Durante la pandemia, miles de jóvenes argentinos pasaron más horas que nunca frente a la pantalla, buscando respuestas, entretenimiento o simplemente una dirección posible. En ese contexto surgió la historia de Tino Mossu, un joven de Merlo que dice haber convertido su curiosidad digital en un negocio millonario antes de cumplir 22 años.

Según su propio relato, el punto de partida fue una mezcla de encierro, aburrimiento y necesidad de independencia. Mientras cursaba la secundaria de manera virtual, decidió vender su PlayStation para “probar suerte” con distintos métodos de ingresos por internet: trading, dropshipping, reventa de productos chinos. Perdió dinero, pero ganó —asegura— una lección: “No hay fórmulas mágicas, solo habilidades que generan valor”.

A partir de ahí, comenzó a formarse de manera autodidacta en marketing digital, ventas y finanzas personales. Un libro de Robert Kiyosaki, Padre Rico, Padre Pobre, fue, según cuenta, su disparador. Desde entonces, pasó horas mirando tutoriales, conferencias y cursos online hasta que descubrió un concepto que lo fascinó: el del Closer Digital, una figura poco conocida en Argentina.

El oficio del “cerrador” y la expansión del relato del éxito

Un Closer Digital —también llamado “cerrador de ventas”— es alguien que se encarga de contactar a clientes que ya mostraron interés en un producto o servicio para ayudarlos a completar la compra. Es una figura intermedia entre el vendedor tradicional y el asesor comercial, pero con una diferencia clave: todo ocurre de manera remota y, en general, cobrando en dólares.

“Las empresas invierten miles de dólares en publicidad para atraer potenciales clientes, pero muchas no tienen quién cierre esas ventas. Ahí entra el closer”, explica Mossu en sus videos y entrevistas. En su discurso, la figura del “cerrador” se presenta como una nueva puerta al trabajo independiente y globalizado, especialmente para jóvenes que buscan escapar de la precarización local.

Después de capacitarse con mentores internacionales, Mossu asegura haber conseguido su primer empleo remoto en una agencia mexicana, donde habría pasado de no generar ingresos a ganar más de seis mil dólares mensuales. Con esa experiencia, creó su propia academia online: La U del Closer, que promete formar y conectar a personas con empresas digitales de distintos países.

La propuesta combina formación práctica, mentorías y acceso a oportunidades laborales. Según su difusión, el programa tiene alumnos en varios países de Latinoamérica y algunos ya trabajan para empresas extranjeras.

Tras la promesa de la libertad financiera

Tino Mossu se presenta como un ejemplo de que “la libertad financiera es posible desde cualquier lugar del mundo”. Desde su casa en Nordelta, continúa difundiendo contenidos sobre marketing digital y crecimiento personal, y asegura haber facturado su primer millón de dólares antes de los 22.

Más allá del personaje, la historia de Tino Mossu sintetiza un fenómeno más amplio: el surgimiento de una generación que busca sobrevivir —y prosperar— en una economía fragmentada, donde el trabajo estable es una rareza. Los jóvenes que hoy tienen entre 18 y 25 años crecieron viendo cómo se desdibujaban las fronteras entre empleo, emprendimiento y autoexplotación. Y, en ese vacío, internet ofreció una nueva promesa: la de “ser tu propio jefe”.


Las historias como la de Mossu funcionan como espejos aspiracionales para una juventud que siente que el sistema tradicional —educativo, laboral, financiero— ya no le ofrece respuestas.

Con un discurso que apela a la autosuficiencia —“El éxito no es suerte, es una decisión”—, Mossu busca posicionarse como referente de una generación que desconfía de las estructuras tradicionales.

En tiempos donde la precariedad laboral convive con la hiperconectividad, los relatos del éxito digital se multiplican. En ese terreno, la historia de Tino Mossu se vuelve un ejemplo paradigmático de cómo la necesidad, la oportunidad y el marketing pueden cruzarse para construir una historia de éxito.