“Yo creo que es una asociación natural porque en Sudamérica somos todos descendientes de europeos”, sorprendió ayer el presidente Mauricio Macri en su exposición en el Foro de Davos, al ensayar la enésima promoción del esquivo acuerdo Mercosur-Unión Europea. El argumento espantó a propios y extraños, no sólo por lo endeble sino principalmente por lo falso. Si bien Argentina recibió numerosas corrientes migratorias europeas, también lo hizo de otras partes del mundo. Además, no “todos” los argentinos descienden de inmigrantes, como es notorio por los conflictos por reclamos de pueblos originarios tanto en la Patagonia como en lugares como Salta, en los campos que desmontan el Grupo Macri y sus socios. Lo mismo en los demás países de Sudamérica. El presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, por ejemplo, reivindica su origen indígena aimara. Por otro lado, Macri volvió a cuestionar el llamado a elecciones en Venezuela y se mostró conforme con el fallo del Tribunal de Porto Alegre que confirmó el fallo contra  Luiz Inácio Lula da Silva (ver recuadro). 

Macri habló en dos ocasiones ayer en su última jornada en el foro. Primero expuso en la sesión ante los participantes del encuentro y luego dio una conferencia de prensa. Comenzó agradeciendo los elogios del presidente del foro Borge Beder y dijo que lo iba a contratar para la próxima campaña electoral, colocándolo en un lugar incómodo. Expuso de pie durante unos diez minutos en inglés y aseguró que “Argentina ha entrado en una nueva fase”. Luego se sentó para seguir la segunda parte de la exposición en diálogo con el presentador y allí, sin telepromter que lo guíe, siempre surge el Macri más genuino. El Presidente dedicó buena parte de su exposición –también de su paso por Davos– a insistir en las supuestas bondades que tendría para todos la firma del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la UE, que se viene discutiendo desde hace años y siempre está a punto de firmarse pero nunca ocurre. Esta vez Macri dio un paso más allá al lanzar la teoría de la “naturalidad” del pacto dado que, según él, todos los sudamericanos descienden de europeos. “Así que tendría que ser el primer acuerdo antes que todos los demás”, imaginó. No es la primera vez que Macri dice algo por el estilo. En medio de las celebraciones por el Bicentenario de la Independencia, en 2016, lanzó: “Somos todos hijos de europeos en América Latina, principalmente. Creo que es natural que trabajemos juntos”.

La frase fue rápidamente refutada por antropólogos que recordaron que los estudios genéticos realizados en la población argentina determinaron que existía un 60 por ciento de mestizaje. En otros países del subcontinente como Perú o Bolivia el número es aún más alto. 

Desde la oposición salieron a criticarlo. El diputado del bloque FPV-PJ Daniel Filmus sostuvo que “el Presidente omitió la existencia en Argentina y Sudamérica de pueblos originarios y de migrantes de distintas regiones del mundo. Es discriminación y negación de la diversidad cultural constitutiva de nuestro país”. El senador de Proyecto Sur Pino Solanas consideró que “ignorar a los pueblos originarios es ignorar siglos de historia de mestizaje con los distintos procesos migratorios y la gesta de San Martín y Belgrano que se hizo con criollos e indígenas”. “Macri dijo en Davos que en Sudamérica somos todos hijos de ellos”, ironizó Myriam Bregman, del FIT. También el politólogo Sergio Berensztein, cercano a Cambiemos, fue crítico dado que “también tenemos muchos descendientes de pueblos originarios y creciente inmigración de Latinoamérica”. Agregó que “además, el argumento de la afinidad cultural es muy débil. La integración debe basarse en intereses convergentes y una visión estratégica”.  

Entre amigos

En sus intervenciones en el foro empresarial, el Presidente reafirmó también el rol de agroexportador al que pretende llevar a la Argentina, que según planteó “dejó atrás su experimento populista” y entró en “una nueva fase”. Aseguró que el sector alimentario argentino “está presente en todo el mundo” y reiteró que el país podría alimentar “a más de 400 millones de personas”. En esa línea, invitó a los presentes en la cumbre al stand del país para probar “vinos, bananas y otras comidas fantásticas”. Con esa mezcla, difícil que alguien se haya sentido tentado.

Macri repitió algunos de sus libretos habituales como que “ningún otro país tiene mayor potencial que Argentina”. “La economía está cobrando auge, la inflación alcanzó el menor nivel en una década, los salarios se han recuperado, y la pobreza y el desempleo se han reducido”, afirmó Macri (ver aparte).

Sostuvo que el país va “bien encaminado” para ser un “interlocutor mundial”, tras haber “aprendido mucho” de las experiencias pasadas.  Obviamente no podía quedar afuera la situación de Venezuela. Macri hizo de su oposición al gobierno de Nicolás Maduro uno de los ejes de su posicionamiento exterior. “No me siento nada optimista al respecto. He pedido elecciones transparentes en los últimos años y que se terminen los abusos perpetrados por Maduro. Desgraciadamente están sufriendo mucho los ciudadanos con esta crisis sanitaria, pero vemos que las cosas van de mal en peor”, opinó sobre la convocatoria a elecciones.

Macri llegó anoche a París, la tercera escala de su gira, donde quedó alojado en La Tremoille, un cinco estrellas en la zona de Champs Elysees. Hoy se reunirá con el presidente Emmanuel Macron para ver si avanza, al fin, en el acuerdo que tanto lo desvela.