La obra, creada por el escultor Zenos Frudakis e inaugurada en 2010 en la Plaza Nina Simone, muestra a Simone sentada en un taburete, con sus manos sobre el piano y la intensidad de una mujer que convirtió la música en arma contra la injusticia. La escultura no solo celebra a la artista, también contiene un gesto íntimo, parte de sus cenizas descansan dentro de un corazón tallado en el monumento.
La plaza está ubicada en Trade Street, justo al lado de las vías de tren que la pequeña Eunice Waymon, nombre de nacimiento de Nina, cruzaba cada semana para llegar a sus clases de piano. Hoy, ese mismo cruce se transforma en un puente simbólico entre la infancia de una niña negra del sur segregado y el legado universal de una mujer negra que desafió al racismo con cada nota.
El Proyecto Conmemorativo de Nina Simone, impulsado por el investigador local Crys Armbrust con el apoyo de la hija de la artista, Lisa Simone Kelly, no se limita a la estatua. Incluye la instalación de un marcador en la casa donde nació, declarada “Tesoro Nacional”, y la creación de un pequeño museo en el centro de la ciudad. Todo esto convierte a Tryon en un lugar de peregrinación cultural para quienes reconocen en Simone un faro de resistencia y belleza.
Nina Simone nació el 21 de febrero de 1933 en Tryon, en el seno de una familia pobre donde la música era parte inseparable de la vida cotidiana. Desde los tres años ya tocaba el piano y soñaba con ser concertista clásica. Sin embargo, la segregación racial se interpuso en su camino, el prestigioso Instituto Curtis de Filadelfia la rechazó a los 19 años, un hecho que ella misma reconoció como decisivo.
Ese obstáculo, lejos de detenerla, la empujó hacia una carrera artística única. Grabó 40 discos, en los que fusiona jazz, blues, góspel, pop, música clásica y folk con una majestuosidad inimitable. Su voz profunda se convirtió en símbolo de rebeldía, capaz de transitar del susurro al grito desgarrador.
Comprometida con el Movimiento por los Derechos Civiles, Simone escribió himnos que marcaron época. To Be Young, Gifted and Black se transformó en una canción de orgullo y resistencia, mientras que Mississippi Goddam denunció la violencia racista en los Estados Unidos tras el asesinato de Medgar Evers y el atentado en Birmingham donde murieron cuatro niñas negras.
Hasta sus últimos días, Nina Simone mantuvo esa coherencia feroz entre arte y política. Falleció en 2003 en Francia, a los 70 años, dejando un legado que trasciende generaciones.
Visitar la estatua de Nina Simone en Tryon es encontrarse con un espacio que mezcla lo íntimo con lo colectivo. Es un recordatorio del poder que tiene el orgullo negro, hasta donde puede llegar la fuerza de una mujer negra que resiste por la memoria de sus ancestras y ancestro y busca un mundo libre de racismo para las futuras generaciones.
En la placa del monumento, está presente la convicción que Simone sostuvo durante toda su vida: “Es el deber del artista reflejar los tiempos”. Y hoy, en esa pequeña ciudad del sur, su figura sigue iluminando los caminos de quienes entienden la música como una herramienta transformadora y de todas las personas que luchan contra el racismo en cualquier parte del mundo.