con ellas moviéndose entre lo plástico y lo práctico. Aquellos planos nocturnos del cruce de avenidas son ricos en reflejos, sombras y distorsiones que recrean a la perfección la atmosfera del lugar. Pero también se vale de las que forman parte del recorrido virtual de Google Earth, para revelar las marcas de Luciano que aún persisten en el lugar de su desaparición, descubriendo en el trayecto varios afiches que siguen pidiendo justicia para él.
Otro recurso con el que Todo documento de civilización conjura la ausencia es la palabra, a través de la voz de Mónica Raquel Alegre, la mamá de Luciano. A partir de una serie de charlas con la directora, es ella la que consigue el milagro de que la película se convierta en un hogar que su hijo podrá habitar para siempre, en un eterno presente. Y hablando de él logra darle forma a una radiografía muy dolorosa de ese país monstruoso en el que se ha ido convirtiendo la Argentina.
“Cada vez nos van restringiendo más, nos sacan más cosas, para que cada vez podamos menos. Que cada vez tengamos menos: menos estudio, menos acceso, menos recreación, menos vacaciones. Hay ladrones que nos robaron casi todo un país y a ellos no los desaparecen, ni los tiran en la General Paz para que parezca un accidente. ¿Por qué ellos siguen ahí y mi hijo no tiene esa posibilidad?”, dice Mónica. Luciano fue asesinado en 2009, pero podría haber sido ayer o podría ser mañana. Por desgracia, nada cambió para mejor y Todo documento de civilización lo expone con una certeza abrumadora.