Un jefe de prensa envía por mail unas fotos con la idea de que alguna de ellas sea publicada en PáginaI12. Son de la temporada teatral en Mar del Plata. Se ve a María Eugenia Vidal rodeada del elenco de Fátima Florez. Todos espléndidos, atravesados por la misma sonrisa de diseño. La gacetilla dice que el público se puso de pie para ovacionar cuando el clon de Mariu empezó a imitar a la gobernadora, que agradecía y se mataba de la risa junto a sus hijos. 

Fue anoche, en Mar del Plata, ciudad festejada recientemente por los medios como la más segura del mundo desde que se descubrió que está fuera del alcance de los misiles de Kim Jong Un.

Hay cierta curiosidad morbosa que induce a entrar por unos minutos en la “Macrix”, solo para ver cómo se vive desde esa realidad paralela. Intriga saber cómo será el día a día dentro de esa gran burbuja mental, en la que, de repente, “estamos todos juntos, haciendo un sacrificio más para que el país mejore, con jubilados emprendedores que con menos plata en los bolsillos eligen seguir trabajando hasta los 80, o quien sabe hasta los 90, con lo que avanza la ciencia…; empleados que buscan con entusiasmo nuevas oportunidades, ya flexibilizadas, después de que el Estado los despidió por ñoquis; trabajadores informales que, como viven en González Catán y toman colectivo, tren y subte, celebran los flamantes aumentos en el transporte; amas de casa que ante la suba en el precio de la leche dicen que bueno, se acabó la fiesta, y habrá que arremangarse, pero mientras se arremangan esperan a la salida del teatro marplatense para tratar de sacarse una foto con Mariu, la súper mujer que se hace un tiempo para disfrutar en familia en medio de su monumental lucha contra las mafias…”. Pero no, no llegan ni a tocarla. Porque María Eugenia, la verdadera, está fuera de la Macrix; la imagen que se ve es apenas una de sus manifestaciones, que se evapora rápidamente hasta la siguiente puesta en escena. Por ahora, en la vida real, para la foto con las amas de casa está disponible Fátima Florez, espléndida ella, con la misma sonrisa de María Eugenia.