Autoexigente. Esa es la primera palabra que elige para definirse TERRA, nombre real Malena Podestá. La vincha (blanca y bien planchada) como accesorio estereotípico de la buena alumna. La velocidad de sus movimientos de producción, equiparados a los del título de Fórmula 1, su nuevo EP con producción de Cimarrón que estará presentando este jueves 25/9 en La Tangente. Y su concordancia de ritmo también en la lírica: "Ya no tengo miedo, yo miro directo al fuego", desafía en "CARNE", uno de los dos temas que hace sin compañeras.

Su primer arrojo formal publicando música fue a dúo, como Cielo y Terra, con Carolina Sagastume (hoy rebautizada Carol). En 2020 compartieron el proyecto Eterna, un abordaje etéreo y abstracto. Hasta que Malena se dio cuenta de que quería hacer pop. Pero el descubrimiento no fue mágico tampoco. Criada en Zona Norte, como parte de una familia de artistas, su insistencia para vincularse con la música fue ríspida. "Mis primeros acercamientos fueron bastante frustrados. Me presionaba mucho, sentía que no lo hacía bien y me terminaba reteniendo en lugar de materializarlo. También probé tocar varios instrumentos, fui a clases de piano, guitarra, cello. Sabía desde muy chiquita que esto era lo que quería hacer."

  • ¿Se escuchaba pop en tu casa?
  • No, a mi papá le llegaba la Inrockuptibles. Cuando apareció MGMT en 2010 él dijo "ésta es la nueva banda indie" y puso el disco. Escuchaba rock nacional pero también esa movida indie del 2009, 2010. Rock británico también, o Belle & Sebastian. En mi familia había una tensión, siempre hubo una tendencia hacia el arte de culto y mis refes de pibita fueron Selena Gómez y Miley Cyrus, entonces me hacían creer que escuchaba música mala: "Ya vas a crecer y te va a cambiar el gusto". Ya pasé por todos lados, pero hay algo de mí que sigue bancando a esa nena.

Con el aura lírica de Marina Diamandis y un fondo de pantalla de Chapelle Roan en su celular, TERRA tuvo una larga pausa de silencio; pasaron varios años sin que la música represente un medio de expresión seguro. Entre los 12 y los 19, cambios de rutina posibles en una adolescencia moderna y renovación de vínculos dieron como resultado el silencio. Para muchas personas de su generación (tiene 25) y ubicadas en Buenos Aires, la tutela en dramaturgia de Nora Moseinco fue la levantada de persiana necesaria para espabilarse. Parece que el método de la maestra de actores es un dispositivo capaz de desentrañar frustraciones, taras o descubrir ese monstruo indomable de la pasión.

"Eso me hizo el click. Volví a conectar con un deseo muy primario. Nora me empujaba a experimentar mucho con la voz y de esa manera volvió a habilitar algo que me había quedado muy lejos, se abrió un canal. Había empezado a hablar con Cimarrón porque estaba tocando como Forello con mi hermano, una banda de música electrónica donde improvisan con hardware. En ese momento hacían jams con micrófono abierto y empecé a improvisar arriba de sus pistas, dije: 'Puedo hacer esto'. Estoy muy agradecida a la música electrónica, porque mis acercamientos anteriores más tradicionales, como la guitarra, me trabaron mucho; en cambio la electrónica me permitió otra libertad. Claro que también favoreció el contexto, porque lo estaba haciendo con mis amigos. Pero tampoco estaba pendiente a resultados, sólo en hacerlo bien y pegarle a la nota. Sentí mucha alegría de haber encontrado la forma de habilitar ese espacio, ni siquiera con ánimos de publicar esa música."

Para el audiovisual de su EP alquilaron un camión y rodaron a la vera del río, con consecuencias accidentalmente góticas (si prestan atención, en alguno de los videoclips podrán distinguir murciélagos). Pero la tarde de esta entrevista ordena una tónica con limón, bebida anacrónica aunque acertada para un septiembre igual de caluroso que de intempestivo.

