Bajo las banderas, el sol 7 puntos

Paraguay/Argentina/Estaos Unidos/Francia/Alemania, 2025

Dirección y guion: Juanjo Pereira

Montaje: Emanuel Embalse

Duración: 90 minutos

Disponible exclusivamente en Sala Lugones, Teatro San Martín, Av. Corrientes 1530, y Malba Cine, Av. Figueroa Alcorta 3415.

Como ocurre en las familias numerosas, en las que los asuntos de los hermanos menores pasan desapercibidos, ocultos detrás de las preocupaciones de los grandes, así también la historia del Paraguay ha sido injustamente minimizada en el contexto sudamericano. El documental Bajo las banderas, el sol, del cineasta Juanjo Pereira, pone en evidencia esa invisibilización en busca de revertir un proceso que lleva más de un siglo y medio, y que arranca con la Guerra de la Triple Alianza, en la que Brasil, Uruguay y Argentina arrasaron no solo con un proyecto de nación, sino con un pueblo completo.

Pereira no necesita ir tan atrás, sino que se concentra en los 35 años que duró la dictadura de Alfredo Stroessner, la más larga de las que tuvieron lugar en América del Sur durante el siglo XX, que oprimió al Paraguay entre 1954 y 1989. Un período del que además no hay demasiados registros audiovisuales disponibles, acentuando la sensación de invisibilidad. Uno de los grandes aportes del documental consiste, justamente, en reunir un archivo disperso proveniente de distintas cinematecas públicas o privadas, y a partir de él romper ese silencio que esconde para los demás buena parte de la historia paraguaya.

La película comienza dejando claro el ocultamiento histórico que pesa sobre el país. “Y el mundo nos desconocía, porque el Paraguay no era la nación viva y esperanzada, sino la incógnita. El país misterioso y olvidado, encerrado en el corazón de América”. Esas son las primeras palabras que se escuchan en Bajo las banderas, el sol, surgidas de un cortometraje de propaganda política del régimen de Stroessner. A continuación, distintos materiales con locuciones en francés, español ibérico o inglés subrayan la misma idea: Paraguay es un enigma al que se define como uno de los países más desconocidos y menos desarrollados del mundo, un agujero cercado por “dos gigantes”, Argentina y Brasil. Ahí, a la vista de nadie, Stroessner hizo y deshizo a su antojo durante 35 años, un encubrimiento al que Pereira intenta ponerle un final.

Se trata de un trabajo virtuoso y artesanal de puro montaje, que logra hacer pasar por natural un flujo de imágenes que ha sido meticulosamente orquestado. Pero no solo con una intención cinematográfica, sino sobre todo política. Es que no hay nada de natural ni de inocente en la forma en que Pereira y el editor Emanuel Embalse articulan los materiales que forman parte del valioso archivo con el cual trabajaron. Resulta especialmente poderoso el recurso de desglosar los planos generales, para poner el foco en los diferentes elementos que lo componen. Gracias a esta herramienta logra revelar detalle significativos dentro de planos que no dicen mucho cuando se los ve completos. Detalles en los que, como un lapsus, algo en la imagen delata lo siniestro, lo inefable, aquello a lo que se le ha intentado imponer el silencio pero que, de todas formas, encuentra la manera de emerger de manera inesperada.

En ese mismo sentido, Bajo las banderas, el sol es un ejemplo muy elocuente de la energía que es capaz de producir el cine cuando las imágenes y el sonido consiguen ser articulados de forma intencionada. Otra forma de montaje. Un ensamble que en este caso no se aferra a un modelo único sino que, por el contrario, oscila entre diferentes formatos para aprovechar la particular sinergia que cada uno produce. Algunas veces la asociación entre ambos recursos es utilizada para subrayar un aspecto determinado, en busca de amplificar en el espectador una sensación o emoción específica. En otras ocasiones, en cambio, el sonido parece traccionar en el sentido contrario de lo que muestran las imágenes, generando efectos inesperados que amplían el rango del diálogo que debe tener lugar entre la película y el público.