“Si bien un actor o actriz es capaz de imaginar y ponerse pieles muy diversas, totalmente ajenas a uno -no todo lo que actuamos lo hemos vivido ni tenemos por qué para hacerlo, pero a su vez como la maternidad es una experiencia tan transversal e intransferible- intuyo que a mi comprensión y abordaje de las distintas escenas les hubiese faltado algo... Creo que ser madre me ayudó a abrazar las capas más profundas: la contradicción, la ambigüedad, la culpa, la abnegación, la conmoción”, dice a Las12 Débora Zanolli, la actriz de la obra de teatro Entre tus siestas, que puede verse los domingos de septiembre y octubre a las 17 en el Camarín de las musas (Mario Bravo 960). Acompañada en el escenario por el actor Martín Tecchi, la interpretación de Zanolli (quien también es bailarina) lleva a recordar los partos y puerperios propios.

“La idea de la obra nace de una crisis personal muy profunda que atravesé con mi segundo puerperio. Siento que fue más complejo aún porque estuvo atravesado por la pandemia y tenía a mi hija mayor (en ese entonces de 4 años) a quien cuidar. El aislamiento, la soledad y los miedos se multiplicaron. Y mi autoestima y mis deseos se desvanecieron... Y la única manera que encontré para salir adelante y transformar lo que me estaba pasando en otra cosa, fue a través de la escritura y el humor. Porque, como dice la frase: tragedia más tiempo, es igual a comedia”, dice Brenda Howlin, dramaturga y directora de la obra, junto a Flor Micha y Santiago Swi. “A la distancia pude ver lo que me estaba pasando de otra manera y exponerme, mostrar mis zonas más ridículas y reírme de mí misma, eso fue clave”, agrega Brenda.

¿Cómo es cuidar hoy, con menos redes que antes, en casas sin familia extendida?

BH: --El tema de los cuidados es bastante complejo. Cada familia se las rebusca por su lado y arma las redes que puede. Por un lado, creo que la escolaridad es una gran ayuda. Pero muchas veces, no alcanza y si no contamos con abuelos, abuelas o familiares que puedan ayudarnos, no nos queda otra opción que contratar niñeras, o trabajar con nuestres hijes encima o dejar todo y dedicarnos de lleno a la maternidad. Y todas estas variables nos estresan y angustian. Por eso tener red es clave, es esa ayuda que te da la paz mental de que tus hijes están bien cuidados mientras vos no estás con ellos.

¿Cómo se combinan maternidad y trabajo?

BH: --En mi caso, que soy artista independiente, siempre hice todo a la vez: poniendo el cuerpo, haciendo grandes esfuerzos y pidiendo constantemente ayuda a mi familia. Tengo una pasión enorme por mi profesión, y ese es un gran motor para lidiar con todo a la vez. El deseo de tener mis propios proyectos nunca se me apagó, al contrario, la llama está más viva que nunca. Pero soy consciente de que eso tiene un costo... Tengo el cuerpo exigido al máximo y a veces se me escurre el tiempo para jugar con ellos. Algo que me genera bastante contradicción. Sueño con poder ordenar mejor los tiempos del trabajo y el tiempo de calidad que le pueda dedicar a mis hijes.

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¿Cómo se reconfigura la pareja?

BH: --Es un enorme y hermoso desafío. Creo que para poder afrontar la montaña rusa de la mapaternidad, ayuda mucho tener una base muy sólida con tu pareja, poder correr los egos de lado, tratar de armar equipo, ser aliados. Cuando llega un bebé a una casa, cambian los horarios, las rutinas, las prioridades. Es muy fuerte y vertiginoso el cambio. A su vez, es una gran oportunidad para evolucionar como persona y como pareja. Entonces entregarse a esa nueva etapa, sin luchar por intentar sostener la vida de antes, es clave. Y por otro lado, les hijes van ocupando espacios y es hermoso que así sea. Pero también considero que vale la pena intentar buscar algún momento de pareja por fuera de la crianza. Aunque sea una vez al mes, pero tener un espacio para reencontrarse, es renovador.

¿Qué rol cumplen las amigas en el puerperio y nuestras propias madres?