  • Las sociedades artista-productor se ponen cada vez más en práctica, ¿creés que esto puede ser un riesgo para desarrollar la identidad propia?
  • Cimarrón es clubbero y a medida que pasa el tiempo me doy cuenta de qué es lo que quiero hacer. A veces es difícil notarlo cuando trabajás mano a mano, pero lógicamente estoy influenciada por él. De a poco voy encontrando lo que me resuena, eso que es más mío, y él también lo incentiva. Sabemos que la producción está al servicio de la canción.
  • ¿Qué encontraste entre tu anterior EP, Heroína Latina II, y Fórmula 1?
  • Fueron dos insights. El primero tiene que ver con mi voz, sentía que en el género urbano no encontraba espacio para poder explorar lo suficiente, buscar construcciones melódicas que me ayuden a empujarla. El otro tiene que ver con las letras. De chica parte de mi fascinación por la música venía de quedarme leyendo las letras, entender qué decían, me gusta mucho la música que cuenta historias. En el urbano sentía que las canciones pasaban más por sensaciones, o vibes, estados, que también es muy bueno, ¿no? Como la foto de un momento.
  • ¿Y quién dirías que hace eso en la música contemporánea?
  • Soy fan de Chappel Roan, ella tuvo su boom el año pasado mientras estaba componiendo mi EP, su rango vocal y lo que explora con su voz es impresionante. Cuenta cosas muy simples pero con una capacidad narrativa increíble. "My Kink is Karma" o "It's a Boy" me produjeron un montón de cosas: tiene eso de subirte al auto, abrir la ventanilla y vivir una película.
Terra | Gentileza de prensa


  • Te parás desde lo biográfico para escribir.
  • "Amor criminal" surge de un romance que tuvo una amiga, aunque ficcionalizado. Hay algo de tomar cosas de la realidad que le otorgan especificidad a la canción, como nombrar un lugar, una ciudad. Me inspira contar mis propias historias, porque quiero sublime al escenario y que la música despierte o triggeree sensaciones; y eso me pasa si es algo autobiográfico, creo que es un lugar visceral.
  • ¿Cómo ves la música contemporánea argentina?
  • A veces es muy difícil ver por fuera de tu nicho, te movés en un círculo determinado, vas a fiestas y podés pensar que eso es todo. Me obligo a recordar que no es así. Es re amplio y hay muchas cosas de las que probablemente me pierdo. Algo me llevó a la escena electrónica y quede muy fascinada con la de Buenos Aires, experimentales, noise, techno, pop, reggaeton, es un paisaje increíble y sí noto que hay algo que está pasando con el pop a nivel global, ves el line up del Lolla y está lleno de popstars, algo que no pasaba en ediciones anteriores. También se le está dando mayor protagonismo a artistas femeninas.
  • ¿Y eso se replica hacia adentro? ¿Hay intenciones colectivas?
  • Hay algo que sucede en la actuación sobre la competencia: si vos tenés un papel, implica que el otro quedó afuera. Eso en la música no pasa y me encanta. Que alguien me escuche no quiere decir que no escuche a otro; al contrario, de pronto conocés un proyecto de una chica que hace pop y a partir de ella llegás a otra que también te gusta y se arma una sinergia, como una bola expansiva. También es muy lindo como artista sentir que no estás sola, ampara. Veo chicas que admiro, es muy inspirador, me hacen sentir que vale la pena. Cada proyecto tiene algo muy único, por eso creo que la competencia no tiene sentido, nadie podría hacer lo que hace Juana Rozas, por ejemplo.

Con seis canciones en este nuevo trabajo, TERRA tampoco deja pasar la oportunidad de armar parejas de performance. Sus feats incluyen a Arya, OLIVIA, Six Sex y Juana Rozas. "OLIVIA es pionera del pop alternativo local, y cuando escuché Vladi (el primer disco de Juana Rozas) flashé; quería honrar mis influencias y ésas son las de mis contemporáneas."


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