“Casarse significa hacer lo posible por llegar a darse asco mutuamente”

Arthur Schopenhauer.

“Qué pena, que no me duela
tu nombre ahora.
Qué pena, que no me duela
el dolor”

Alfredo Zitarrosa.

-Estoy sola y tengo miedo -comenzó.

Con la manga del pulóver, intentaba enjugarse las lágrimas y los mocos del llanto. Un cigarrillo apagado andaba lúdicamente por sus dedos.

Decía que no es un pez de pecera, que ningún animal construye un artefacto para encerrar a otro animal, que solo nosotros inventamos mil formas de calabozos.

Entretanto, se había sentado en el diván, remontando sus piernas para abrazarlas y juntarlas con el pecho.

-¿Puedo prender un cigarrillo? -preguntó.

-No -dije maquinalmente.

Del rostro contraído por la angustia surgió una mueca de ligera repugnancia y apoyó su frente sobre las rodillas. Decía que había leído en un libro de la biblioteca de su madre, que la monogamia era un dispositivo que los seres primitivos debieron adoptar para sobrevivir y que las crías… y que somos los mamíferos más prematuros al nacer, y todo ese barullo darwiniano…

Levantó el rostro y con un gesto enérgico se apartó los pelos de la cara. 

--Si ya no merodea ningún dientes de sable por ahí, y las heladeras están repletas de alimentos, si los rigores del clima no son ya una amenaza... ¿por qué debo pegotearme exclusivamente a otro humano y soportar su hediondo aliento en las mañanas, sus inseguridades, sus humores volátiles? 

Después, callada, con un particularísimo ritual, mimaba voluptuosamente el cigarrillo.

El arrullo de una paloma que marchaba por el balcón interrumpió el silencio. Miró hacia las ventanas corredizas y se detuvo en el cielo cárdeno del atardecer. 

-¿Por qué deshacerse de estas trampas duele así? Ya no lo amo y aún lo amo -balbuceó envuelta en sollozos.

-La herrumbre del calabozo conquista, ahoga, no deja ningún misterio en pie… cogíamos sin besarnos… ¿entendes? Cuando convivís con alguien -inquiría con una especie de mirada manicomial incrustada en el cárdeno - desarrollás la visión de Superman y podés ver en el otro el interior de su cuerpo: sus tripas cargadas de mierda… sus intenciones mezquinas y predatorias… la bestia que oculta la piel rozagante y perfumada… cuando convivís, la mentira ya no es posible… ¿entendes? 

-Se anula la mentira o esa magia que hace que los asuntos del mundo funcionen… por eso la monogamia es la trampa que insulta al amor… nos vuelve un amasijo patético de carne sanguinolenta y huesos frente al otro… eso, es eso -dijo con un tono de haber alcanzado una especie de convicción -nos retrotrae a ser un trozo de comida del dientes de sable, a sobrevivir…

Luego con audacia encendió el cigarrillo y a través del llanto apareció una tímida sonrisa, mientras lo chupaba, cuchicheo algo indescifrable, entre dientes. Solo escuche la palabra amor.

-Terminamos acá -dije con una solemnidad impostada.

-Todo lo hemos pervertido -enfatizó, y los mocos del llanto, los ojos humedecidos y los hoyos de las mejillas engendrados por la risa triste o nerviosa, crearon una coherencia o una belleza.

-Al dientes de sable lo neurotizamos hasta convertirlo en un gato asustadizo de departamento… lo mismo hicimos al enjaular el amor -dijo antes de pegar un portazo y dejar tras de sí un halo de humo que se apelotonó alto en un rincón por un largo rato.