Mihajlo Delic nació en la Novi Sad, en la ex Yugoslavia. Era un pibito tirando a lungo cuando en el ‘90 la selección de su país se consagró campeona mundial de básquetbol en el Luna Park, con aquel inolvidable equipo de Tony Kukoc, Drazen Petrovic y Vlade Divac. Por entonces soñaba con emular a sus ídolos y empezó a sentir alguna atracción por aquel lejanos país anfitrión de aquel campeonato. 

Con el básquetbol hizo carrera y jugó profesionalmente en Serbia, Noruega, Eslovenia, Islandia, Filipinas, Irán, Marruecos, Hungría y también en la selección de la Universidad de Berkley, en Estados Unidos. Y a la Argentina vino varias veces, como turista o como presidente de la Organización Humanitaria deportiva I Came to Play, que creó hace diez años.

La fundación se propone restañar las heridas de la Guerra de los Balcanes a través de encuentros de los que participan chicos de los distintos países de la ex Yugoslavia. Partiendo de la idea de que el deporte es “un derecho y no un privilegio”, en los campamentos en los que se reúnen los pibes de escasos recursos económicos se realizan dos entrenamientos diarios, se fomenta la amistad y se trabaja sobre exposiciones teóricas de conocimiento histórico, crímenes de guerra e importancia de la educación. De hecho, Delic ha impartido numerosas conferencias en Estados Unidos sobre la trascendencia del deporte como vínculo de unión entre los pueblos y como medio para la resolución de conflictos.

“El resultado de esta actividad es extraordinario porque los chicos juegan, se divierten, lo pasan muy bien y establecen lazos de hermandad muy sólidos”, asegura el ex basquetbolista.

El Ministerio de Deportes de Novi Sad y algunas entidades norteamericanas subsidian este proyecto (todas las actividades son gratuitas para los chicos), en permanente expansión.

En una reciente visita a la Argentina, Delic, que además de ex basquetbolista y ex atleta es muy futbolero, presenció el último clásico rosarino, celebró como un canalla más la victoria sobre Newell’s y muestra orgulloso las fotos en la tribuna abrazado a otros hinchas que conserva en su celular en la tribuna. 

También estuvo reunido con el ex secretario de Deportes Claudio Morresi y se mostró muy impresionando con el espacio de Deporte y Derechos Humanos que funciona en la ex Esma.

“Siempre me gustó Argentina, y cuando digo esto me refiero a la gente y su espíritu. Su pasión por la vida es algo que es muy tangible en Argentina, independientemente de si se trata de un deporte, los derechos humanos, la política o el pensamiento liberal. Esta pasión por la vida, este agudo sentido de la justicia y la rectitud, y la voluntad inquebrantable de la gente común a amar la libertad y lidiar con el sistema a cada paso los dignifica”, dice Delic, convencido de que tiene mucho que aprender de nuestro país en cada una de sus visitas. 

Para la próxima tiene programadas varias entrevistas con dirigentes del deporte nacional. Y por supuesto ir a ver al Central de sus amores.