En el marco del XVII Congreso Nacional de Ciencia Política, que se desarrolló en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario, destacados especialistas en relaciones internacionales analizaron el lugar del Sur Global frente al actual escenario de fragmentación geoeconómica. El panel estuvo integrado por Matías Spektor, profesor y fundador de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas (Brasil); Julieta Zelicovich y Esteban Actis, investigadores de la UNR; Federico Merke, investigador de UdeSA y CONICET; y Andrés Malamud, politólogo argentino radicado en Lisboa.
Spektor propuso tres narrativas clave para comprender el concepto de Sur Global. La primera lo concibe como una construcción eminentemente política, surgida como proyecto de resistencia frente al avance del liberalismo económico a fines de los años setenta. No obstante, advirtió que esta coalición es frágil y no ha logrado resolver sus problemas de acción colectiva, lo que la vuelve permeable a la absorción por parte del Occidente liberal.
La segunda narrativa, más radical, cuestiona los fundamentos del orden internacional de matriz occidental. Aunque más ambiciosa, también fue debilitada por la globalización de los años noventa y principios de los 2000. En ambos casos, dijo Spektor, el Sur Global aparece como un actor fragmentado y con escasa capacidad de coordinación.
Por último, presentó una interpretación contemporánea que plantea que el Sur Global no ha sido solo receptor de normas, sino coautor del orden internacional. “Lo que ninguna de estas tres perspectivas hace es mirar empíricamente qué es el Sur Global”, sostuvo. Y agregó: “No hay fractura con la globalización. En los 2000, la convergencia aumenta, no disminuye”.
Por su parte, Federico Merke afirmó que el Sur Global “es un espejo incómodo para el Norte, porque le recuerda que la modernidad y el desarrollo no fueron iguales para todos”. Sin embargo, remarcó que no se trata de un actor colectivo homogéneo, sino de una constelación de pequeñas coaliciones con intereses diversos.
Durante su intervención, Merke identificó seis fenómenos que explican la actual fragmentación geopolítica: la difusión del poder, la pérdida de apego a las reglas, el auge del minilateralismo, la percepción de la interdependencia como amenaza, la pérdida de legitimidad del neoliberalismo —sobre todo en el Sur Global— y la creciente polarización interna en los países centrales. “Es muy difícil entender la fragmentación geopolítica sin comprender cómo cambiaron las actitudes del votante medio en esos países”, señaló.
Malamud ratificó que en la actualidad "votar es trazar alianzas" porque en esa decisión "estamos dando a entender con quién se va a aliar nuestro país". Explicó que eso antes era impensado, pero que hoy "podemos ir de izquierda a derecha" en muy poco tiempo sin que sea un fenómeno tan llamativo. "Ya no es el sistema internacional, sino que es el Estado. Las decisiones internacionales se toman en la urna, esto no era habitual que pasase".
Asimismo, reflexionó sobre el papel de América Latina en este escenario, recordando que hasta no hace muchos años si existía un gobierno que era decididamente anti Estados Unidos, tarde o temprano a este se le embarraba la cancha o directamente se lo intervenía militarmente. Sin embargo, el politólogo resaltó que hoy "podemos tener el presidente que se nos ocurra y no pasa nada", ya que si bien hay autonomía para "hacer los que queramos, ya no dependemos de agentes sino de sistemas, y tenemos que responder al mercado de las commodities y de la tasa de interés".
Nuevas dinámicas en 2025
Julieta Zelicovich analizó el impacto del regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Señaló que, desde su asunción a principios de este año, se observa un uso más intenso de instrumentos de coerción económica para lograr objetivos políticos de corto plazo. “Washington deja de tener recursos de pagos positivos, de incentivos. Se queda sin zanahorias para posicionarse frente al Sur Global. Yo no creo que estemos en un escenario donde Washington te haya subido el precio de acercarte a China, sino que te complicó la relación con Washington en sí misma. Y entonces creo que en un contexto internacional que hablamos de fragmentación geopolítica tiene como rasgo principal un mayor riesgo y la erosión de las reglas”, explicó.
Desde esta perspectiva, sostuvo que el mayor desafío de 2025 radica en cómo los países del Sur Global rediseñan su política exterior. “No se trata solo de posicionarse frente a la rivalidad entre Estados Unidos y China, sino de construir una mayor autonomía en su inserción internacional”, dijo. En ese camino, destacó el rol de Brasil, que asumió una actitud más activa en foros multilaterales, como la reciente Cumbre de Líderes por la Democracia en Chile.
“El Sur Global conserva su capacidad de agencia: no es posible pensar una salida al trumpismo sin su participación”, subrayó Zelicovich. No obstante, reconoció que aún persiste la incertidumbre sobre su capacidad real de coordinar políticas de forma efectiva.
Malamud agregó que para ver la imagen completa hay que entender que existe una gran polarización social en la actualidad. “Hay un sistema global que no funcionaba perfectamente. Por ejemplo, existe un resentimiento de la gente que vive en el centro de Estados Unidos contra la gente que vive en las costas. También estamos en frente a una fuerte estructura de la cancelación. Estamos frente a una nueva generación que es más reaccionaria que la anterior. Es una de las tantas razones que haya ganado Trump nuevamente”.
Fragmentación geoeconómica y nuevos actores
Esteban Actis retomó el concepto de “fragmentación geoeconómica”, acuñado por el FMI en 2023, que describe un mundo cada vez más dividido por razones estratégicas, de seguridad nacional y de autosuficiencia. Según explicó, esta fragmentación se expresa con fuerza en sectores como la tecnología y los minerales: “Hoy toda la cadena tecnológica está atravesada por esta lógica”, afirmó.
La competencia entre Estados Unidos y China en áreas como las tierras raras o los chips de inteligencia artificial abre oportunidades para ciertos países del Sur Global. Actis los denominó “estados conectores” (como Vietnam, Tailandia o Camboya), los cuales funcionan como eslabones intermedios en las cadenas globales de valor. En América Latina, mencionó los casos de Costa Rica y Paraguay como ejemplos de estrategias activas en el campo tecnológico. Argentina, en tanto, posee potencial en sectores como los centros de datos y los minerales, aunque, advirtió, “debe avanzar más rápido en sus definiciones”.
Además, recordó que "hay que saber entender los márgenes de maniobra que se permiten” y que la desconfianza que ha generado en Europa el regreso a Trump es muy fuerte Finalmente, destacó la actitud pragmática y dual de países como Indonesia y Arabia Saudita, que logran articular vínculos con ambos polos de poder. “Indonesia busca participar tanto en los BRICS como en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Arabia Saudita quiere convertirse en un nodo de inteligencia artificial junto a EE.UU. y en un actor clave en la transición energética junto a China”, concluyó.