La última semana o diez días han sido vertiginosos y en caída libre para el gobierno, que no solo no logra encauzar la economía, sino que tampoco pudo armar un relato consistente a partir de la filtración de los audios de Diego Spagnuolo. La corrupción puesta sobre la mesa (a la que el gobierno ni siquiera atinó a desmentir) parece ser la gota que colmó el vaso.
El rechazo en las calles de Lomas de Zamora (localidad considerada hostil por los analistas económicos), en plena campaña electoral bonaerense parece una muestra bastante contundente del malestar social, agravado por el 3% que habría ido al bolsillo de Karina y por ende, a Javier Milei mismo. El discurso oficial intentó victimizarse ante el ataque de un brócoli volador, que incluyó una foto con una piedra digitalmente, y apuntó a un enemigo kirchnerista, pero no parece ser suficiente.
Hay quienes dicen que cierto grado de corrupción es tolerable mientras la economía vaya bien. Los audios aparecieron en el momento más inestable económicamente hablando de la gestión, con un dólar en ascenso en los últimos meses, una inflación baja que no se percibe en los bolsillos y unos salarios cada vez más golpeados en su poder adquisitivo.
Si bien el gobierno puede acusar que se trata de una operación, en pleno contexto electoral, eso no le quita veracidad y con los ánimos tan caldeados, el discurso oficial no tiene la aceptación a la que estaban acostumbrados. El paralelismo con la foto de Olivos se hace eco en los análisis.
A nivel político, el gobierno venía golpeado por las derrotas legislativas y esta semana se le sumó el poder judicial, ordenando por ejemplo a Caputo que brinde información detallada sobre el acuerdo con el FMI. Parece que ahora todos se le animan, ni hablar de quienes tienen más aire para reiterar denuncias en otros distritos, como por ejemplo la retención salarial a empleados de entes como el Pami.
El nivel de enfrentamiento y desgaste es total, sin mencionar el conflicto financiero (cuya complejidad me impide entrar en detalles) y el desgaste interno, alimentado ahora por las sospechas con los nuevos audios filtrados de la hermana presidencial.
Ahora todos los ojos están puestos en las urnas bonaerenses del domingo 7 de septiembre, en donde debería verse el impacto electoral de la economía y la corrupción. El escepticismo, fruto de las elecciones que nos preceden en este 2025, impide ser optimista al respecto ¿La corrupción libertaria profundizará la tendencia de baja asistencia electoral o, por el contrario, empujará a la gente a castigar al gobierno nacional en las urnas? ¿A quiénes migrarán los votos de los votantes de Milei decepcionados? ¿Irán a votar o se quedarán en sus casas “porque todos los políticos son iguales”? Solo queda esperar al resultado del escrutinio.
Ariadna Navone Sarubbi