Hay saberes que circulan como un secreto entre generaciones, aprendido en las cocinas, en los patios y los jardines. Cada aroma convoca una energía, las plantas remedian desequilibrios y eso que crece en la naturaleza puede impactar, si se lo deja, en la vida cotidiana, aún de las ciudades, donde aquella conexión quedó en el olvido y el cemento tapó los dones de la tierra. Una crema de caléndula calmará de inmediato un ardor, y una de manzanilla y tilo será descongestiva, relajante, rejuvenecedora. En Rosario, en gran parte impulsado por talleres de capacitación en hierbas medicinales de la Municipalidad, muchas emprendedoras producen cosmética natural. Lejos de la industria farmacéutica, se trata de convocar aquella sabiduría ancestral que casi siempre transmitían las mujeres de las familias. Y conectarse: oler, sentir, palpar. En ese camino, cuatro productoras, cada una con su marca, comenzaron a encontrarse en las distintas ferias donde ofrecían sus productos. "¿Qué me recomendás para la psoriasis?", preguntaba algún visitante. El resultado lo sorprendía tanto que luego volvía, y enviaba amigas, amigos, a los que les pasó lo mismo, y así la producción alternativa se va diseminando. Ana Inés Laurenti (Estrella de Agua), Victoria Rodríguez (Selvamor), Francoise Chiarotti (Diosa Auspiciosa) y Lilian Luna (Amazonas Bio) formaron el Frente de Cosmética Natural, un grupo que ya tiene identidad propia, aunque cada una conserva sus desarrollos. Mientras crean fragancias, mezclan aceites esenciales para nuevos productos y exploran aquello que la naturaleza les ofrece, también avanzan en una conquista concreta: la búsqueda de una certificación de calidad que les permita ofrecer sus productos en comercios, sin asimilarse a la producción industrial. "Queremos seguir en lo artesanal", subraya Luna. En esas gestiones, la propia intendenta Mónica Fein y concejales como Eduardo Toniolli y Caren Tepp, se interesaron en buscar un mecanismo que favorezca esta producción cuya demanda crece como un secreto que esparcen los colibríes en el aire.

"Nosotras nos conocemos por capacitaciones o más bien en ferias y en el biomercado, que se agrupa por rubros, estábamos una al lado de la otra. O éramos competencia o cooperábamos, y nos embarcamos en ese desafío, porque cada una tiene su trabajo, su marca, pero después es como que cada vez hacemos más cosas grupales, cosechas grupales, compras de insumos grupales, combos con un producto de cada una, propuestas de feria", cuenta Laurenti, quien subraya que "unirnos atrajo un montón de posibilidades, y no nos restó en cada producción, al contrario".

 

"O éramos competencia o cooperábamos, y nos embarcamos en ese desafío,  cada vez hacemos más cosas grupales."

 

La obtención de insumos también se hizo más fácil al ser cuatro. "Usamos aceites esenciales que los conseguimos de una cooperativa del sur del país. Eso es todo un logro como grupo, porque si no hubiésemos estado juntas quizás se nos hubiese hecho muchísimo más difícil acceder a esa primera compra mayorista", dice Luna. Utilizan plantas de conocidos que tienen quintas y huertas, pero también ‑agrega Rodríguez‑ "llegan de amigos y contactos que se van de viaje, o que viven en otros lugares, y te van acercando plantas que crecen de manera natural, que no se compran en las farmacias ni crecen en la ciudad. Hay algunas cultivadas por nosotras y otras silvestres".

Porque la materia de la que están hechos los productos de cosmética natural es parte de un concepto. "Al garantizar que una recolecta la planta, la seca, está muy cuidada la procedencia de la hierba, el proceso de recolección y de secado entonces, vos garantizas que los principios activos de la planta lleguen en el producto. Y cuando es industrial, estamos hablando de sintéticos. En cambio, nosotras cuidamos esos principios activos porque se nota la diferencia", sostiene Laurenti, mientras Rodríguez avanza en que "es importante la intención con la que uno trabaja, no lo hacés solo por tener un trabajo y dedicarte a algo, sino que es mucho más profundo. Sos consciente de que cada vez vas desarrollando más capacidades también, vas descubriendo cosas nuevas, y tiene que ver con eso, con la intuición, con despertar más hacia el olfato, la sensibilidad de la piel. Es la búsqueda consciente de las raíces ancestrales". En esa ética que sostienen, hay también algunas premisas. "Tratamos de que toda la materia prima sea de cooperativas y de trabajadores independientes, entonces, en la larga cadena tratamos de que no haya manos explotadas y eso se traduce en el producto, quieras que no, de alguna manera, se nota la diferencia. Tiene toda una carga que va más allá de lo que vos ves en el producto final".

