“Muchas veces me preguntan cómo es ser una mujer en la comedia”, arranca la consagrada Samantha Bee en un corto pero contundente monólogo al inicio de su genial talk show Full Frontal con Samantha Bee, señalando el desconcierto de muchos hombres que manejan este negocio tanto respecto de dónde está el clítoris de las mujeres como de lo que es gracioso y constituye buen entretenimiento. “El meteorito ya cayó, así que no se preocupen por lo que piensan los dinosaurios, mujeres: el futuro de la comedia es suyo. Porque ahí afuera hay una mujer que trabaja en un banco, que salió enojada de una reunión donde no la dejaron hablar y cuando llegue a casa esa noche quiere que vos la hagas reír sobre eso”, remata contundente Bee, una veterana del “The Daily Show” que ahora tiene su propio lugar al aire y es una de las mujeres que están tomando la franja nocturna por asalto.

Por suerte cada vez más mujeres se animan a romper la tradición, y acompañando a Bee aparecen otras figuras como Robin Thede en The Rundown with Robin; y Sarah Silverman en I Love You, America, mostrando que el humor político y nocturno hoy también tiene rostro femenino.

Aunque muchas de las mujeres comediantes que ahora están al frente de sus propios shows (sean o no talk shows) han salido prácticamente de las mismas canteras que los comediantes varones, léase circuito off de stand up a la Seinfeld y el show SNL (Saturday Night Live), no todas han logrado el mismo éxito que sus compañeros. Como comentaba la gran Ana Gasteyer (famosa por parodiar a Martha Stewart), durante muchos años y pese a haber una gran participación femenina en el programa, aún cuando el veterano productor Lorne Michaels las alentaba a escribir sus propios sketches, no fue hasta el 2011 con el film Bridesmaids y Kristen Wiig que las chicas demostraron su poder en la taquilla. Desde entonces toda una nueva guardia de talentosas comediantes de SNL ha explotado. “Tomó algunos años para que la cosa despegara, pero hoy en día es mucho más consistente de lo que era”, explica Gasteyer, quien además co protagoniza el nuevo show de Netflix, Lady Dinamite, que en palabras de la actriz permite exponer satíricamente la hipocresía de Hollywood y su sistema de poder. Desde luego, producido por mujeres y protagonizado por otra brillante cómica, Maria Bamford. Sin embargo la arena de los talk shows, fundamentales en la cultura estadounidense (podríamos decir un equivalente a los programas de medianoche o de humor político acá), pero también muy consumidor afuera, se mantuvo masculina la mayor parte del tiempo. De este modo, vimos como Fallon se hacía cargo de The Tonight Show cuando Jay Leno se iba, Seth Meyers ocupaba su lugar en Late Nigh, el serio Stephen Colbert reemplazaba al contrincante histórico de Leno, David Letterman, y Jon Stewart continuaba su reinado en el longevo The Daily Show hasta que entró Trevor Noah. Inclusive hubo un desembarco británico con el regordete James Corden (el que canta con los famosos en los autos escuchando la radio). A todo esto, las mujeres brillaban por su ausencia.

Cuenta la periodista Melanie McFarland que la última vez que la audiencia estadounidense estuvo unida bajo una misma señal televisiva fue cuando Johnny Carson todavía vivía, reinando por más de tres décadas. Claro que como explica McFarland, esto también pudo deberse a la escasez de contrincantes de otro género y a que cuando Joan Rivers, co-anfitriona de Carson intentó lanzar su propio show, el conductor instituyó una veda sobre ella que duró hasta 1992 cuando se retiró.

Por supuesto Rivers no lo logró como anfitriona de talk shows, pero sí como ácida comentarista de espectáculos y moda al frente de su propio e histórico programa en E entertainment años más tarde. Un especie de corolario aleccionador respecto de sobre qué cosas pueden hablar las mujeres al aire, que pendió sobre la cabeza de varias generaciones de conductoras que le siguieron.

Nueva generación

Pero las chicas no se quedaron quietas, y toda una generación post-Gasteyer incluyendo a Maya Rudolph, Rachel Dratch, Amy Poehler y Tina Fey, pasaron de las huestes televisivas de SNL a escribir y protagonizar sus propios segmentos, shows, películas y hasta libros, en el caso de la multipremiada Fey. Mientras tanto, Kathy Griffin, Amy Schumer y hasta Chelsea Handler incursionaron en sus propias versiones de lo que un talk show dirigido por una mujer puede llegar a ser, con resultados desiguales, pero igual de valiosos. Y lo más importante, no sin ser acompañadas por el público, quizás un poco fatigado ya de ver siempre las mismas caras o de perderse de una visión femenina sobre la actualidad: valga como muestra que Inside Amy Schumer tuvo 2 millones de espectadores en su premiere, venciendo a otros en su franja tanto en cable como TV de aire.

Esto es, hasta la llegada de Bee, que con su programa en HBO se consagró como la nueva cara femenina de la franja noche, acompañada tanto por la audiencia como la crítica. Y si en el pasado la dejaban afuera de las tapas de revistas con los popes televisivos, este año tuvo su revancha siendo nombrada por Time unas de las 100 personas más influyentes en su popular lista. Pero más allá de todo esto, Bee demostró que la perspectiva femenina sobre cuestiones políticas y sociales (nacionales y globales) no sólo puede ser hilarante, sino que es necesaria; además de devolver a la pantalla chica la posibilidad de ver a un mujer monologando, haciendo entrevistas y guiando un programa en vivo en un canal importante. Algo que muchas hacen desde siempre en la franja diaria, con gente que se ha consagrado y montado sus carreras sobre esto como Oprah o Ellen, pero nunca en durante la noche.

Bee no es la única tratando de “rehacer” el concepto de talk show y lo que esto implica, y señalando que la noche no es territorio únicamente masculino. A ella también se le suma la mal hablada Sarah Silverman y la afroamericana Robin Thede, con un show producido por el bocón y controversial Chris Rock. Mientras que el programa de Silverman, que como algunos críticos han dicho “podría haber sido hecho por cualquiera en cualquier momento”, se aprovecha de la caradurez de la comediante, autodeclarada liberal, en época de Trump, quien se pone en el papel de Michael Moore entrevistando por ejemplo a rednecks tejanos, o shockeando a los espectadores que “están muy cómodos” con desnudos, Thede le saca lustre al hecho de ser una de las pocas anfitrionas negras. Algo casi tan milagroso como el unicornio que monta en el trailer de difusión (como nota al margen: esta semana Tiffany Haddish acaparó los titulales por ser la primera anfitriona de SNL negra).

Por su parte Thede, que escribía para el The Nightly Show with Larry Wilmore, aprovecha los titulares para hacer referencia a la constante discriminación racial y de género pero sin quedarse atascada en el tema, con guiones frescos y divertidos que ya están haciendo que sea considerada la nueva revelación televisiva (fue comparada con el cómico David Chappelle).

En suma, como dice Bee, lo que las chicas a veces queremos es llegar a casa y ver una Silverman o una Thede haciendo bromas menstruales, y no a un Corden cantando con Britney en un auto. O bueno, eso también.