Desde Caleta Olivia

En la causa en la que se investiga la desaparición del ARA San Juan, sigue siendo un enigma y una fuente de todo tipo de fantasías, la misión que cumplía el submarino en el momento en que se produjo la tragedia. El 31 de octubre, en esta ciudad la población se acercó al puerto para ver de lejos, pero en forma nítida, la presencia de seis buques de la Armada Argentina, algo que nunca ocurre por esta zona. Después del 15 de noviembre, muchos, incluso algunos funcionarios del Poder Judicial, creen que la flota acompañaba al ARA San Juan en un periplo en el cual se cruzó con aviones y buques de guerra de distintos países. Está confirmado, a pesar de la negativa de la Armada, que el 9 de julio de 2017, a las 19,48, el buque “detectó por audio el rumor sonar de un posible submarino nuclear”

del Reino Unido. La difusión del documento secreto, a través de Infobae, provocó una pequeña crisis en el juzgado federal de esta ciudad, para saber quién había sido el infidente, pero luego se comprobó que la difusión no le correspondió a ninguna de las partes interesadas en la causa. 

De todos modos, hay información concreta sobre la tarea en el sentido de que participaba en una misión con la participación de varios buques de la Armada, motivo por el cual se cree que una etapa podría ser la que vieron en exclusiva los habitante de Caleta Olivia. También se supo de otro incidente, por así decirlo, con un buque de guerra chileno en el Canal de Beagle, pero nada indica que esas experiencias tengan algo que ver con el drama que están viviendo los familiares de los 44 tripulantes del navío. 

El querellante Luis Tagliapietra, le dijo a Páginað12 que la nave “se encontraba en la zona de patrullaje” y que la misión se realizada “en etapas y en ese sentido, se confirmó que en la primera de ellas participaron de ejercicios militares con otros buques y al momento de la desaparición estaban en la fase tres que era la de patrullaje en las 200 millas” del litoral marítimo argentino. “La misión que tenían era la de identificar no solamente barcos pesqueros sino también otros de interés nacional”, es decir posibles naves de guerra que incursionaran en las 200 millas que corresponden al territorio nacional. 

“Su tarea era en una zona delimitada que tiene la forma de un rectángulo, en el Golfo San Jorge, con la misión de identificar el origen de los barcos, sus características, también de fotografiarlos e informarlos ante las autoridades”. En esa zona delimitada “el submarino tenía libre circulación, no tenia que mantener ningún derrotero predeterminado porque tenía la misión de patrullar toda nave cuya presencia era necesario avistar, identificar y poner el dato en conocimiento de sus superiores”.

En la documentación recibida en la causa, se explica que la misión del submarino “era la de patrullar y sobre el tema hubo muchas preguntas que se le hicieron a los submarinistas Humberto Vilte y Juan Gabriel Viana, que declararon ante la jueza Yañez, quienes confirmaron que hubo una primera parte en el mes de julio” y que coincidiría con el encuentro con el supuesto submarino nuclear británico. “Esa primera etapa fue un ejercicio militar en el que participó prácticamente toda la estructura de la Armada”. 

“Si bien los tripulantes lo negaron, nos queda la duda sobre la posible participación de un buque extranjero”, dijo el querellante en diálogo con este diario. En otra de las etapas “identificaron varios buques, incluyendo un cruce que tuvieron con un buque de guerra chileno en el Canal de Beagle, donde se produjo un incidente porque desde un avión o helicóptero, aparentemente, le arrojaron unas sonoboyas para seguirles el rastro, lo que me parece una situación muy difícil, muy arriesgada, para un submarino que estaba en tan malas condiciones de navegabilidad”. 

“Los tripulantes minimizaron el incidente, pero para mi es grave porque es un acto agresivo por más que no sea violento, en un lugar fronterizo que siempre ha sido y es motivo de roces” entre los dos países. Tagliapietra comentó también lo sucedido en el viaje de julio, cuando aparentemente detectaron la presencia de un buque nuclear inglés. Vilte, uno de los tripulantes que bajó en Ushuaia, admitió que habían identificado a esa nave, pero “no le dio ninguna importancia porque dijo que se trata de algo habitual, que no los toma por sorpresa”. 

Tagliapietra, en función de lo que se sabe sobre las condiciones en las que navegaba el ARA San Juan, consideró que “no parece ser un dato menor porque dispara suspicacias (sobre lo ocurrido con el submarino desaparecido) porque si en cada navegación hay encuentros con buques de guerra de otros países es como jugar con fuego”. 

De acuerdo con el documento secreto difundido por Infobae y desmentido por la Armada, aunque está incorporado a la causa, el acercamiento de la supuesta nave de guerra del Reino Unido había sido “constatado una hora antes ya que se la tenía por registrador”. 

Por ese motivo, la tripulación que había zarpado de la Base Naval de Mar del Plata el 1° de julio, a las 15,recibió la orden de “disminuir los ruidos al máximo” y proceder “a grabarlo”. Los sonaristas con los que contaba el buque argentino en esa misión “coincidieron en la clasificación” del submarino, en cuanto a que se trataba de un navío “nuclear”, sin lugar a dudas. Las tres grabaciones de los ruidos del submarino tuvieron una duración de “10, 6 y 2 minutos” y fueron enviadas a la Armada Argentina, que desmintió la existencia del parte y del hecho, aunque en la causa judicial causó revuelo, porque el parte existe y la jueza pensó que la infidencia partió de esta ciudad, aunque luego se comprobó que no había sido así. 

Tagliapietra consideró que “en el marco de estar con un submarino en las condiciones de mantenimiento en las que estaba el ARA San Juan, si vas a hacer esa labor porque es cuestión de seguridad nacional o en cuestiones de inteligencia relacionadas con la seguridad nacional, está perfecto porque es parte de lo que significa la Armada, pero para hacer eso tenés que tener todos los elementos de una embarcación como corresponde”. 

Recalcó que “es ahí donde se transforma en un acto criminal, en una misión suicida a la que los mandaron. Si vos sabes que el submarino no estaba para navegar porque hacía más de dos años se había dicho que no podía sumergirse a más de cien metros porque no podían garantizar ciertas cosas, lo que estaban haciendo era un suicidio, un acto criminal”. 

De todos modos, el abogado querellante sostuvo que “por el momento no hay ninguna explicación concreta sobre cómo ocurrió la desaparición y se siguen ocultando algunas comunicaciones que hasta podrían haberse producido después de las que se dio información, de manera que no podemos ni pueden decir que fue una explosión lo que produjo el problema, porque la información abarca una zona muy extensa y en todo caso, pudo haber sido otro barco. Lo único cierto es que tenemos que seguir trabajando, y mucho, para romper todas las trabas y para que se sepa de una ver toda la verdad”.