Desde Río Negro
Las elecciones legislativas en Río Negro marcaron un punto de inflexión en la política provincial. Por primera vez en más de una década, el oficialismo encabezado por Alberto Weretilneck quedó fuera del reparto de bancas en el Congreso. Ni en el Senado ni en Diputados logró retener representación, un resultado que deja expuesta la pérdida de poder del gobernador y el agotamiento del modelo político de Juntos Somos Río Negro (JSRN). En la carrera por el Senado, el primer puesto fue para Martín Soría de Fuerza Patria, mientras que en Diputados la victoria fue para La Libertad Avanza.
En una jornada marcada por la polarización, Fuerza Patria y La Libertad Avanza se disputaron voto a voto la victoria en las dos categorías nacionales. En Senadores, el triunfo fue para Fuerza Patria, que obtuvo el 30,67% de los votos, apenas por encima de La Libertad Avanza, que alcanzó el 30,36%. En tercer lugar, quedó el oficialismo provincial de Juntos Defendemos Río Negro con un 26,74%, sin lograr ingresar ninguna banca. Con este resultado, Martín Soria y Ana Marks accederán al Senado por Fuerza Patria, mientras que Lorena Villaverde lo hará por La Libertad Avanza.
En la categoría Diputados, el escenario se invirtió: La Libertad Avanza se impuso por una diferencia mínima con el 34,43%, mientras que Fuerza Patria alcanzó el 29,48%. En este caso, los nuevos diputados nacionales serán Aníbal Tortoriello (LLA) y Adriana Serquis (Fuerza Patria). El oficialismo rionegrino, nuevamente, quedó fuera de toda representación para reemplazar a Agustín Domingo. Una señal política inédita para Weretilneck, que hasta ahora había logrado mantener presencia nacional sin importar el contexto electoral.
El resultado representa un fracaso político rotundo para Weretilneck. La decisión de apostar por Facundo López como principal candidato no solo no logró sostener la estructura, sino que aceleró el desgaste del espacio. El gobernador puso todos los resortes del Estado al servicio de la campaña: intendentes, ministerios, programas provinciales y recursos públicos fueron utilizados para reforzar una estrategia que se apoyó más en la estructura que en las ideas. Sin embargo, el voto ciudadano fue categórico: el aparato estatal ya no garantiza victorias.
La caída al tercer lugar en ambas categorías refleja el agotamiento de un ciclo político que durante años se sostuvo en la promesa de estabilidad y gestión técnica. El electorado, especialmente en General Roca, Cipolletti y Bariloche, expresó su malestar con una administración percibida como cerrada, personalista y desconectada de las demandas sociales.
La polarización que sepultó el modelo rionegrino
La elección rionegrina confirmó lo que los analistas venían advirtiendo: el voto provincialista se desdibujó frente a la polarización nacional. Mientras Fuerza Patria logró retener una porción importante del voto peronista tradicional, La Libertad Avanza creció con fuerza en el Alto Valle y el Valle Medio, capitalizando el descontento de los sectores productivos y jóvenes.
El oficialismo provincial intentó “romper la polarización”, pero terminó víctima de ella. Ni el discurso de gestión, ni la apelación al federalismo rionegrino alcanzaron para sostener un electorado que hoy vota mirando Buenos Aires. Weretilneck, que había gobernado sobre la base de la autonomía provincial, vio cómo su poder se desmoronó frente al peso de las fuerzas nacionales.
El dato político más relevante es que Juntos Defendemos Río Negro no logró ingresar ni un solo legislador nacional, en la que el oficialismo provincial queda fuera de toda representación en el Congreso, lo que debilita su capacidad de influencia nacional y lo deja en una posición de vulnerabilidad institucional.
Esta derrota no solo desnuda un problema electoral, sino una crisis de liderazgo. Weretilneck no consiguió construir sucesores, y su apuesta por Facundo López como cara visible del espacio terminó en un fracaso personal. Sin cuadros nuevos, sin renovación dirigencial y con un esquema político centrado en la figura del gobernador, el futuro de JSRN aparece condicionado por un escenario adverso que podría replicarse en las elecciones provinciales de 2027.
Villaverde y Soria: polos opuestos de un mismo fenómeno
En medio de esta disputa, Lorena Villaverde y Martín Soria emergieron como los rostros de la nueva etapa política rionegrina, aunque desde lugares opuestos. Soria, con el respaldo de Fuerza Patria, logró mantener el voto tradicional del peronismo y consolidar su retorno a la escena nacional. Su discurso de reconstrucción y justicia social encontró eco en el electorado de Viedma y el Valle Inferior.
Por su parte, Villaverde capitalizó la figura de Javier Milei y antiperonismo, que a pesar de las denuncias sobre su detención en Estados Unidos y su vinculación con el empresario Fred Machado, su candidatura resistió los embates y consiguió un caudal de votos que sorprendió incluso a su propio espacio. Su narrativa “anti-casta” y su estilo confrontativo conectaron con el hartazgo de un sector que ve en los libertarios una forma de protesta más que un proyecto ideológico.
La paradoja es que, aunque arrastra escándalos judiciales y divisiones internas, Villaverde se convirtió en la dirigente que logró quebrar el cerco político de Weretilneck, aunque también se puede analizar que en esta campaña, el Gobernador nunca expresó repudió a Lorena Villaverde a quien le podía restarle votos y solo se concentrar en criticar a Martín Soria.
Weretilneck, que supo construir poder desde la moderación y el equilibrio, enfrenta ahora un desafío inédito: gobernar sin respaldo político nacional ni representación legislativa. Las elecciones en Río Negro dejaron un mensaje profundo: el ciclo de control político de Weretilneck llegó a su punto más débil. El aparato estatal, otrora símbolo de eficiencia y poder, ya no alcanza para garantizar victorias. Mientras tanto, el oficialismo provincial quedó atrapado en su propio laberinto, sin bancas, sin recambio y con un futuro incierto.


