Cuatro de los ocho integrantes de la patota homofóbica que molió a golpes el 1 de diciembre a Jonathan Castellari, un joven gay de 25 años, fueron detenidos por orden de la fiscal Paula Asaro, a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal de Instrucción N° 49. Por la tarde, el juez Alberto Baños le tomó declaración indagatoria a tres de los imputados. La causa, de acuerdo al avance de la investigación, sería caratulada como “tentativa de homicidio agravado”, por la orientación sexual de la víctima. Según dejaron trascender fuentes judiciales, dos de los detenidos son hijos de un importante corredor inmobiliario y otro hijo de un gerente de una petrolera.

El grupo de ocho hombres, de entre 20 y 25 años, que molieron a patadas y trompadas –le rompieron varios dientes y le produjeron una fractura en la zona orbital por la que casi pierde un ojo– al integrante del equipo de rugby Ciervos Pampas, un equipo que lucha por la visibilización de los derechos LGBT en el deporte, quedaron registrados en las cámaras de seguridad del McDonald’s de Avenida Córdoba al 3100, donde ocurrió la agresión. Las imágenes sumadas a las declaraciones de testigos permitieron identificar a los violentos homofóbicos.

Gastón Llopart, abogado, miembro del Ciervos Pampas Club, confirmó a PáginaI12 las detenciones y explicó que “se logró la identificación en base a la grabación de las cámaras del local. Pero, además, hubo testigos presenciales que aportaron datos a la causa”. 

De acuerdo al letrado, la carátula de la causa dependerá de lo que pase durante las indagatorias, que ayer eran realizadas por el juez de la causa, y que posiblemente se extiendan durante lo que resta de la semana.

LLopart sostuvo que “lo que corresponde es que la carátula avance hacia la tentativa agravada, ya que en 2012, en lo que se conoce como ley de femicidio, se agregó como agravante, tanto para el homicidio como las lesiones, la condición sexual y la identidad de género”.

De acuerdo al abogado, tras la brutal paliza “Jonathan se está recuperando físicamente –estuvo varios días internado—, aunque tiene un hundimiento en el hueso sobre el párpado. Permanece bajo tratamiento psiquiátrico y con miedo a salir a la calle”, remarcó.

Algo similar le ocurre a Sebastián Sierra, el amigo que se encontraba con Jonathan en local de comidas rápidas, quien comenzó a sentir el impacto emocional de la exposición pública a la que se sometió los días siguientes al ataque, para tratar de explicar lo inexplicable. Aunque no por inexplicable deja de ser un hecho que se repite: gays, lesbianas, trans o cualquier manifestación de diversidad sexual agredidos en las calles.

En este sentido, la presidenta de 100% Diversidad y Derechos, Greta Pena, organización que acompañó a los jóvenes en su denuncia, dijo a este diario que “está agresión no la entendemos como un hecho aislado. Unos días antes, el 18 de noviembre, durante la desconcentración de la Marcha del Orgullo, en la calle Montevideo, salió un tipo con un palo de hockey que empezó a pegar a mansalva, al grito de ‘putos de mierda’, e hirió a cuatro chicos. Es un fenómeno social que tiene que ser visibilizado. Análogamente tenemos el caso de las lesbianas, que por lo general no nos pegan, pero nos echan cuando nos ven juntas: pasó en Morón, en Constitución, en la Biela, en una plaza de Córdoba”. Por eso, la activista reclamó que “se aplique la ley que sanciona los delitos en los que media la violencia de género y los crímenes de odio contra gays, lesbianas y personas trans”. 

El día de la agresión, Jonathan había salido del boliche Glam junto a su amigo Sebastián. No eran todavía las 7 de la mañana, y mientras esperaban un pedido en el Mc Donalds, la patota comenzó a burlarse de ellos. Para bajar la tensión, Jonathan salió a fumar un cigarrillo, mientras que Sierra se quedó en el local. Atrás de él fue la patota que lo molió a golpes hasta dejarlo todo ensangrentado.