BH: --Las amigas durante el puerperio son la salvación. Todo es más liviano si estamos acompañadas. El puerperio es una etapa de mucha vulnerabilidad, con muchos cambios. Nos cuesta movernos, los horarios están todo el tiempo sujetos a las dinámicas del bebé, y no podemos hacer cualquier plan. Entonces tener amigas empáticas que nos puedan escuchar, dar una mano, abrazarnos o tener al bebé un rato para que podamos descansar los brazos, es lo mejor que nos puede pasar. Y por otro lado, cambia mucho la relación con nuestras madres. Nos acerca de otra manera. Creo que dejamos de juzgar y podemos entender cosas que antes no entendíamos. En mi caso, fue muy lindo descubrir a mi mamá en el rol de abuela. Tengo la suerte de que mi mamá puede ayudarme mucho. Y eso lo valoro infinitamente.

¿Cómo se transforma la sexualidad después de la llegada de un hije?

BH: --Es un gran tema la sexualidad post hijes. Poco se habla de este tema. Por eso quería abordarlo en la obra, siempre visto con el lente del humor, el mejor lenguaje para encarar lo incómodo. Creo que es inevitable que las dinámicas de pareja cambien. Igual, hay muchas variables y cada pareja lo transita a su manera. Sí puedo afirmar que durante unos largos meses, la líbido pasa por otro lado. El foco está puesto en el bebé y es tanto el cansancio, que lo que más deseás es dormir o una sesión de masajes. Nuestros cuerpos atraviesan muchos cambios. Algunos dolorosos, si tuviste una cesárea, ni hablar. La lactancia también a veces genera malestar. Entonces es necesario respetar los tiempos de nuestros cuerpos y deseos hasta que podamos volver a encontrarnos con nosotras mismas y luego con un otre.

¿Por qué decimos que el parto el nuestro?

BH: --Porque son nuestros cuerpos y cada cuerpo tiene sus propias voluntades y deseos y nadie más que nosotras sabemos de qué manera necesitamos parir. Cuando llega el momento es nuestro cuerpo el que decide cómo queremos parir y es imperioso que se respete porque aliviana el trabajo de parto, nuestro dolor, nuestra tensión, nuestros miedos. Yo atravesé dos nacimientos, el primero fue por cesárea y después me enteré que había sido innecesaria porque en la semana 38 me mandaron a cesárea sin preguntarme. Yo naturalicé todo: la violencia obstétrica, todo, porque son los relatos que circulan, que el médico te reta, que tenés que hacerle ‘caso’ y cuando empecé con todas mis investigaciones sobre parto y maternidad me di cuenta que había sufrido violencia obstétrica y fue muy duro y necesité sanar ese nacimiento. En el segundo parto pude tener un parto natural, con un obstetra súper amoroso, que me costó un montón encontrar porque me querían mandar a cesárea porque había tenido otra cesárea previa pero tuve la suerte de que respetaron lo que yo necesité. Tuve un parto sin anestesia porque el anestesista no llegó y a mi marido casi lo asfixio, lo estrujé, como se ve en la obra. El cuerpo me iba pidiendo lo que necesitaba, por eso los partos son nuestros. Todavía nos queda mucho por recorrer porque no en todas las clínicas pasa eso, en general hay un protocolo más operativo y está todo puesto en función de la comodidad de los médicos. Pero seguimos luchando por nuestros partos.

En palabras de la actriz, Débora Zanelli: “La maternidad es también aceptar que pueden convivir en una, sensaciones totalmente opuestas: estar muerta de amor literal, inmensamente feliz y rota a la vez, estar en pie solo porque te rebalsa el corazón de contento aunque casi no tengas un cuerpo para contenerlo- porque estás mal comida, mal dormida, contracturada, lastimada, tal vez cosida, olvidada, juzgada-. Sentir terror porque nunca más vas a estar sola, libre para hacer lo que quieras y cuando quieras pero a la vez no entender cómo ese ser que está ahí y ahora depende de vos para seguir con vida, salió de -y se creó- adentro tuyo. Es un poco ciencia ficción, un poco magia, es un exorcismo del ego, es una locura; ser madre es caminar por las cornisas, por las fronteras, bordear los limites todo el tiempo”.