Las columnas llegaron a la plaza San Martín antes del mediodía. Para ese entonces, las cocineras acompasaban el fuego de las hornallas a la velocidad de la movilización, para que el guiso no se pase. Desde de las ocho de la mañana, las organizaciones sociales de la ciudad sacaron las ollas y cucharones de los comedores populares que sostienen en los barrios y se instalaron en el centro de la ciudad. Pelaron cebollas, hirvieron arroz, trozaron pollos, algunas hicieron fideos. En las oficinas de gobernación, el reclamo por el hambre y la pobreza que se vive en los barrios llegó primero a través del olor a guiso que sueltan las ollas y luego se formalizó con un petitorio ingresado en la puerta de entrada.
Las columnas partieron de tres lugares distintos: una de la Terminal de Ómnibus Mariano Moreno; otra desde la sede del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia, en 27 de febrero y Alvear; y otra desde la Plaza López. Las tres marcharon con una bandera que llevaba el mismo mensaje: “Trabajo sí, hambre no”.
“Hicimos unas 70 raciones y las repartimos todas. Se está viendo más la necesidad. Conocemos gente del barrio que son trabajadores de toda la vida y que tienen que venir al comedor igual, porque el sueldo no les alcanza”, explicó Juan Carlos, llenando uno de los últimos recipientes de la jornada. Es del comedor Pumitas Originarios, en el oeste de la ciudad. El grupo de cocineros y cocineras esperaban que la olla alcance para repartir algo en el barrio, entre los que no pudieron sumarse a la marcha. Pero no sobró nada.
En el barrio Los Pumitas, el comedor abre sus puertas lunes, martes y viernes. A veces cocinan, a veces dan la merienda. Dos años atrás, el lugar fue noticia nacional por la muerte de Máximo Jerez, el nene de once años que fue asesinado en una balacera atribuida a una banda narcocriminal de la zona. Los vecinos expresaron su hartazgo tumbando una casa, el presunto punto de venta de drogas. Juan Carlos dice que ahora en el barrio se ven más policías y gendarmes. Lo que falta es comida: “Estamos haciendo una olla de cien litros cada vez que cocinamos, pero nos quedamos cortos y hay gente que se va sin su porción. Es tremendo lo que está pasando”.
También María, de la agrupación Somos Barrios de Pie, cuenta sobre las dificultades que afronta para sostener su comedor, también ubicado en la zona oeste de Rosario. “Muchos de los que organizamos las ollas populares ponemos de nuestros bolsillos para alimentar a nuestros vecinos. Hoy tenemos unas 70 personas que vienen a nuestro comedor. Con mucho esfuerzo, podemos cocinar los sábados y los domingos”, manifestó.
Entre los referentes barriales de las distintas organizaciones, el relato sobre el aumento de la necesidad y la demanda alimentaria también va acompañado por la preocupación sobre el crecimiento de los consumos problemáticos, que deja entrever una expansión de la venta en los barrios. “Luchamos todos los días con papás y mamás que vienen consumidos, con sus hijos en brazos, para que puedan comer. Intentamos contenerlos con un plato de comida, que es todo lo que podemos dar. Pero hasta eso se nos dificulta”, lamentó María.
Reclamos
La jornada de protesta tuvo como protagonistas a organizaciones sociales como la Corriente Clasista y Combativa (CCC), el Movimiento Evita y la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (Utep). También a las distintas organizaciones sindicales locales nucleadas en la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (Catt). La movilización además coincidió con el paro nacional docente, por lo que algunas agrupaciones gremiales educativas participaron del acto en Rosario. Entre ellas Coad, el gremio que nuclea a los docentes e investigadores de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), que también adhirieron al reclamo nacional.
Las organizaciones elaboraron un petitorio que dejaron en la sede de Gobernación, donde pidieron ser recibidos por el gobernador Maximiliano Pullaro, para exponer la situación que se vive en muchos sectores de la ciudad y la región. Según denuncian, en Rosario hay 1.300 ollas populares que, con suerte, funcionan un día a la semana por la falta de insumos para cocinar. En el escrito apuntan contra el gobierno nacional como “el responsable principal” por cortar la provisión de alimentos a las organizaciones sociales, pero también atribuyen un grado de responsabilidad a los gobiernos locales.
“La provincia y la municipalidad también son responsables, ya que su aporte alimentario apenas alcanza para tres o cuatro comidas al mes”, remarcan en el escrito. Entre las demandas, las organizaciones reclaman “duplicar la provisión de alimentos para los comedores y merenderos, a fin de que alcancen para ocho comidas mensuales. Reconocimiento económico al trabajo de las cocineras de las ollas. Y por una Navidad sin hambre, con comida, trabajo y dignidad para todas y todos”.
Unidad
Eduardo Delmonte, referente local de la CCC, celebró la confluencia de diversos sectores en un mismo reclamo. “Teniendo realidades distintas, tenemos intereses comunes. La esperanza nuestra está puesta en la calle, en la movilización popular y en la unidad, para que de alguna vez sea el pueblo el que gobierne”, expresó y agregó: “En este caso, la realidad nos empuja a venir a reclamar el trabajo y la comida. Hay que generar laburo, construir viviendas, que la gente se capacite en oficios y permitir que los pibes tengan una oportunidad de trabajo que no sea el narco en el barrio”.
Por su parte, Edgardo Arrieta manifestó su preocupación por la pobreza creciente. “Vemos que está faltando la comida y como gremio venimos a apoyar estas manifestaciones para que las autoridades escuchen a la gente que realmente no tiene para comer. Hoy no tienen hambre solo los desocupados, sino también los trabajadores que no llegan a fin de mes”, sostuvo. El secretario general de la Catt también apuntó contra el gobierno nacional por la política en materia de transporte: “Paralizaron los trenes, han querido destruir la marina mercante, dejaron las rutas abandonadas y no han puesto un solo peso en los puertos de la región”.
En tanto, los docentes universitarios también dijeron presente. No solo en solidaridad con el reclamo alimentario, sino también en el marco de un paro de 24 horas lanzado por la Confederación de Trabajadores de la Educación (Ctera) en defensa de la educación. Desde Amsafé definieron viajar a Buenos Aires para participar de la movilización central, mientras que los docentes universitarios se sumaron a la movida local. “Entendemos que acá nadie se va a salvar solo. Las organizaciones denuncian una situación de hambre dramática que tiene que ver con decisiones políticas, por el ajuste que hacen pagar a los trabajadores”, cuestionó Gayoso. “Nosotros hoy estamos de paro en defensa de la educación pública, pero acompañando acá porque muchas de las demandas son similares”, añadió.