Cuando sos el mejor, cuando las circunstancias te dejaron en bandeja el título de GOAT, podés elegir el dorsal que quieras para tu camiseta. Pero elijas el que elijas, nunca va a tapar algo mucho más grande en tu espalda: un objetivo de tiro al blanco. Mientras haya incentivos para hacerlo, todos te van a querer bajar. Pero desde la pandemia, al menos, que por motivos no muy convincentes los incentivos para tratar de destronar a la saga de videojuegos de fútbol FIFA / EA FC, de EA Sports, parecen haberse ido apagando. Hace mucho que ni su gran rival japonés de todos los tiempos ni advenedizos como el juego que apadrina CR7 logran alcanzarlo en la carrera. EA Sports parece haber ganado la guerra de desgaste por el título de GOAT de los videojuegos de fútbol, con muchos laureles pero con escasa competencia. El todavía flamante EA FC 26 intenta hacer algo por despabilarse, y es la entrega más refinada de la saga en años. En criollo, la mejor en al menos siete u ocho años. Pero la pérdida de músculo en innovación es inmaquillable.
Arranquemos por el final, como viene haciendo la saga en los últimos años cuando incorporó los minijuegos llamados Moments para su modo Ultimate Team. EA FC 26 está muy bien y trae resuelto de base el gran dilema de los juegos de fútbol. ¿Querés ataque y defensa, ataque y defensa, juego vertical, vértigo, frenesí, goles, quilombo, firulete? Tenés el modo Competitivo. ¿Querés el fútbol tiempista, que el mediocampo tenga sentido, armar juego, calmar la ansiedad del día? Tenés el modo Auténtico. Los jugadores resolvían esto tocando configuraciones, pero sin nunca lograr experiencias realmente definidas hacia un lado u otro. La simple integración de esto como setting general de EA FC 26 ya es un gesto significativo y bienvenido. Realmente se siente como un upgrade que se tomó de la comunidad y de cómo se usaron previos EA FC y terminó llegando al juego, y no como una feature falopa ideada entre focus groups.
Pero esto no tendría el impacto que tiene si no se tradujera en una jugabilidad de las más suaves de la saga, totalmente sin fricciones, con naturalidad de movimientos, con mejor respuesta, con mayor anticipación de los jugadores para que cuando tomemos el dominio de cada uno, la pelota realmente tenga una continuidad. Los pases, las barridas, las internadas, los desbordes, los cruces, todo se ve y se siente muy bien hasta que levantás la vista y los 6 suplentes que están calentando están haciendo el mismo pasito de precalentamiento cual banda de kpop –tema sobre el que volveré en un rato–. Las pelotas largas también se sienten bárbaro, con dirección para los centros, mejores recepciones y más rango de pelotazos. La defensa, posicional o al hombre, al piso o "parado, parado", también responde a lo que se intenta. Nunca en entregas anteriores se sintió tal nivel de movimiento ofensivo y defensivo de los jugadores, y ése es el mayor avance de jugabilidad para esta entrega. Y con el nuevo sistema doble de Competitivo y Auténtico, tal vez la pelota nunca frene, pero hay más tiempo para pensar.
Ahora bien, hay todo otro grupo de continuidades que más bien se sienten como monotonía, una monotonía que lejos de generar familiaridad sólo se vuelve más opresiva con el correr de los años: los mismos relatos, los mismos festejos, los mismos SBC, los mismos menúes. En corto, las mismas mismidades. Es como si EA Sports se rescatara para subir el nivel de continuidad pero en los parámetros incorrectos. Y, en un punto, esa sonrisa que se va dibujando durante los partidos se choca con un espejo gris cuando se vuelve al menú, cuando querés hacer un Desafío de Creación de Plantilla y es el mismo que hace cinco o más años, cuando te esforzás por un gol inigualable y tu 9 hace el mismo festejo que hacía el 9 que usabas cuando tenías 10 años menos. Lo bueno es que EA Sports parece estar haciendo caso al feedback de la comunidad en su Centro de Comentarios, al menos en lo que tiene que ver con rebalancear algunas stats.
Entre 2009 y 2014, el dominio de los FIFA fue innegable –lo llore quien lo llore–. Incluso en lo más intenso de su ida y vuelta contra los juegos de Konami, la saga de EA Sports tuvo un lustro excepcional, tal vez su prime. Fue un poco injusto que el juego entrara en un bache después de 2014, justo a poco de agregar la Liga Argentina. Por esos años, PES recuperó mucha cancha y terminó siendo tan o más dominante en el sentimiento entre 2016 y 2018. Pero después de eso, se desvaneció. EA Sports quedó al comando del mercado, sin nadie con estatura para competirle. Y aceleró en su veta conservadora.
Aclaremos algo, en los propios confines de Electronic Arts: es un error pedirle a los FC que sean algo más parecido a Battlefield que a Apex Legends. Es decir, pedirle a FC 26 que tenga otra narrativa, otro motor gráfico, otras mecánicas, otro marco cronológico que FC 25 sería tal vez muy flashero pero también bastante torpe –por decirlo suave–. De hecho, el jugador regular de FC quiere una experiencia lo más contínua posible: por caso, llegar al primer día de FC 26 habiendo disfrutado hasta último momento FC 25, y topándose en FC 26 con la misma experiencia pero con errores corregidos y detalles pulidos. Sí, como una nueva temporada de cualquier videojuego del estilo Games as a Service. "¿Y los nuevos héroes y villanos?" Muy sencillo: los futbolistas de la temporada vigente, los traspasados, los debutantes, el "nuevo orden" futbolístico de cada año.
Esa necesidad no escala porque no hay mucho más que desear o que demandar de un juego de fútbol: EA Sports los hace eficientemente. Lo que sí tiene absoluto sentido es plantear un cambio de modelo, si todos estamos de acuerdo en que de un FIFA o un FC hace mucho que no se requiere más que la actualización anual de plantillas y una mejora permanente en jugabilidad y rendimiento. De hecho, EA Sports de una forma muy gris aplica eso, pero no lo admite: andá a meterte a jugar FUT en EA FC 25, no queda nada por hacer y el 26 salió hace un mes. Hace mucho que los fanáticos de la saga vienen pagando una suerte de pase de temporada encubierto, aunque mucho más caro y sin la posibilidad de mover sus assets de una temporada a la siguiente.
El gran triunfo de EA Sports es haber simplemente sobrevivido mientras menguaba su competencia. Se quedó calladito, sin hacer lío. Y eso puede ser también su gran castigo: en tres décadas de delivery de videojuegos de fútbol, no parece haber desarrollado otro modelo comercial y es muy dudoso que haya generado los anticuerpos para sobrevivir el día que masivamente los jugadores se cansen de pagar su cuota anual para jugar FC. Entregas como la de este año, donde la jugabilidad levanta cabeza a uno de los más altos puntos en la saga, ofrece un tiempo extra que en un mundo de iteración constante e innovación como quimera no hay que confundir con paciencia infinita del jugador.