La avalancha importadora continúa afectando a las industrias intensivas en mano de obra. Una de ellas es la actividad marroquinera, que el año pasado finalizó con un incremento en las importaciones del 43,5 por ciento en unidades respecto de 2016, según datos de la Cámara Industrial de Manufacturas de Cuero y Afines (CIMA). Los denominados sectores sensibles de la economía, que el Gobierno pretende que se reconviertan a otras actividades más rentables, están sufriendo el arribo de competencia desleal desde el exterior y un fuerte deterioro del mercado interno. De hecho, muchas fábricas mutaron a importadoras. La cantidad de firmas que compran en el exterior se duplicó en los últimos dos años. Esta situación amenaza la subsistencia de las pequeñas y medianas empresas que operan en estos rubros y genera la pérdida de puestos en estas actividades. Desde 2015 cerraron unas 50 pymes marroquineras y se perdieron casi 2000 puestos de trabajo, según cifras del gremio.

El Gobierno insiste en que la actividad fabril mejoró el año pasado, pero las cifras oficiales dan cuenta de una recuperación respecto del piso que tocó en 2016. Aun así no llegó a todos los sectores y los más rezagados son los sensibles, como la industria marroquinera, textil, calzado, óptica y algunas siderúrgicas, que ni siquiera lograron ese rebote. “La capacidad instalada de nuestras fábricas está en el orden del 65 por ciento, que significa menos empleo y      valor agregado”, señaló el presidente de CIMA, Ariel Aguilar.

Según el informe de la Cámara, en 2017 se importaron 53.486.052 productos de marroquinería confeccionados en tela, plástico y cuero, 43,5 por ciento por encima de los 37.272.866 artículos de 2016. Medido en dólares, significó un aumento interanual de 14 por ciento. “Es mentira que el país estaba cerrado a la importación, pero lo que había antes era un esquema administrado. No es que no queremos competir con el importado, el problema es que no podemos convivir con una administración que no toma en cuenta los puestos de trabajo”, aseguró Aguilar a PáginaI12. 

La eliminación de controles al ingreso de productos del exterior llevó a que se duplicara el número de importadores y que muchas pymes reconvirtieran su negocio a la actividad comercial. Desde que asumió el gobierno de Cambiemos, el número de importadores pasó de 400 a más de 800 al cierre del ejercicio 2017. Según el documento de CIMA, la importación de carteras de cuero creció 183,3 por ciento en unidades contra 2016, y bolsos, mochilas y riñoneras de cuero, un 197,6 por ciento. La otra pata del problema es la fuerte caída en las ventas internas a causa de una baja en el poder adquisitivo de la población. “La venta en mostrador se retrajo el año pasado entre un 15 y 20 por ciento contra 2016”, agregó el directivo. 

El resultado de este efecto pinzas fue el cierre de medio centenar de pequeñas y medianas empresas, principalmente del eslabón de monturas de cuero, billeteras y cinturones. “Son fábricas pequeñas que en promedio emplean hasta diez trabajadores”, explicó Aguilar. Algunas de estas pymes pasaron a engrosar la lista de importadores directos. Ese goteo, más el achicamiento de otras empresas más grandes del sector, generó una ola de despidos en los últimos dos años. Hasta mediados del año pasado el número se ubicaba en 1800, pero desde el gremio advierten que la cantidad superaba a diciembre último los 2000 puestos. La situación podría empeorar si el Gobierno avanza en la idea de eliminar los derechos de exportación al cuero, lo que haría más atractivo vender la materia prima e importar que agregarle valor en el país.