Maju Lozano contó lo que le pasó en un restaurante cuando fue a cenar con amigas. Es lo que le pasa a muchísimas mujeres cuando salen sin un varón en su grupo. Habitualmente se dice, salen solas…. Porque si no tenemos un hombre cerca nos enseñaron a decir que estamos solas. Pero no estamos solas, estamos con amigas. Pero aun cuando estuviésemos solas. ¿Qué? Hay varones que se consideran con derecho a esos cuerpos, los nuestros. Por el solo hecho de ser feminizados creen que están a disposición. Y si los rechazamos nos tildan de locas, histéricas. Como le pasó a Maju. No me alegro de que haya vivido un episodio de acoso sexual, angustiante, pero sí celebro que voces de mujeres famosas, con gran impacto en los medios, cuenten estas situaciones, tan habituales, para mostrar a tantos lo que el machismo hace con nuestras vidas, cómo nos afecta en lo cotidiano.

   No solo es cuestión de extremos, como que te prendan fuego, como le pasó el domingo 24 a Mónica Garnica Luján, que ahora está en terapia intensiva en el Instituto del Quemado con el 55 por ciento de su cuerpo con heridas lacerantes, en muy grave estado. El intento del femicidio y el femicidio son las expresiones más violentas de ese machismo. Pero el machismo aflora en nuestras relaciones interpersonales y lo sufrimos en la calle, en la casa, en el trabajo, en un bondi. Tal vez antes te pasaba y no te dabas cuenta, creías que había que aguantársela, porque los hombres, nos hicieron creer, “son así”.

   Si un actor le daba un beso fuera de libreto a la actriz, metiéndole la lengua hasta la garganta, ella se callaba y aguantaba; si te tocaban el culo al bajar del tren, y bueno, aguantabas; si te decían una guarrada en la calle, qué podías hacer ... aguantabas; si tu jefe te masonseaba la espalda al pasar o un compañero de laburo te hacía comentarios con connotaciones sexuales, te callabas y aguantabas.

   Una de las respuestas que recibió Maju en su cuenta de Twitter fue la siguiente: “El mundo existe hace mil años y de repente todos los hombres se volvieron acosadores y violadores y las mujeres pasaron a ser la virgen maria. Levantate, andate o quejate con el dueño del resto, si fue así, ¿hace falta hacerlo público?”. ¿Por qué no hacerlo público si tenés esa posibilidad? No somos vírgenes ni queremos serlo. Solo queremos que entiendan que cuando decimos No, es No.

   Siempre hubo hombres acosadores. El escándalo que estalló este año en Hollywood lo demuestra como si fuera el guión de una mala película. ¡Es tan obvio! El patriarcado nos hizo creer que el acoso sexual era algo natural, que había que soportar. Y así, históricamente el silencio amparó a los acosadores.

   El movimiento que se abrió a partir de la primera marcha de #NiUnaMenos permitió, en estos tres años y medio, a muchas mujeres repensarse y repensar sus vínculos cotidianos, personales, familiares, laborales, a partir de la visibilización de las distintas caras de las violencias machistas que se fueron mostrando con testimonios en primera persona en redes sociales y con el trabajo de periodistas comprometidas con esta temática en distintos medios.

    Ya no nos la aguantamos más. Ya no nos callamos más. Porque nos dimos cuenta de que no es "normal" ni "natural". Para este fin de año repleto con tantas malas noticias para nuestras vidas, celebro este cambio. #NiUnaMenos es más que un slogan, más que una foto, más que un colectivo de mujeres que soñamos con cambiar el mundo, es un movimiento que abre cabezas (y es una metáfora, claro): las tuyas, las de tantas y tantos también, y ojalá que sean muchas más, cada día. Por un 2018 con mucho más #NiUnaMenos, levanto mi copa, y anuncio que el 8M volvemos a las calles para reclamar por nuestros derechos, porque no nos callamos más. #NosotrasParamos.