Huellas: relatos y poesías es el nuevo libro de Jorge Yunis, psicoanalista en Santa Fe, publicado por Editorial Autores de Argentina.  

Cada libro es portador de un secreto primal, es decir, suele estar sostenido en imágenes que representaron aquello que el autor dijo, pero que éste jamás menciona.

Allí no sólo está la actitud del libro, sino su fuerza. Es prácticamente imposible llegar a esas imágenes por fuera de lo que el autor se permita confesar.

A su vez, toda obra frecuenta pinceladas imperceptibles de ocultas confidencias. No obstante, una obra es más que esa confesión, es una ventana que nos permite, parafraseando un fragmento del cuento Carmen, más que ver, intuir otra cosa.

Presiento que Yunis (Jorge) escribe con el filo de los cortes con que observa, con el ímpetu de no esconderse frente a la desbocada desesperación, incluso sin condescender despilfarrando vanas esperanzas, que acaso sólo atenúan el coraje de aceptar la vida con todo lo que ello implica. Escribe como contemplando a un animal salvaje, y lo hace ya no sin miedo, sino sin titubeos, lo que es más difícil.

Jorge Yunis es psicoanalista, pero esa extraña forma con que solemos definir a las personas no es más que una ligera manera que tenemos de dilapidarla. Es decir, esa manera de definirlas impide que contemplemos la viga del espíritu con la cual manifiesta sus convicciones, su saber. Aquí late una obra que nos permite adentrarnos en eso que la definición parece ocultar. Poemas de amor, de desolación, de revisión ante un cruel castigo que la mujer de Lot simboliza, también de denuncia como aquello de ignora el viento de refranes. Otros personificando conceptos abstractos, tal como el de “La causa” -tan siniestro es el modo en que me acogen-.

La tapa del libro.
 

El lector encontrará una inquietud del autor por buscar la noche que se rehúsa, incluso reclamando la solícita petición de apenas un gesto ante quien se ha animado a sostener el fuego.

Respecto a los cuentos hay saltos temporales y diversidad de temas. Desde una leyenda que procura arrojar una irónica advertencia moral, hasta la saga de nombres que muestra que no son los dioses quienes castigan con ese catálogo de estúpidas inercias, tanto el cuerpo como el alma de los seres -así lo han ilustrado laicos y creyentes-, sino episodios que se han adherido a nuestro obrar, tal como si fuesen insistentes trampas, crueles, difíciles de sortear. “La piedra” es una alegoría que desconfía del origen al que refiere como mito. Finalmente, “Memorias de un boxeador” nos permite acceder a un contexto más nítido, en donde el lector puede reconocer los rasgos diversos de un narrador que ama tanto los libros, como el ajedrez, el cine, los caballos y los golpes, y que no puede sustraerse a la fuerza que lo lleva a buscar lo peligroso, tal como aquel, lo sospecho, que examina la profunda desolación de la existencia.

Explorar el alma, sus detalles, sus rasgos, su fisonomía matemática, sus mecanismos... irregularmente humanos, es una tarea ardua y desértica.

Yunis no lo ha hecho aquí desde un rincón aislado, o especializado, sino desde el desasosiego.

Sólo resta destacar la inclusión de un poema, que tributa a lo sencillo su canción, y que enlaza la inmensidad de la pampa, del cielo y del mar, a los nombres de Alfonsina -Storni- y José Pedroni, pilares estos del amigo suelo, de la espiga amiga. Versos que desconocen el estilo del autor por ser los faros del canto de su padre, al que brinda este modesto pero profundo homenaje.

*Este texto fue publicado en el libro a modo de prefacio.