Cada una llegó a la cosmética natural desde distintas experiencias. Laurenti hacía artesanías. "Yo venía del trabajo artesanal, con cuero, que vendía en las ferias. Después, cuando nació mi hijo Evo, decidí tomarme un recreo. Quería cambiar de material, quería algo que fuera un insumo que yo me proveyera, no ir a comprar. Después encontré que me resonaba, con los jardines de mi abuela, de mi mamá, encuentro a mujeres de mi árbol (genealógico) en este quehacer. Conozco de plantas o de nombres y me doy cuenta de que ya lo sabía desde chica por mi abuela, por el jardín", relata su experiencia Laurenti.

En Victoria Rodríguez tuvo que ver con la salud propia. "Fue una búsqueda personal de la sanación, a través de cosas que no fueran medicamentos. También crecí con esa idea, mamé eso de sanar con los procesos naturales, respetar al cuerpo, el tiempo que necesita y no tomar nada que bloquee ese proceso. Después, me fui enfermando de algunas situaciones emocionales y me ayudó un montón la caléndula, que fue la planta con la que empecé a desarrollar el emprendimiento. Ya me había alejado de la ciudad. Ahí nace del nombre de Selvamor, producía atrapasueños y ojos de dios. Tomé el curso de plantas y empecé a hacer mis primeras tinturas, hice pomadas. Me impactó mucho el poder de sanación que tiene la planta, lo comprobé con mi hija. Ahora tengo un montón de productos".

 

"Lo prueban porque pasaron por el lugar y después quieren probar todo. La gente queda muy sorprendida."

 

Llegar a la cosmética natural para Lilian fue también una ruptura con su vida anterior. "Soy odontóloga, no me gustaba la profesión y la dejé. Busqué otra cosa, que tuviera que ver con las plantas y con la creatividad. Lo que tiene de lindo la cosmética natural es que si bien estás dentro de lo sanador, no es medicinal. No te metes en ese terreno pero ayudas de una manera increíble y aportas tu granito de arena para combatir la industria farmacológica de alguna manera y con plantas", dice Lilian.

Champú, crema de enjuague, pasta dental, todos esos productos ofrecen ‑aunque cada una con su perfil y creaciones personales‑ desde el Frente de Cosmética Natural. ¿Sólo se pueden usar con propósito medicinal o también sirven para la higiene diaria? "Tenemos ambas cosas. Se nos acerca mucha gente que trae la consulta sobre algún problema, y en eso somos muy cuidadosas, porque no nos ponemos a recetar. Pero sí hay ungüentos, que son más de tono medicinal, que uno dice tenés una contractura, ponete este aceite, ponete esta pomada, que te va a ablandar, entonces, estás curando de alguna manera. Si vos me decís: tengo la piel seca, entonces una crema humectante, pero te reconstituye mucho los tejidos", responde Laurenti, mientras Rodríguez plantea: "No puedo separar la higiene de la salud porque está todo relacionado. La crema dental que hacemos es antiinflamatoria, antiséptica, es para la higiene bucal pero ha curado un montón de encías". Es que todo se produce para piel sensible. "Al ir reemplazando lo industrial por lo natural mucha gente encuentra una solución a alergias", agrega Laurenti. La respuesta es inmediata: "Hay gente que queda sorprendida, lo prueban porque pasaron por el lugar y después quieren probar todo. Noto mucha sorpresa, tenían una contractura, se pusieron el óleo, se les pasó, y gente que había probado otros tratamientos sin que tuvieran efecto, y esto le funcionó en una semana", relata su experiencia Rodríguez, y Luna suma "y lo recomiendan a sus familias, te mandan mensajes re lindos".

Es un camino. "En principio la persona reemplaza lo de uso cotidiano de higiene, el champú, la crema de enjuague, la pasta dental y después va conociendo otros productos que empieza a reemplazar y elegir, como las cremas, las lociones, los perfumes", aporta. En la nota no pudo estar Chiarotti, pero Laurenti la trae a colación. "Ella hace los perfumes que trabajan con lo psicoemocional. No sólo es el perfume por el aroma en sí, sino lo que trabaja a nivel de las emociones", agrega.

No son las únicas que hacen cosmética natural, claro. "Hay cada vez más gente haciendo cosmética, a algunas las conocemos, nos cruzamos en ferias. Lo que se dio entre nosotras fue una alianza", dice Laurenti. Se unieron también ‑en principio‑ por la certificación. Además de las ferias y los biomercados, que esperan "haya muchos" este año, se las puede encontrar en Facebook, con el nombre del producto (excepto a Estrella del Agua). Algunos se venden en dietéticas, en almacenes naturales y hasta en el mercado popular La Toma.