La londinense Sally Burch se ganó el derecho a ser latinoamericana, y no sólo porque reside en Ecuador desde 1983. Mientras estudiaba periodismo en Canadá, cofundó en 1977 la Agencia Latinoamericana de Información (Alai), con el fin de difundir las atrocidades que cometían entonces las dictaduras de región. Antes, en 1972, había obtenido la licenciatura en letras en la Universidad de Warwick, Inglaterra.

 El currículum de Burch habla por sí solo. Entre 1993 y 1995, coordinó el Programa Mundial de Apoyo a las Redes de Mujeres en el marco de la Conferencia Mundial de la Mujer de Pekín. Más tarde, entre 2002 y 2003, dirigió el “Grupo de Trabajo sobre Contenidos y Temas” de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información que se llevó a cabo en Ginebra.

 Desde entonces, se transformó en una referente ineludible de la internet ciudadana. No obstante el peso de sus enemigos, su voz está presente en las discusiones globales e institucionales sobre la democratización de la web.

 El contenido de Alai, de la que es directora ejecutiva, se ubica a la vanguardia de los debates sociales, políticos y comunicacionales del continente. Quito, la ciudad en la que vive, forjó un castellano con dejo andino y una personalidad aplomada, que no le hizo siquiera acelerar la voz mientras se encontraba en un limbo legal en Ezeiza, amenazada por la deportación, que se produjo a las 19.30 del 8 de diciembre.

  Sabe separar los tantos, por lo que Buenos Aires sigue siendo una de sus ciudades preferidas.