Si cuando se fundó, en 1955, alguien hubiera dicho que el Instituto Balseiro iba a estar dirigido por una mujer, probablemente lo habrían mirado de reojo y tildado de loco. Por fortuna --y también por una lucha feminista incansable-- las realidades han cambiado y en el presente no provoca tanta sorpresa que una científica de la talla de Graciela Bertolino pase a estar al frente de la institución p