Durante los primeros meses del programa, Bailando 2016 se podía mirar por el rabillo del ojo. En aquella marea de concursantes (arrancó con 26 parejas), poco importaba quién seguía y quién se quedaba. Por orden de aburrimiento y por mencionar solo a algunos, fueron parte del show Diego Maradona JR, pésimo bailarín y sin gracia en las previas; el solemnísimo Osvaldo Laport, que insistió con hacer teatro en la tele y que con su poco sentido del humor ayudó a enterrar su antigua aura de sex simbol junto al taparrabos de Catriel, y la pareja de Candela Ruggeri y su padre futbolista, que no embocó un solo paso y cuyo mayor mérito, siempre destacado por el jurado, fue construir “una hermosa familia”. 

La importancia de la familia es fundamental en esta temporada del Bailando. Marcelo Tinelli parece haber aprendido, tras reiteradas críticas, que no puede ni debe cortar las polleritas de las concursantes y que hasta las divertidas carreras con zapatos de taco alto se le pueden volver en contra ante la vigilante militancia lgttbi. Hoy Tinelli prefiere apostar a sus habilidades de Celestina y ponerles fecha y lugar de casamiento a las parejitas que arma, además dar manija a la matraca procreativa de todos los participantes del show y hacerse el simpático con cuanto niñito que se le cruce. A esta manía familiera, la única que le hace cierto contrapunto es Moria Casán, que cada tanto es visitada en el estudio por alguno de sus chongos: “Soy muy ‘touch&goera’-declaró ante uno de los últimos intentos casamenteros de Tinelli-. Fijo no tengo nada, ni siquiera el domicilio”. 

En la segunda mitad del año, el certamen recobró el dinamismo de otras épocas, en parte gracias a la incorporación algunos participantes que habían concursado en los años anteriores con cierto éxito, como es el caso de Lizy Tagliani, o Anita Martínez y el Bicho Gómez, que aportaron una importante dosis de humor a la temporada. 

A poco de terminar, siguen en camino Nicole Neumann y Jorge Moliniers, que también entraron al Bailando en esta segunda tanda de parejas y que arrancaron complicados con una mala nota de una Pampita ensañada, porque Nicole había formado parte del grupito donde no se sabe bien quién la había apodado “la Muqui”. Hoy Pampita parece haber dejado atrás los rencores y la pareja se viene salvando en las votaciones telefónicas, probablemente gracias a que ayudan los votos de los seguidores de su bailarín, que además de ser paraguayo, lindo y simpático, canta canciones de amor (bastante mal pero con garra) y no tiene reparos en contar los pormenores de su vida en pareja con el jefe de coachs Hugo Ávila. La pareja quedó entre los cinco mejores del bailando tras haberle ganado en el teléfono a Ángela Torres, la nieta de Lolita, que además de ser talentosa tuvo de partenaire al bailarín más hermoso y tímido del certamen, Facundo Insúa. Y siguen en concurso Fede Bal y Laurita Fernández, campeones del Bailando 2015, Peter Alfonso y Flor Vigna, que suman puntos gracias a la familia de almanaque que armaron con la conductora Paula Chávez, y la modelo y conductora María del Cerro y su bailarín Nicolás Villalba, uno de los pocos éxitos del programa que se explican por los progresos de una “no-bailarina” en materia de baile. 

Pero sobre todo, el interés se revitalizó tras la descalificación Charlotte Caniggia, que a lo largo de su paso por Showmatch aprendió a hacerle la segunda a Tinelli en sus improvisaciones humorísticas, a bebotear con su voz aniñada y terminando casi todas las frases con un vocativo (“¡Y qué sé yo, Marce!”), además de haber aprendido a dar algunos pasitos de baile tratando de no perder la sonrisa, que más de una vez se le desdibujó por la fatiga entre voltereta y voltereta. Según Tinelli, fue La Revelación del Bailando. También la apoyó desde siempre Moria, para quien el encanto de la hija de Mariana Nannis y el Pájaro Caniggia (criada en Marbella y aterrizada en Argentina como un alien que no conocía ni el choripán, para debutar en el Bailando 2012) radica en su sinceridad y en que, al ser una niña nacida en cuna de oro y que no necesita nada, no le importa quedar bien o mal con el jurado  (“Me importa tres carajos lo que me diga Solita, Marce”). Charlotte fue inesperadamente desplazada en la votación telefónica  por Ezequiel “el Polaco”, otro rubio pero nacional y popular, que se hizo desde abajo y que entre sus muchos tatuajes luce el Escudo Argentino, las Islas Malvinas y los rostros de sus dos hijas en los pectorales. El ídolo de la movida tropical tuvo una infancia no tan feliz, un padre abandónico y una madre que a duras penas pudo mantener a sus tres hijos, hasta que el Polaco, tras varias peripecias, entró en la movida tropical y alcanzó una modesta fama, que probablemente coronará, junto a su partenaire Barby Silenzi, con el título de campeones del Bailando 2016.