Por primera vez en la historia, la selección brasileña sub-20 quedó eliminada de un Mundial de la categoría en fase de grupos. Aunque los medios del mundo lanzaron la noticia con sorpresa y los del país protagonista se exasperaron tildando la actuación de “vergonzosa”, quizás lo más interesante sea echar un ojo en este presente del combinado juvenil que tiene bastante de parecido con el rumbo del último tiempo de la máxima selección verdeamarela. Y que, hasta quizás, puedan explicarse un poco entre sí.
Para quienes no siguieron con demasiada atención el andar de la Canarinha juvenil por el Mundial que se disputa en Chile, va un breve repaso de su también breve participación. Al seleccionado dirigido por el exmediocampista Ramon Menezes -despedido de su cargo pocas horas después de la eliminación ocurrida hace una semana- le tocó en suerte integrar el llamado “Grupo de la Muerte” en esta 24ª edición de la máxima competición sub-20. Y, aunque llegaba con su corona de campeón sudamericano, no pudo salir victorioso de ese desafío: empató 2-2 en su debut ante México, perdió sorpresivamente con Marruecos por 2-1 y fue sentenciado al caer en la última fecha ante España por 1-0, tras recibir un gol a los dos minutos del segundo tiempo del cual ya no pudo recuperarse. Así, el combinado verdeamarelo quedó afuera del torneo emblema de la FIFA -aquel en el que supo consagrarse cinco veces para ser la segunda nación más ganadora de la historia, detrás de Argentina- y sus números reflejaron la peor campaña de un sub-20 brasileño: ninguna victoria, solo tres goles a favor y apenas un punto conquistado sobre nueve en juego.
De la contigüidad al desacople
Desde que el Mundial sub-20 existe y se puede trazar alguna relación entre el combinado nacional que compite allí y el andar de su Selección Mayor, Brasil levantó las Copas del Mundo de Estados Unidos 1994 y Corea-Japón 2002, sus últimas dos conquistas. La asociación que salta a la vista en primer plano es que, en los torneos juveniles inmediatos a la consagración del máximo seleccionado brasileño, la Canarinha “menor” también se llevó la gloria en su competencia: Brasil ganó el Mundial sub-20 de Australia 1993 y Emiratos Árabes 2003. Parecía existir algo así como una contigüidad futbolística. Sin embargo, mientras que la Mayor no volvería consagrarse, la sub-20 levantaría el título otra vez en Colombia 2011, año en el que alcanzó el pentacampeonato que significó su última coronación.
Hay un cruce de datos que enciende una primera alerta, al cotejar la historia reciente de la Canarinha en el torneo juvenil. De las 18 ediciones que se realizaron desde el inicio del certamen en 1977 hasta su última consagración en 2011, el seleccionado brasileño sub-20 solo se había ausentado una vez (en 1979). Llamativamente eso cambió en la década pasada, cuando no logró clasificarse a tres de las cinco ediciones que se disputaron: faltó a Turquía 2013, Corea del Sur 2017 y Polonia 2019, aunque sí brilló cuando participó, conquistando el certamen en 2011 y el subcampeonato en 2015.
El andar del sub-20 brasileño, según el medio Lance, presagiaba su destino en este Mundial de Chile como “un cartel con luces de neón multicolores indicando que era cuestión de tiempo para otro fracaso”. Las duras críticas de la prensa verdeamarela apuntan a tres momentos específicos del ciclo de Menezes, con quien el seleccionado juvenil se consagró campeón de los Sudamericanos 2023 y 2025 y de los Juegos Panamericanos 2023. El primer momento tiene que ver con el primer Mundial sub-20 bajo su comando: Brasil se fue eliminado tras caer ante Israel en cuartos de final de Argentina 2023. Al año siguiente, llegaría otra frustración al no poder lograr la clasificación a los Juegos Olímpicos de París tras una floja actuación en el torneo preolímpico. Y, este año, otra vez mostró una cara débil: aunque terminaría ganando el certamen, el equipo de Menezes debutó en el Sudamericano de Venezuela con una durísima goleada ante Argentina por 0-6 y encendió una señal de alarma que quedaría opacada por los festejos del bicampeonato.
¿Una idiosincrasia en crisis?
El mundo del fútbol ha visto que los últimos años trazaron hitos especialmente negativos para la máxima selección de Brasil -de esos que motivan reflexiones, debates y hasta cambios sustanciales-, como lo fueron la sufrida goleada ante Argentina por 4-1 en el Monumental y la derrota histórica de la Canarinha con el gol de Nicolás Otamendi en el Maracaná (le cortó el invicto de 64 años como local por las Eliminatorias), que provocaron las salidas abruptas de Dorival Júnior y Fernando Diniz, respectivamente. Algo parecido a aquello, ahora, parece vivirlo el combinado brasileño sub-20 con el golpazo de esta primera eliminación en la fase de grupos del Mundial de su categoría, esa en la que supo reproducir históricamente su idiosincrasia de alegre “jogo bonito“ y forjar estrellas que nutrieron a generaciones del mejor Brasil.
La crisis futbolística de esa idiosincrasia -que hace rato volvió difícil encontrar un buen espectáculo de la Verdeamarela- quizá sea la problemática más llamativa y compleja. Aunque también resulta extraña (y evidente) la menor proliferación de nombres destacados surgidos en el país más ganador de la historia de los mundiales, algo que ha señalado el mismísimo Lula da Silva. “El problema es que tenemos escasez de jugadores. No es lo mismo que teníamos antes. Si comparamos esta camada con las del '58, '62, '70, '82, '86, 2002 y 2006, esta es más frágil. Sólo hay que recordar nuestros delanteros de 2002 y 2006 para ver que estamos lejos de eso“, fue el análisis del presidente brasileño poco después de la llegada del italiano Carlo Ancelotti a la dirección técnica de la Mayor. El mandatario, incluso, sugirió un experimento: la creación de un seleccionado conformado únicamente por los mejores futbolistas del torneo local. Por ahora, no le han llevado el apunte.
Tal vez sea hora, en Brasil, de una introspección futbolística profunda, y no del habitual revoleo apurado de una lista de posibles entrenadores para ocupar el cargo que quedó vacante en el seleccionado sub-20. Y Ancelotti, ya que ha sido elegido como líder de este tiempo nuevo, debiera formar parte de esa meditación profunda. Quizás las semejanzas entre el reciente traspié del representativo juvenil y los que ha tenido el máximo combinado brasileño en el último tiempo sean solo eso: coincidencias. O, quizás, valga la pena parar la pelota, investigar y reflexionar antes de volver a empezar.