Se impone encuadrarlo. Que jazz, que blues, que pop, que rock, que hip hop, que electrónica, que soul... ¿Qué qué? “Sí, es cierto”, intenta despejar Cirilo Fernández, “Mute es uno de esos discos que cuesta definir estilísticamente, porque abarca una serie de estéticas relacionadas con varias vertientes musicales, y esta tal vez sea una de las razones por las que entra en la batea del jazz, género generoso, que históricamente se caracterizó por dejar coexistir estilos y lenguajes musicales”. El intento no está mal. Mute, disco que Fernández 4 –la agrupación liderada por Cirilo– estrenará en público hoy en Boris Club –Gorriti 5568–, a doble jornada (21.30 y 0.30), reconoce su columna vertebral en el jazz, pero no puede ser considerado como un trabajo “de” jazz. Y no, porque en sus formas el género deja ser a una multiplicidad de estilos, ritmos y sonidos. A un mundo diverso que intenta nuevos lenguajes. Sigue él: “Se lo categoriza como disco de jazz porque los integrantes son todos músicos provenientes del genero, improvisadores de oficio, digamos, tocando canciones por momentos mas emparentadas con el pop/rock y al hip hop, formato al cual se adaptan de una manera muy particular y, para mí, sumamente efectiva. Claramente somos de los que creemos que el género estructuralmente, por definición, no tiene límites, y por eso oscilamos entre un jazz moderno de métricas irregulares, un pop semi ochentas con melodías pegajosas, un rock alternativo con ostinatos bailables, con momentos emotivos/melancólicos y una fuerte tendencia al hip hop y al soul”, define el pianista y compositor nacido en Berna, Suiza.

Y el que le da el apellido, también, al grupo que completan Nico Sorín –hijo de cineasta– en voz y efectos; Mariano Sívori en bajo eléctrico y contrabajo; Sebastián Lans en guitarras y efectos, y Daniel “Pipi” Piazzolla en batería. “En ingles Mute significa mudo o silenciar. Yo lo relaciono con que nuestra musica, cantada en inglés, no habla de nada en particular, no busca conmover con el mensaje de la prosa sino con lo que transmite el sonido… las palabras están silenciadas, mudas”, explica Cirilo, sobre el origen etimológico de un nombre que se asocia directamente con el concepto del disco: “Otra lectura es que Muté, en español y en primera persona, habla de la transformación estilística que fue atravesando mi música con este grupo, desde el primer trabajo instrumental en Triathlon como trío acústico, pasando por No Fear en cuarteto, con voz y elementos electrónicos, hasta este, en quinteto con guitarra eléctrica” agrega el músico en una doble definición, y reubicando al trabajo en perspectiva histórica.

Una perspectiva muy relacionada con el vaivén vivencial de Fernández, que educó cuerpo, alma, arte y mente entre Berna, Buenos Aires, Boston y Los Angeles. “La música es universal, suena igual en todos lados. Todos los lugares en los que alguna vez estuve tuvieron alguna influencia en mi manera de hacer música, pero creo más que nada, como dijeron alguna vez por ahí, en que la patria está en mi tocadiscos”, define el hombre que, formado en piano de jazz por Santiago Giacobbe, graduado en Berklee, fogueado en festivales como el de Umbría, Italia; el de New Orleans; o el de New Hampshire, y en cruces con el Sexteto de Mariano Sivori, Matt Pavolka, Bebo Ferra, Octafonic, Miguel Bosé, el ensamble Real Book Argentina, y su actual grupo originado en 2012, con el cual publicó también No fear, en 2014. “Ese disco fue el conejillo de indias –por así decirlo– donde la búsqueda pasaba por encontrar el lenguaje musical del grupo. Mute es como un No Fear II, una secuela que explota los elementos que asomaban en aquél. Hay un hilo conductor entre los dos… son definitivamente hermanos”, compara el también guitarrista que, a la hora de las referencias, marcha en línea con su mosaico musical: Herbie Hancock; Stevie Wonder, Brad Mehldau; Astor Piazzolla, Sumo y Fito Páez.   

–¿Hasta qué punto Fernández 4 es un grupo vertical y hasta dónde se permite una horizontalidad?

–Es un grupo vertical en cuanto a la composición de los temas, pero horizontal a la hora de la interpretación. En su gran mayoría, llevo los temas armados, y los muchachos le meten su impronta a la hora de tocarlos. En este disco, fui bastante riguroso con lo que quería que ocurriera a la hora de grabar. En vivo, sin embargo, hay mucha mas flexibilidad interpretativa. Los solos se extienden, las formas de los temas varían de lo intrincado a lo accesible, y hasta las letras pueden llegar a cambiar de show a show.