Durante ocho años, un grupo de ilustradoras llevó un diálogo por medio de sus dibujos. La iniciativa de una colombiana y una holandesa se sumó a los grafismos de varias argentinas, de una brasileña y de una neozelandesa. Le pusieron Chicks on Comics y desde entonces no paran de llamar la atención. Hoy a las 17 inauguran Relación a larga distancia, una muestra enorme en Fundación PROA (Av. Pedro de Mendoza 1929) que no sólo reúne los trabajos históricos del colectivo, sino nuevas producciones y la colaboración de gran parte de las creadoras de la historieta argentina contemporánea. No están absolutamente todas, pero más de medio centenar de mujeres dedicadas al noveno arte expondrán en PROA. Además, en febrero realizarán talleres, ofrecerán charlas y encararán la producción de un trabajo conjunto que pondrán a circular fuera del país. De yapa, de las varias muestras que a lo largo de los años realizó el colectivo, esta tendrá el lujo de contar con la presencia de varias de sus integrantes extranjeras, como las holandesas Anna Bass y Maartje Schalkx, además de la cofundadora, la colombiana Paola Gaviria (PowerPaola), residente en el país.

Los orígenes de Chicks on comics están, paradójicamente, en una serie de desencuentros entre PowerPaola y una de las holandesas del grupo. No coincidieron en Argentina, no coincidieron en Colombia y finalmente se cruzaron en España. “Ella no conocía otras mujeres historietistas, yo sólo conocía algunas de Argentina, pero virtualmente: Caro Chinaski, Clara Lagos, Sole Otero, Delius”, recuerda Power. Ese núcleo original creció y se contrajo varias veces con los años, pero la base se mantuvo. “Empezó como un juego de diálogo y, como una plantita, le fuimos echando agua y creció”, cuenta con la misma calidez con la que dibuja.

“La dinámica del grupo es muy orgánica e intuitiva, cero organización”, explica. “Hay como unos turnos que tenemos, pero si alguien quiere responder una viñeta anterior, la responde, y luego pasa la siguiente, así se arma como un diálogo a veces coherente, otras delirante”. En ocho años recorrieron cuanto tema se les pueda ocurrir. “A veces eran temas muy femeninos, pero luego empezamos a hablar de cómo vivía cada una en su país, de la guerra, la inmigración, el arte... un tema siempre lleva al otro y así hemos mantenido la relación”.

Hasta ahora, la mayoría de las exposiciones del colectivo se enfocaron solamente en ese diálogo ya publicado en su sitio (chicksoncomics.tumblr.com ahora, y chicksoncomics.blogspot.com.ar, antes). Las paredes de PROA las entusiasmaron a levantar la apuesta y producir específicamente para la ocasión, además de convocar a cuanta colega tuvieran a mano. “Hicimos cada una su pieza particular para la exposición”, cuenta la colombiana. Historietistas al fin, este trabajo exhibe un doble movimiento. Por un lado, espabila y quita argumentos a aquellos que, desde el ñoñaje más rancio y miope, aseguran que “en el comic no hay mujeres”. Por el otro, aprovecha un espacio de arte legitimado como PROA para discutir de y sobre historieta y explorar los límites del lenguaje. “Queríamos hablar del arte sin olvidarnos del comic, seguir hablando con el formato, pero un poco más expandido. El comic ya no es el papel, las viñetas, los globos, así que tratamos de proponer cada una otra posibilidad con el mismo lenguaje”, explica Gaviria.

Así, Lagos “habla de la danza” y combina ploteos y dibujos sobre la pared, otras se apegan a la mirada más clásica de la disciplina, Otero prueba con el video y la animación y PowerPaola se vuelca a un diálogo masivo con 48 colegas. “Yo quería insistir en esto del diálogo y busqué amigas que me inspiran, mujeres, y repliqué lo que pasó en Chicks on Comics, pero en un diálogo entre 48 mujeres”.

Un parte interesante de la exhibición es que en el Tumblr del colectivo sus seguidores pudieron acompañar “en vivo” el proceso. O más bien, las sensaciones de las autoras ante el proceso, cuando la cotidianeidad de concebir una obra para la muestra, conjurar la logística y (re)pensar hasta la definición misma de arte. Pero así como hubo una previa, la exhibición también tendrá una continuación, no se agota en las paredes del espacio del barrio de La Boca. “En febrero habrá más cosas, unas charlas, vamos tratar de visibilizar a todas las chicas que están haciendo historieta en este momento”, propone PowerPaola. “Haremos un fanzine a la carta, las convocamos a mandar una historieta muda sobre arte”, cuenta. Se encargaron de contactar a cuantas pudieron y la respuesta, anticipan, fue enorme. “Y pedimos que fuera muda para luego poder mandarlo si queremos a Berlín, Inglaterra (algunas integrantes del colectivo residen en Londres), Holanda, y que la gente lo pueda entender”, destaca.

El panorama de la historieta hoy es distinto. No sólo distinto a hace 30 años. Distinto a hace 10. Al punto que a muchas de las protagonistas de hoy ya las fastidian las preguntas insistentes por su condición de mujer. Si en los eventos del rubro desaparecieron las mesas de “dibujantes mujeres” no es por falta de autoras. Es porque se hartaron de ser miradas como bichos raros o como casos excepcionales que milagrosamente llegaban a alguna revista o espacio de publicación. Chicks on Comics ayudó en estos ocho años a visibilizar su producción. Que la obra llegue a las paredes de un museo es un acto de justicia.