El cuento por su autor

“Fotonovela” apareció por primera vez en mi libro Esta noche reunión en casa, que en 1972 publicara el Centro Editor de América Latina. Luego conoció otras ediciones en otro par de libros: Como tanta gente que anda por ahí”, que editó Planeta de Barcelona, en 1975, y El mundo de los otros, publicado por Casa de las Américas de La Habana, en 2005. Cuando lo escribí, nada se conocía de las Computadoras Personales, de los teléfonos celulares, de Internet, de los e-mails y de los WhatsApps. Todo eso pertenecía al exclusivo espacio de la ciencia ficción, o de la historieta: recuerdo que Dick Tracy mediante un reloj-visor conversaba con los policías que estaban en la seccional. Por aquellos años, tanto la comunicación, ya sea con el interior del país, como con el resto del mundo, se reducía a pacientes cartas, que demoraban una semana o más en llegar a destino. También era posible recurrir a las llamadas de larga distancia. Había que solicitarlas con bastante anticipación y confiar en que, con buena suerte, tres o cuatro horas más tarde se hicieran posibles. 

“Fotonovela” era el nombre que recibían esas revistas que, mediante rigurosas fotos en blanco y negro, brindaban historias de amores y traiciones. Acaso hoy se las pueda encontrar, como curiosidad, en algún museo de la gráfica. Definitivamente, pertenecen al pasado. Sin embargo, cuando lo publiqué, el cuento ostentaba un título de indudable actualidad. Las cartas que enviara Raúl son un elemento esencial, determinante, para la historia. Ciertamente, si esa misma historia tuviera que escribirse en estos días, Raúl recurriría al e-mail, al WhatsApp, con fotos, dibujos y adecuada música de fondo. Pero, vaya paradoja, el cuento dejaría de tener sentido, no podría ser posible: Internet, la Red de Redes y los últimos avances de la tecnología, vedarían su escritura.  

Hay ciertos vinos que mejoran con el paso del tiempo; otros, por el contrario, se arruinan sin remedio. Confío que el tiempo no haya destruido lo que de bueno pudo tener este cuento, quiero creer que aún pueda leerse como una historia contemporánea, pese a que ya tiene casi medio siglo de vida.