El gobernador Maximiliano Pullaro puede ponerle un marco y colgar el cuadro en su despacho: El 67% de los convencionales constituyentes aprobó la cláusula que lo habilita a disputar otra vez su cargo en 2027. Con la reelección para el gobernador todos estaban de acuerdo, pero un 33% pretendía que la opción fuera para el mandatario que jurara por la nueva Carta Magna. Los convencionales de Unidos resolvieron rápido el dilema institucional al señalar que lo primero que hará Pullaro “será jurar por la nueva Constitución una vez que esté lista”. Sencillo.
El peronismo exhibió una vez más sus diferencias y reflotaron las astillas del accidentado cierre de listas de febrero. Más para Santa Fe acompañó los dictámenes de mayoría, pero se dividió en la cláusula transitoria que habilita la reelección de Pullaro. Siete de los doce convencionales acompañaron con su voto: Rubén Pirola, Alcides Calvo, Armando Traferri, Alejandra Rodenas, Osvaldo Sosa, Jaquelina Balangione y Patricia Boni. Del lado de Activemos, el sector que orienta el senador Marcelo Lewandowski, también se abrieron dos votos a favor, el de la dirigente industrial María Eugenia Martínez y el de la representante de La Bancaria Victoria Capoccetti.
Y no terminó ahí porque el Perottismo resaltó que muchos de los que votaron habilitar la reelección del actual gobernador “nos querían echar del partido” por haber apoyado la ley de Necesidad de la Reforma. “Había entendido que la orden, que buscaron imponer con amenazas las cabezas del PJ, era no habilitar la Reforma Constitucional porque implicaba darle la reelección a Pullaro. Tres Doritos después... ese mismo sector votó y habilitó la reelección de Pullaro”, escribió en su cuenta de X la diputada provincial Celia Arena.
El principal objetivo de la Reforma Constitucional, nunca expuesto de manera explícita, está cumplido. Pero en esto, ni Pullaro ni Santa Fe son distintos. Las reformas constitucionales siempre tienen metas y surgen de necesidades más políticas que institucionales. Y si hubo que esperar 63 años para modernizar la Carta Magna provincial fue por mezquindades políticas y no porque no fuera necesario hasta ahora aggiornar el texto constitucional a nuestros días. Antonio Bonfatti y Miguel Lifschitz no consiguieron declarar la necesidad de la reforma porque ninguno quería darle al otro la posibilidad de ser reelecto. Lo mismo en el peronismo en épocas de Carlos Reutemann y Jorge Obeid que tenían pactada la alternancia en el sillón del Brigadier. La oposición miraba de afuera y decía “si no se apoyan entre ustedes, ni nos miren a nosotros”.
Pullaro no tiene adversarios internos que puedan (no es que no quieran) disputar su liderazgo y por eso tiene en el bolso su reelección. El peronismo que acompañó lo único que hace es reconocer esta situación. Además, no falta aquel que calcula que es mejor enfrentar al actual gobernador dentro de dos años que a una figura renovada y sin el desgaste de la gestión.
Hay un error de apreciación en las lecturas de los votos conseguidos por el gobernador en las elecciones de este año. Las matemáticas indican que obtuvo unos 500 mil votos menos que en 2023, y es así. Pero la lectura más fina sugiere que no los perdió sólo por un desgaste de su figura sino que le tocó dividir votos por tres por la aparición de La Libertad Avanza que no existía hace dos años cuando Unidos sólo disputó con el peronismo.
La tercera pelea del año
Ahora se viene la compulsa por los diputados nacionales por Santa Fe y quedó plasmado otra vez un escenario de tercios. La lista del oficialismo provincial que encabeza la vicegobernadora Gisela Scaglia encara una campaña bifronte. Critica con mesura y se diferencia del gobierno de Javier Milei pero sin dejar de recordar que “no se puede volver al populismo” o que “Nestor Kirchner fue el peor presidente de la historia” como increíblemente aseguró Pullaro en una entrevista nacional.
Cuando se divide por tres -se sabe- el peronismo santafesino revuelto y sin liderazgo como está, es competitivo. Así fue en 2019 cuando disputaron el Frente Progresista, el PRO y el peronismo se alzó con la victoria de la mano de Omar Perotti. Cuatro años después, a Lewandowski le tocó enfrentar solo a todo el antiperonismo unido y no le alcanzó.
Los resultados en la Convención Constituyente también sirven. El apoyo allende las fronteras de los convencionales oficialistas es muy importante para las aspiraciones del Pullarismo. “Estamos viendo un país donde algunos espacios no pueden ni hacer cien metros de campaña caminando porque les tiran piedras. Por el contrario, acá vemos un proceso ejemplar y creo que eso es importante”, aseguró el ministro de Obras Públicas de Santa Fe (que reñido con toda norma sigue siendo también senador provincial en suspenso) Lisandro Enrico.
Una concesión ahí
Enrico advierte que las piedras contra los hermanos Milei y José Espert en Lomas de Zamora, no sólo pueden atribuirse al despliegue peronista en un territorio alambrado sino que -como ocurrió también en Corrientes- es una manifestación más amplia de hartazgo y decepción que terminó de cristalizarse con la explosión de los audios que expusieron las coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad. Mientras se robaban la plata de los insumos médicos recortaban y aún lo hacen con toda crueldad, las pensiones a las personas con discapacidad. La sociedad argentina no tiene más margen para tolerar estas acciones.
Lo que deberían empezar a advertir, y algo de eso se vió en el desarrollo de la Convención Reformadora, es que también se encontró un límite a la batalla contra los sindicatos. La movilización de los estatales de Santa Fe y la oposición hicieron retroceder en sus pretensiones al gobierno de Unidos que no quería declarar intransferible a la Caja de Jubilaciones ni blindar la movilidad jubilatoria. Después de que con represión y a escondidas, había aprobado la vergonzosa reforma previsional que descarga en el bolsillo de jubilados y trabajadores todo el peso por el abultado déficit de exclusiva responsabilidad política.
Pullaro ha hecho una bandera de su enfrentamiento con los gremios del Estado provincial. Llegó a decir "conmigo los sindicalistas la van a pasar mal". Nunca pudo despejar del todo que esa amenaza también recaía sobre los agentes públicos. Que la gente no esté enamorada de los gremialistas no quiere decir que no vuelva a refugiarse en ellos cuando -está medido- seis de cada diez trabajadores argentinos no tuvieron ni un aumento de sueldo durante todo este año.
Si no, hay que preguntarle a la abogada ahora mileísta Florencia Arietto que esta semana tuvo que salir corriendo de Firmat a donde había llegado hasta la fábrica Vasalli para "liberar a la producción nacional de la mafia de la UOM". La planta que hace cosechadoras debe tres meses de sueldo y los obreros metalúrgicos furiosos no dudaron en echar a los gritos a la oportunista dirigente libertaria.