El Departamento de Estado de Estados Unidos admitió ayer por primera vez sus dudas acerca de que los supuestos ataques sufridos por 24 diplomáticos y familiares en Cuba fueran una agresión acústica, como lo sostenía hasta ahora, tras la filtración de un informe del FBI que dice no haber encontrado pruebas de esos presuntos “ataques sónicos”.

“Yo no descarto nada. No estoy diciendo que sea un ataque acústico, pero sí sabemos que hay un elemento acústico asociado con ellos, que puede ser parte de otro estilo de ataque”, afirmó ayer el director adjunto de seguridad diplomática del Departamento de Estado, Todd Brown, en una audiencia en el Senado sobre este tema. En ese sentido, indicó otras posibilidades, y citó entre ellas un ataque “viral”, es decir, que alguien deliberadamente infectara a los estadounidenses con un virus.

Varios senadores le habían preguntado por un informe preliminar del FBI, filtrado recientemente a la prensa, en el que se indica que su investigación en La Habana no ha encontrado pruebas de que sean ondas sónicas las causantes de los daños de salud sufridos por ese grupo de personal diplomático y sus familiares.

El senador republicano Marco Rubio, uno de los mayores críticos de la política de deshielo con Cuba que implementó el ex presidente Barack Obama, y que presidió la audiencia, también consideró que quizás los ataques no fueron acústicos pero insistió en que de lo que no hay duda es de que ocurrieron y de que el gobierno cubano los perpetró o tenía conocimiento al respecto.

“Bueno, posiblemente no son acústicos, posiblemente utilizaron microwave (microondas) u otra tecnología, pero es irrelevante; es importante saber cuál fue el método que fue utilizado, pero es como decir que no sabemos si lo mataron con un cuchillo o con un arma de fuego. Al final del día supimos que hubo un ataque”, dijo el senador cubano-estadounidense. 

La audiencia, que duró poco más de hora y media, transcurrió con más preguntas que respuestas y los representantes del Departamento de Estado tuvieron que reconocer que, más de un año después del primer ataque registrado, Estados Unidos no sabe ni quién está detrás de ellos ni está seguro de su naturaleza.

El secretario de Estado adjunto para Latinoamérica y el Caribe en funciones, Francisco Palmieri, sostuvo en varias ocasiones que Estados Unidos no tiene pruebas de que agentes del gobierno cubano perpetraran los ataques pero reiteró que La Habana, como mínimo, “falló” en su deber de proteger al personal estadounidense en la isla.

En tanto, la agencia Asociated Press tuvo acceso a un informe interino de la División de Operaciones Tecnológicas del FBI, fechado el 4 de junio pasado, que todavía no se ha hecho público, en el que se asegura que el organismo no encontró prueba alguna de los supuestos “ataques sónicos” contra el personal diplomático estadounidense en Cuba.

A pesar de la poca claridad en el caso, Washington tomó medidas unilaterales y retiró a la mayor parte de sus diplomáticos de la Isla, paralizando el procesamiento de visados en La Habana. Asimismo, exigió la retirada de 17 funcionarios cubanos en Estados Unidos, recordó el diario estatal cubano Granma sobre el tema.

El también senador republicano estadounidense, Jeff Flake, aseguró en La Habana el sábado último que no existen motivos para dudar de la posición del gobierno cubano y añadió que los informes a los que ha tenido acceso carecían de pruebas sobre el involucramiento de las autoridades de la Isla.

Estados Unidos asegura que desde noviembre de 2016, 24 diplomáticos que trabajaban en Cuba y familiares han sufrido alteraciones en su estado de salud por unos ataques de origen desconocido que les han causado síntomas como pérdida de audición, mareos, zumbidos, dolores de cabeza, fatiga, problemas cognitivos y dificultades para dormir.