...“Si todos aceptaban la mentira del Partido, si todos los documentos contaban el mismo cuento, en ese caso la mentira se incorpora a la historia y llega a ser verdad. Quien controla el pasado, decía una de las consignas del Partido, controla el futuro, quien controla el presente, controla el pasado...”

George Orwell (1984)

 

Es bueno de vez en cuando releer viejos libros que terminan siendo premonitorios e inquietantes, pero que nos permiten algún intento de explicación acerca de las políticas, en nuestro caso las ceopolíticas generadoras de miedo y angustia que Byung-Chul Hang denomina patologías sociales del neoliberalismo.

Sandra Russo describe este padecimiento cotidiano... hay una amenaza flotando en el aire. Esta vez ese miedo encarna en algo que no se quiere disimular sino exhibir, precisamente para generar miedo a todos aquellos que ya han sido estigmatizados en tanto “otros peligrosos”...

El neoliberalismo construye un “otro” agazapado y al acecho; y su discurso  lleva necesariamente  a la confirmación de una grieta en tanto separación moral de lo que está bien y lo que está mal como pautas hegemónicas y culturales de vida. De un lado de esta grieta queda la población que está siendo pauperizada y vulnerada en sus derechos.

Lo que se impone es un miedo dirigido,  odio y sospecha del  semejante y la presencia de una solución punitiva en una especie de genetización de la sociedad.

La construcción de nuevas subjetividades sociales y políticas actuales se asocia a la prevalencia de dos articuladores necesarios: odio y miedo.

La consolidación del odio conduce inevitablemente al miedo social, a la ruptura de vínculos y desemboca en el racismo y la persecución.

Esta creación de un enemigo en tanto diferente, otro y extraño recrea un clima de inseguridad. La mirada mediática construye un “ellos” que ocupa el lugar del enemigo interno. Se propone un discurso del sentido común de un “orden y cambio” que define cuáles son las figuras desestabilizadoras 

que jaquean nuestra sociedad. Estas definiciones del “sentido común” son la representación discursiva del delito (corrupción, terrorismo) de la sociedad y de la Ley que se harán los sujetos.

Tanto la violencia como el sometimiento son estrategias para neutralizar la inquietante “otredad”, la sediciosa libertad del otro. La exclusión del “otro” declarado como mi enemigo genera en contrapartida una imagen del yo rotunda e inequívoca.

El neoliberalismo, el ceofascismo, ignora al “otro” como semejante y lo niega también en su carácter de imprescindible para la producción subjetiva.

En ese instante en que ese otro se vuelve nuestro infierno al decir de J.P. Sartre, se lo disfraza con el ropaje de la grieta. Grieta que se reproduce y recrea siguiendo directivas muy precisas que algunos referenciamos a la “doctrina de seguridad nacional”.

El horror; el horror nos susurra al oído, Marlon Brando desde su creación de pesadilla en Apocalipsis Now.

Para conjurar algo de esta nuestra realidad, vienen a mi memoria las palabras de mi maestro Fernando Ulloa: “Hablar de ternura en estos tiempos de ferocidades no es ninguna ingenuidad. Es un concepto profundamente político. Es poner el acento en la necesidad de resistir la barbarización de los lazos sociales que atraviesan nuestros mundos”.

* Psicoanalista. Miembro de Psicoanalistas Autoconvocados. Docente universitaria.