Tomaré dos cuestiones de la pluma de Freud sobre la represión primordial y la finura del inconsciente, y como dice Freud mismo, al finalizar su texto: “cuán complicados pueden ser los procesos psíquicos más insignificantes y simples en apariencia”.
Escribe Freud: “Hallábame preparando un obsequio de cumpleaños para una amiga mía, una pequeña gema grabada que debía ser engarzada en un anillo. Estaba adherida al centro de una cartulina sobre la cual escribí las siguientes palabras: “Vale para el joyero L (es el nombre abreviado), por un anillo de oro a confeccionar… para la piedra adjunta, que lleva grabado un barco con velas y remos”.
En el lugar vacío entre confeccionar y para, apareció, una palabra que (Freud se vio) obligado a tachar porque era una palabra de más, la palabra bis. Esto es en lo que Freud se detiene: escribió una palabra de más y se pregunta por qué.
No conformándose con su autoanálisis, verificando la incompletud de ellos, verificando que un análisis es cuestión de dos, Freud requiere de un otro, un otro que ofrezca otra interpretación a su lapsus: en este caso su hija es quien le devuelve otra lectura: “Ya una vez le has regalado una gema así para un anillo. Probablemente sea esa la repetición que quieres evitar. No es grato hacer siempre el mismo regalo”.
La interpretación tiene otra dimensión, incorpora otro personaje del lapsus: la mujer. A partir de allí, Freud busca un motivo para no querer obsequiar ese regalo, la piedra, cuando descubre: “De ningún modo quiero desprenderme de esta pequeña gema, me gusta muchísimo”.
Finalmente, se le ocurre una reflexión consoladora, reconciliadora: “Lamentarlo así no hace más que realzar el valor del regalo”. No me extenderé sobre a quién está dirigida esta reserva, es decir la cuestión sexual del sentido: a una mujer, una mujer de la que no sabe qué es lo que quiere, pero aquí parece saberlo: una piedra… Tal vez, como lo sabe, prefiere guardársela.
Ahora bien, es de destacar la posición de Freud con respecto a su lapsus y el amor al inconsciente que con este breve escrito nos ofrece. Lo enseñante en su enunciación es sobre la tensión del propio Freud en su relación con la represión y en su “yo no quiero saber nada de eso”, que no lo detiene y que permanece como tejido de sus enunciados. Precisamente sobre esta tensión del “yo no quiero saber nada de eso” es lo que nos conduce a no detenernos, como lo muestra Freud en la búsqueda de “las complicaciones de lo insignificante”. Represión que nos impulsa en los análisis a que esa tensión permanezca.
*Fragmento escogido del texto presentado en el Espacio Central de la Comunidad Valenciana de la ELP “La práctica clínica: una clínica de las sutilezas” el 14 de marzo de 2025.