“En un estudio de rock, junto a músicos reconocidos”, se lee en el primer pliego, al abrir el librito que contiene en letras lo que dos discos, El Disco de Oro. Folklore de 1940, expresan en música. Tratándose de quienes se trata (Vitillo Abalos en un caso, y con sus hermanos en el otro) lo de rock alude solo al tratamiento del sonido casi perfecto que contiene el primer disco, y a la participación del guitarrista/productor Jimmy Rip, que manda saludos desde Nueva York (“Hola Vitillo, soy Jimmy, un amigo desde Nueva York”) y congenia talentos con el viejito divino en una psicodélica y volada “Vidala del Universo”. Nada más apropiado para que una de las máximas figuras vivientes del folklore argentino, embista contra lo contumaz y cerril de muchos de sus colegas. Abierta la puerta, entonces, se puede ver y mostrar mejor al mundo lo que hay dentro. Y lo que hay dentro, en el primer disco del doble, es la interacción permanente de Vitillo con diversos músicos en las trece piezas que la completan. Su vida, su voz y su alma. El penúltimo de los cinco Abalos toca el bombo, narra y canta en la nodal “Agitando pañuelos”, junto a Liliana Herrero y Raly Barrionuevo, y en “La juguetona”, que hizo debutar a Leopoldo Federico (tras setenta años de tango) en chacarera.

 También en la festiva “Chacarera Coplera”, con una banda familiera como sostén, o en la iluminada e instrumental “Chacarera del sol naciente”, con don Elpidio Herrera y su sachaguitarra santiagueña. En “Carnavalito Santiagueño”, que los Hermanos Abalos parecen haber compuesto como un traje a medida para el invitado especial (Jaime Torres), hasta “Me llaman la carbonera”, que algo de urbe tiene a través de la arenosa voz de Omar Mollo. Y así con diversas fórmulas (Vitillo + Juanjo Domínguez = “Chacarera de Tchaikovsky”; Vitillo + Hilda Herrera = “La cuarenta y seis”, y así) que arrojan siempre el mismo resultado, el de un ser de increíbles 94 años improvisando con diversos músicos con su nieto Juan Gigena Abalos, como nexo y actor imprescindible.     

   El segundo CD es el disco de oro que los Hermanos Abalos ganaron ¡en 1940!, remasterizado especialmente para la ocasión. Abre con “Chacarera del sufrido”, una de las piezas más hermosas que ha dado la historia de la música de raíz folklórica, casi en su estado puro. En la pluma y el piano de Adolfo Abalos, o sea, y en la pluma, también, de Machingo. “Machingo, Vitillo, está lindo este ritmo para cantar un triunfo…”, anuncia la segunda pieza en cuestión: el triunfo federal “Añorando el pago”, con diálogos intercalados de los hermanos entre provincia y provincia. La tercera es una vidala profunda, triste y mística (“Ya me voy, ya me estoy yendo”). Y así, en un continium de clásicos que llega hasta el veinte, y que conmueve hasta las piedras que, tal como ellos, no tienen historia. O la tienen toda.