Hasta hace 54 días, Marcos Guevara podría decir que trabajaba en Cerámicos Ilva. Así fue hasta que un lunes, dos meses atrás, recibió un mensaje de WhatsApp donde la empresa anunciaba que él y todos sus compañeros –otros 300 empleados– quedaban despedidos.
Los despidos fueron una sorpresa. Llegaron en medio de intentos de la empresa de presentar un proceso de crisis que no pudieron justificar ante los ministerios de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires y nacionales.
Al ser consultado por esta situación, Marcos Guevara, contó su experiencia como víctima del industricidio mileísta: “Acá estamos, la vamos llevando. La realidad es que manifestaron una supuesta crisis. Mediante provincia y nación no reunieron los papeles necesarios para poder llevarlo adelante. Ambos se le tiraron para atrás”.
“Y a raíz de eso empezó todo. La problemática la tenemos los trabajadores, que estamos en la calle. Pero no solo nosotros. Porque atrás de cada trabajador hay una familia”, dijo, de todos modos, Guevara, poniendo el eje del conflicto donde debe estar.
Tras lo que añadió: “Estamos en un problema grande. Ahora la empresa está con las puertas cerradas. Hoy se cumplen 54 días. La empresa un viernes puso un candado y un lunes mandó un mensaje de WhatsApp diciendo que dejábamos de ser parte de la compañía”.
La planta de Ilva, una de las más antiguas del Parque Industrial de Pilar, quedó con los portones cerrados dos meses atrás. La empresa, según denunciaron los ceramistas, busca seguir produciendo “con otra gente y pagando menos”, incluso abriendo búsquedas de personal en portales de empleo.



