El grito de gol se escuchó muchas veces en la tarde de Arroyo Seco. Parecían cronometrados, resonaban una y otra vez. En muchas ocasiones fue solo una expresión de deseos. Pero en tres oportunidades el grito contagió a todos los canayas para darle música de festejo a un triunfo holgado en el clásico de reserva. Un poco por lo que dice el marcador pero mucho más por el juego. Santiago Segovia jugó a ser el mejor diez del mundo, Giovanni Cantizado hizo un gol para que lo vendan a Europa y atrapado en todo eso quedaron los leprosos, abrumados por una superioridad que sin dudas llamó la atención en Arroyo Seco.

Todo empezó pasado los 20 minutos de juego. Una vez que los chicos de Central le sacaron la pelota a los de Newell’s, el partido perdió paridad. Y cuando el marcador llegó a tres goles de diferencia, todavía con media hora de juego por delante, Central hizo lo que quiso. Es que un estadio con tribunas vacías en Arroyo Seco el equipo de Lucas Bernardi no tuvo ninguna reacción cuando a los 23 minutos Lucas Baños hizo un gol en contra al empujar sobre la línea una pelota que pegó en el travesaño y bajó recta. Desde entonces Segovia se apropió del juego y el partido, en grandes pasajes, fue un monologo de los dirigidos por Mario Pobernisk.

Es que después del gol, Newell’s no volvió a cruzar la mitad de la cancha ni pudo si quiera incomodar al canaya. Valentino Torrente y Jerónimo Russo perdieron todo protagonismo. Jerónimo Gómez Mattar no influía. Segovia marcó el ritmo del partido en cualquier lugar de la cancha y Cantizano dio una muestra de su talento, el mismo que lo llevó a debutar en Primera días atrás. El delantero auriazul controló la pelota frente al área grande y sacó con pie abierto una definción a colocar al palo derecho que dejó parado al arquero Faustino Piotti. Newell’s se fue rápido al vestuario al terminar la primera parte, Central demoró en hacerlo, quizá por ansiedad de festejar. Y cuando volvieron al campo de juego el canaya sometió al rojinegro, aunque fue benévolo.

Central jugó mucho en el área de Newell's y los fallidos gritos de gol se sucedían con más frecuencia. El equipo estuvo errático en la definición.El banco local se levantaba al únisono ante cada jugada de gol e incrédulos volvían a su asiento. Se quedaron de pie y con brazos en alto para celebrar el grito de Facundo Piozzi, el tercero del canaya, a los 19 minutos del complemento.